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Sánchez vuelve a cambiar de estrategia, pero eso ya da igual
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Marta García Aller

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Sánchez vuelve a cambiar de estrategia, pero eso ya da igual

Si comete algún error, arruinará su campaña. Y volveremos a recordar las gotas de sudor que marcaron aquel primer mitin antes incluso de convocar las elecciones

Foto: El secretario general del PSOE y presidente en funciones, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE y presidente en funciones, Pedro Sánchez. (EFE)

Las gotas de sudor que hace un mes y pico le caían a Pedro Sánchez de la frente cuando presentaba aquellas 370 propuestas en un mitin en la estación de Chamartin fueron más premonitorias de lo que parecían. Creía entonces el líder del PSOE tener bajo control el manejo de los tiempos, convencido de que si Pablo Iglesias no cedía en el último momento para otorgarle un Gobierno en solitario, la repetición electoral le beneficiaría. Por eso, en vez de una negociación, escenificó un ultimátum.

Aquel sudor del presidente en funciones que en septiembre se atribuyó a un fallo en el aire acondicionado, en octubre es cosa de las encuestas. Las cosas no están yendo para Sánchez según lo planeado. El PSOE se ha atascado, el PP avanza con fuerza y Ciudadanos se desmorona. Al partido de Pablo Iglesias no parece estarle pasando factura el bloqueo, como Moncloa esperaba, y el nuevo partido de Íñigo Errejón, que prometía ir a por los abstencionistas, ha dejado de verse en Ferraz como un aliado al identificarlo como una vía más de escape de votos socialistas.

placeholder El líder de Más País, Íñigo Errejón. (EFE)
El líder de Más País, Íñigo Errejón. (EFE)

Los cálculos que hizo Moncloa antes de la repetición electoral están fallando. El PSOE no logra seducir al votante de Ciudadanos tanto como esperaba, y no es de extrañar, teniendo en cuenta que el votante de Rivera de las últimas elecciones sentía un rechazo por Sánchez mayor que el de los votantes del PP. La mayoría de los desencantados con Cs, según los sondeos, vuelven al PP o se decantan por la abstención.

Sánchez, contra Errejón

El partido de Errejón ha pasado de proponer cosas “positivas y esperanzadoras”, palabras con las que Sánchez definía el proyecto de Errejón antes de que este presentase su candidatura, a convertirse en el partido del que usted me habla. Adriana Lastra calificaba esta semana a Más País como “parte del problema” y Sánchez lo acusaba de ir “junto a la CUP”. En cuanto se han dado cuenta en Ferraz de que tener un nuevo partido a su izquierda les quita votos, y que la nueva formación no solo es una reconfiguración del espacio de Podemos sino un competidor más, han pasado a tomárselo con un poco menos de condescendencia.

De ahí el cambio de estrategia para volver a hacer promesas que calen en el electorado tradicional de la izquierda, como la insistencia en la subida de pensiones y el subsidio agrario de la última semana. Este último, con vistas a movilizar el voto en Andalucía, la comunidad que más diputados socialistas aporta al Congreso.

El fantasma de la abstención es una de las grandes preocupaciones de la estrategia socialista que hace un mes sus estrategas subestimaron

Los estrategas de Moncloa subestimaron el hartazgo de la izquierda socialista, a la que la decepción por los seis meses de bloqueo no se le ha pasado y el miedo a Vox ya no moviliza tanto como en abril. El fantasma de la abstención es una de las grandes preocupaciones de la estrategia socialista que hace un mes sus estrategas subestimaron.

La otra preocupación creciente entre los socialistas es si haber centrado inicialmente la campaña en la moderación, con la promesa de ser la garantía de la estabilidad y la formación de Gobierno, ahondando en la dialéctica del orden frente al caos, no estará beneficiando al PP. El partido de Pablo Casado, a medida que este ha ido reduciendo el rechazo que generaban las estridencias de su anterior campaña, parece estar capitalizando mejor el descontento por el bloqueo. Y recuperar a figuras como Ana Pastor de número dos va encaminado a ganarse para el PP la imagen del partido de la estabilidad.

Sánchez creía tener bajo control la campaña, pero llega a la semana crucial con menos viento a favor del previsto. Lo que pase en las próximas elecciones dependerá en gran parte de cómo responda a los dos acontecimientos que van a marcar la recta final al 10-N: el desafío de los independentistas tras la sentencia del 'procés' y la exhumación de los restos de Franco. Sacar al dictador del Valle de los Caídos puede ser su gran legado, el único seguramente por el que pasará a la historia de esta legislatura fallida, además de por su brevedad. Y le puede beneficiar electoralmente siempre y cuando sepa ejecutarlo con sobriedad y sin sobresaltos.

Ya no hay promesas electorales ni estrategias que valgan. En este momento de saturación electoral, de ciudadanos hartos de campañas, tácticas y promesas, al Gobierno en funciones se le va a juzgar por cómo actúe, más que por lo que prometa. Hacer un buen trabajo en los momentos cruciales de los próximos 10 días será su mejor aval electoral. Si comete algún error, arruinará su campaña. Y volveremos a recordar las gotas de sudor que marcaron aquel primer mitin antes incluso de convocar las elecciones. Porque a las 370 promesas de entonces, ¿quién las recuerda?

Las gotas de sudor que hace un mes y pico le caían a Pedro Sánchez de la frente cuando presentaba aquellas 370 propuestas en un mitin en la estación de Chamartin fueron más premonitorias de lo que parecían. Creía entonces el líder del PSOE tener bajo control el manejo de los tiempos, convencido de que si Pablo Iglesias no cedía en el último momento para otorgarle un Gobierno en solitario, la repetición electoral le beneficiaría. Por eso, en vez de una negociación, escenificó un ultimátum.

Pedro Sánchez