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Cuando La Manada ya lo llamaba violación
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Marta García Aller

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Cuando La Manada ya lo llamaba violación

Ninguno de estos jóvenes tenía reparo en considerarlo violación antes, claro, de que los pillaran

Foto: Colectivos feministas tras conocer el fallo del supremo. (EFE)
Colectivos feministas tras conocer el fallo del supremo. (EFE)

Antes incluso que el Supremo, La Manada ya lo llamaba violación. A diferencia del tribunal navarro que consideró este caso como “abuso sexual”, el Alto Tribunal ha sentenciado que el 7 de julio de 2016 los acusados cometieron una “violación”. Y eso, de algún modo, da a su pesar la razón a los condenados: así era como ellos mismos llamaban en su grupo de Whatsapp a lo que tenían planeado hacer en aquellos Sanfermines.

“Llevamos burundanga? (…) Para las violaciones”, decía uno en aquél chat en el que se autodenominaban La Manada. “Hay que empezar a buscar el cloroformo, los reinoles, las cuerdas… para no cogernos los dedos, porque después queremos violar todos”, respondía otro. Ninguno de estos jóvenes tenía reparo en considerarlo violación antes, claro, de que los pillaran.

Foto: Una de las últimas imágenes de la Manada en libertad. (EFE)

La Audiencia de Navarra, sin embargo, fue la que hace un año decidió no llamarlo así. Tampoco permitió utilizar como prueba aquellos mensajes de La Manada durante el juicio en el que sí que aceptó a trámite, sin embargo, el historial de Facebook de la víctima, a la que la defensa acusaba de haber actuado con normalidad en los días posteriores a los hechos.

Eran los meses en los que el juicio se volvió mediático y empezaron las movilizaciones feministas. Gran parte de la opinión pública no entendía que en un caso de violación se siguiera juzgando a la víctima, como en los tiempos en los que los tribunales todavía medían los centímetros de las minifaldas antes de dictar sentencia. Y solo hace 30 años de aquello.

La estupefacción se transformó en indignación cuando en abril de 2018 los cinco jóvenes fueron condenados solo por abuso y no por agresión sexual. Aquel tribunal no hallaba en los hechos probados suficiente resistencia por parte de la víctima, por eso no hubo contra ella ni violencia ni intimidación. Uno de los jueces, en su polémico voto discrepante, por no ver no veía ni el abuso, solo un “jolgorio”.

El mensaje de aquella sentencia era que si las mujeres no nos resistimos a una violación hay magistrados que no lo diferencian de una orgía

El mensaje que aquella sentencia inicial lanzaba a la sociedad era que si las mujeres no nos resistimos ante una agresión sexual, si no nos jugamos la vida para tratar de impedirla, quedan magistrados incapaces de diferenciarla de una orgía. Aquello desató un enorme clamor social. Cómo no iba a hacerlo.

El Tribunal Supremo acaba de corregir al de Navarra y eleva de 9 a 15 años la condena a los cinco sevillanos (22 años pedía la Fiscalía). Pero lo más importante de la sentencia, más allá de los años entre rejas, es que los jueces rectifiquen y, ante los mismos hechos probados, sí consideren violación lo que pasó en aquel portal de Pamplona.

Fue después de que La Manada le dijera a la víctima que se callara, cuando los cinco violadores, ya los podemos llamar así, tardaron 15 minutos en penetrar diez veces a la joven de 18 años por varios orificios a la vez. Después le robaron el móvil para que no pudiera pedir ayuda y la dejaron tirada desnuda en el portal. Estaba en estado de shock y en el hospital al que llegó, ayudada por la Policía, encontraron que tenía lesiones compatibles con una violación. Todo esto eran ya hechos probados según la sentencia navarra que no veía intimidación alguna.

Foto: La Manada
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La víctima reconoció durante el juicio que no gritó, que no dijo que no, que no pudo hacer nada para pararlos porque estaba paralizada. Ella misma explicó al tribunal que durante aquel cuarto de hora cerró los ojos y solo deseó que acabaran cuanto antes. Por eso tiene tanta trascendencia que el Tribunal Supremo aclare, por unanimidad, que sí se trató de una "situación intimidante", una violación con el agravante de trato vejatorio. Es decir, ya no es necesario que las víctimas se jueguen la vida resistiéndose con uñas y dientes para que a una violación se la considere tal.

La movilización feminista y la separación de poderes

Habrá quien recuerde este juicio como la prueba de que ha funcionado el sistema de garantías y crea que el Tribunal Supremo restablece la confianza en el sistema judicial. Pero también hay quien alega, como el abogado de La Manada, que la rectificación del fallo no es la prueba de que los mecanismos correctores funcionan, sino de que los jueces son permeables a la presión social.

Lo preocupante no es que lo diga el abogado de la defensa, que busca a alguien más a quien echarle las culpas de la sentencia, sino que esa falta de respeto a la separación de poderes la esgriman también políticos como Pablo Iglesias e Irene Montero, bochornosamente de acuerdo con la idea de que el tribunal ha sido manipulado: "Millones de mujeres dijeron en las calles #yosítecreo y por fin han sido escuchadas por la Justicia", tuiteaba el líder de Podemos al conocer la condena por violación. Coincide con ellos en ver que la sentencia se ha visto influida por el entorno el líder de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, que la acusa de estar “cargada de condicionantes mediáticos”. Los diputados de Podemos se alegran del fallo del Supremo, el de Vox lo critica, pero ambos coinciden en cuestionar la independencia judicial.

Los jueces no han de escuchar las calles, sino las leyes. Eso no quiere decir que el clamor popular agitado por el juicio a La Manada haya sido en vano. Quienes han de escucharlo son los políticos, cuyo trabajo es legislar democráticamente los cambios que la sociedad considera necesarios.

Si con el actual Código Penal hay un margen de interpretación tan amplio como para que algunos tribunales vea ajustado a derecho, como le pasó a la Audiencia Provincial de Navarra, que una mujer en estado de shock incapaz de resistirse no está siendo violada, habrá que reformar esos artículos. Una agresión sexual con penetración no consentida es una violación. Hasta los de La Manada ya lo llamaban así antes de los Sanfermines.

Antes incluso que el Supremo, La Manada ya lo llamaba violación. A diferencia del tribunal navarro que consideró este caso como “abuso sexual”, el Alto Tribunal ha sentenciado que el 7 de julio de 2016 los acusados cometieron una “violación”. Y eso, de algún modo, da a su pesar la razón a los condenados: así era como ellos mismos llamaban en su grupo de Whatsapp a lo que tenían planeado hacer en aquellos Sanfermines.

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