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De Chernóbil al Valle de los Caídos
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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De Chernóbil al Valle de los Caídos

Tal vez HBO podía animarse en la tarea de la resignificación del Valle para avanzar, al menos en la ficción, en la urgente tarea de honrar a las decenas de miles de víctimas anónimas

Foto: Visitantes a uno de los escenarios de Chenobyl. (Reuters)
Visitantes a uno de los escenarios de Chenobyl. (Reuters)

Descartado el Everest, tan saturado últimamente que parece hayan incluido la cima en la ruta de algún macrocrucero, despunta Chernóbil como lugar de vacaciones para quien busque un destino especial este verano. En serio.

La exitosa miniserie de HBO está convertiendo el epicentro de la catástrofe nuclear de 1986 en un nuevo destino de moda para turistas fascinados por lo inhóspito de las catástrofes. Las agencias locales que organizan visitas a la zona del desastre han duplicado los clientes desde que se estrenó la serie en mayo. Y pronostican que el 'boom' no ha hecho más que empezar.

Por unos 90 euros puede disfrutar del paquete básico de un día en Chernóbil que garantiza el acceso a los escenarios de la mayor tragedia nuclear de la historia para hacerse fotos “megacool” (así las describe en su web un touroperador). Y como en cualquier parque temático, también visitar el horror cuenta con un pack para turistas premium. Por 230 euros tendrá derecho, además, a visitar el hospital de Prípiat donde hace 33 años ingresaron a los cientos de heridos por la explosión nuclear, el puerto cercano con barcos radioactivos y hasta fotografiarse en el panel de control de la central.

Foto: "Chernobyl": el desastre nuclear, contado en 5 espeluznantes capítulos para la historia

El fatídico reactor número 4 ya tiene cinco estrellas en Tripadvisor. Más puntuación que la Torre Eifflel, que suma 4,5. Pasen y vean el desastre. El tour de Chernóbil le enseña “información que no encontrará en internet”, además de numerosos “objetos secretos” de la catástrofe que hace 33 años puso en peligro toda Europa y en la que murieron entre 31 personas y 93.000, según quién haga el balance.

Para tranquilidad del viajero, el precio incluye un medidor de radiación individual y el almuerzo con opción para vegetarianos, faltaría más. Hasta una tienda de souvenirs ofrece a la salida imanes verdes que brillan en la oscuridad y preservativos con el símbolo de la radioactividad.

Tal vez no debería extrañarnos tanto que, saturados como están de palos selfis los destinos idílicos, se ponga de moda lo mesfistofélico. Cuanto más terrible e inhóspito, más instagrameable.

Para tranquilidad del viajero, el precio incluye un medidor de radiación individual y el almuerzo con opción para vegetarianos, faltaría más

Dejar la memoria histórica en manos de las ficciones televisivas y guías turísticos, conlleva, eso sí, el riesgo de trivializar la historia a base de likes. ¿Acaso es mejor el olvido? El sentido de mantener viva la memoria visitando escenarios de tragedias como esta es la no repetición de los errores. El nunca más.

Por eso el mayor acierto de esta serie de HBO, lo que convierte su éxito en universal, es no haber convertido la explosión del reactor en el eje central de la historia. El verdadero protagonista de Chernóbil es, sobre todo, el daño causado por las mentiras de una dictadura, la comunista, empeñada en decretar una realidad paralela. Los accidentes nucleares no eran posibles. Y punto. Así que los cientos de miles de héroes anónimos que se jugaron la vida para combatirla nunca fueron honrados por el régimen soviético.

Pero al que quiera viajar a lugares que esconden las mentiras y la propaganda de una dictadura mal cicatrizada no le hace falta contratar un tour en Kiev a la central ucraniana. Tenemos ejemplos bien cerca.

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No estamos en España exentos de atragantarnos con nuestra memoria histórica ni con las sentencias del Supremo, que hace unos días paralizaba de manera preventiva la exhumación de Franco del Valle de los Caídos y reconocía al dictador como "jefe del Estado" español desde el 1 de octubre de 1936, aunque por entonces todavía fuera Manuel Azaña el presidente legítimo de la República.

Tal vez HBO podía animarse en la tarea de la resignificación del Valle de los Caídos para avanzar, al menos en la ficción, en la urgente tarea de honrar a las decenas de miles de víctimas anónimas de la dictadura que allí yacen sin que todavía tengan siquiera una placa que recuerde su nombre. A este paso da tiempo a rodar allí una serie antes de que exhumen al dictador de su mausoleo.

La gigantesca mole de granito con vistas privilegiadas a la sierra de Guadarrama siempre será, con o sin Franco enterrado en ella, símbolo del franquismo. Pero no es lo mismo que los visitantes encuentren en Cuelgamuros un monumento en honor al dictador que un lugar con el reconocimiento explícito a sus víctimas. Y eso no se arregla en Tripadvisor, donde, por cierto, el Valle de los Caídos puntúa un 4,5.

Descartado el Everest, tan saturado últimamente que parece hayan incluido la cima en la ruta de algún macrocrucero, despunta Chernóbil como lugar de vacaciones para quien busque un destino especial este verano. En serio.

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