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Mujer y miseria en España

“La pobreza tiene rostro de mujer… y cada vez más”: es lo que afirmó la ONU mientras admitía su fracaso en los Objetivos del Milenio, que

“La pobreza tiene rostro de mujer… y cada vez más”: es lo que afirmó la ONU mientras admitía su fracaso en los Objetivos del Milenio, que entre otros se proponían mejorar los derechos de las mujeres, sus libertades políticas y su situación económica. Sin embargo, sin mujer no hay familia; y sin familia no hay sociedad.

Ahora bien, no es necesario irse lejos: en España la miseria también tiene rostro de mujer: discriminación, violencia, explotación y pobreza extrema. ¿Lo habitual? Menores ingresos, con mayores cargas y responsabilidades, que entrañan mayor dependencia, acabándose por soportar lo intolerable. Los esfuerzos por cubrir las apariencias son inútiles: las cifras del propio Instituto de la Mujer son demoledoras, un mazazo en la conciencia de todos.

La discriminación laboral se da a todos los niveles: la brecha salarial ronda siempre el 30%. ¿A la cabeza por Comunidades Autónomas? Cataluña.

También es un problema el paro, un 1,5 - 2% superior en media, con una tasa de actividad (personas con empleo o buscándolo) y una de ocupación (personas efectivamente ocupadas) un 15 - 20% inferiores. El 70% de los empleos fijos discontinuos los ocupan mujeres.

¿Pero y las demás, las que no forman la población activa, están mano sobre mano? ¿O simplemente su trabajo, cuidando de casa e hijos, es invisible para los economistas? Una jornada de manos caídas y la ciencia económica dejaba de ser ciega a lo que es palmario, porque el país se hundía. ¿No merece ser remunerado?

Y el techo de cristal existe. Sólo el 30% de las empresas tiene una mujer al frente, pero de las cotizadas en el IBEX sólo el 8,5% de los sillones de los Consejos de Administración los ocupan ellas, aunque mejora el ridículo 2,5% del año 2004. En la Administración General del Estado ocupan el 30% de los puestos y en la Administración de Justicia el 50%... pero sólo el 7% de los jueces del Tribunal Supremo son mujeres. La cifra mejora la de otras instituciones como el Consejo de Estado que nunca ha tenido ni un Presidente ni un Consejero Permanente que sea mujer.

La educación también cuenta. De la población hoy analfabeta, unos 2/3 son mujeres. A partir de ahí los avances son evidentes, con una aproximada paridad. Pero cuando empieza la vida independiente y se forman las familias, la mujer de nuevo pierde. Tienen las mejores notas en la carrera pero no llega al 40% las que acceden al doctorado.

Las cifras de distribución del tiempo lo confirman: hoy las españolas dedican dos horas menos al trabajo doméstico. Los hombres, ninguna más, y la diferencia de tiempo, unas 3.5 horas al día más por mujer que por varón, éstos las dedican a estudiar, ejercer trabajos remunerados o como tiempo libre.

Sin embargo son sobre todo ellas las que se encargan de educar a los hijos, de formar esos ciudadanos responsables, los trabajadores aplicados del mañana que harán competitivas nuestras empresas, administrarán bien el país y sufragarán las pensiones y el gasto público. ¿No deberíamos cuidar más de quienes están asegurando nuestro futuro? ¿Qué ocurriría si un día decidiesen no hacerlo?

La violencia contra las mujeres, de cualquier edad y en todas sus formas, se da en cualquier estrato social. Asimismo la práctica totalidad de víctimas de los delitos de prostitución y de tráfico de seres humanos son mujeres y niñas: más del 95% son, en ambos casos, extranjeras. El resto, españolas. Sin embargo, por el lado de la comisión de delitos sólo un 8,5% de la población reclusa es mujer.

¿Es que la familia es sólo cosa de la mujer? Más del 85% de las familias monoparentales tienen por cabeza a una mujer; cuantos más hijos, menos frecuente es que sea un hombre, tanto que con cuatro o más hijos sólo hay mujeres al frente. ¿Dónde están esos padres?

Las leyes educan, y la opción de tener hijos se deja enteramente a la mujer. Si ellos venían lavándose las manos, ahora lo harán, con más razón. “Yo decido”, dicen algunas, como si sólo su vida y su cuerpo estuviesen en juego, pues el hijo de momento, no tiene cómo opinar.

¿Familia monoparental y pobreza? Sí, la relación está probada. ¿Y extrema pobreza y mujer? También. Con ingresos mensuales por debajo de los 397 € sólo un 1.7% de las familias las encabeza un hombre; el 8.2% tienen al frente a una mujer. Sin embargo no llega al 18% las mujeres que vagan, sin hogar. Todas procuran un lugar para ellas y sus hijos, por mísero que sea. Desde ahí luchan contra el hambre, el fracaso escolar, la violencia...

Serán ganas de vivir, o que uno en la adversidad se crece, pero los suicidios de mujeres no llegan al 30% del total y su esperanza de vida es seis años más que la del varón. Pero es hora de solventar la miseria y la discriminación que sufre, quien carga sobre sus hombros, buena parte del peso de la sociedad, porque si ella falta, todo se derrumba.

Y como siempre, con sus comentarios haremos nuestro Manifiesto: nosotros por nuestra parte, no tenemos más que comentar.

“La pobreza tiene rostro de mujer… y cada vez más”: es lo que afirmó la ONU mientras admitía su fracaso en los Objetivos del Milenio, que entre otros se proponían mejorar los derechos de las mujeres, sus libertades políticas y su situación económica. Sin embargo, sin mujer no hay familia; y sin familia no hay sociedad.