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El algoritmo de Shakespeare, en Moncloa
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Marta García Aller

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El algoritmo de Shakespeare, en Moncloa

A las puertas del primer Gobierno de coalición de la democracia, no nos vendría mal incorporar una tecnología como la del escritor inglés para desenmarañar con lupa el futuro BOE

Foto: Sánchez e Iglesias, en Moncloa. (EFE)
Sánchez e Iglesias, en Moncloa. (EFE)

Shakespeare no es el autor de 'Enrique VIII'. No el único. Un nuevo sistema de inteligencia artificial acaba de concluir algo que lingüistas y literatos llevaban décadas sospechando: ciertas escenas de esta obra fueron escritas por su colaborador John Fletcher. La novedad de esta red neuronal, desarrollada por Petr Plechác, de la Academia de Ciencias checa, es que presume de identificar verso a verso qué palabras han sido realmente escritas por Shakespeare y cuáles no. Estos algoritmos de aprendizaje automático han sido entrenados para diferenciar al milímetro los patrones que cada autor tiene al expresarse: los delatan las palabras que utilizan, el orden en el que las escriben y hasta el ritmo de cada frase.

A las puertas del primer Gobierno de coalición de la democracia, no nos vendría mal incorporar una tecnología así para desenmarañar con lupa el futuro BOE. Dejarle a una inteligencia artificial que desgrane cómo de roja o morada es cada medida ahorraría mucho tiempo en los dimes y diretes de los pasillos del futuro Congreso en la atribución de medallas, pero también de responsabilidades en caso de desastre. Ayudaría mucho también a las bases de Podemos, para cotejar cuántas de sus propuestas se convierten realmente en ley y cuáles se quedan en mera poesía revolucionaria no vinculante. Seguro, además, que ERC está interesada en saber quién se encarga de cumplir las promesas que el PSOE le vaya a hacer a cambio de su abstención. O de traicionarlas.

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De salir adelante el Gobierno que negocian Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, todo apunta a que vamos a tener un Consejo de Ministros de lo más teatral, en el que habrá tanta paja como en el tejado del Globe, donde se estrenó 'Enrique VIII'. Una vez que las negociaciones concluyan el 'casting' de nombramientos, si es que logran salvar todos los escollos que aún los separan de la investidura, los elegidos por los dos líderes se sentarán juntos cada viernes en Moncloa para hacerse la foto de rigor que tuitearán cuando se levante el telón de cada Consejo de Ministros.

Si el presidente en funciones logra esta vez salirse con la suya, sin embargo, las decisiones clave del nuevo Gobierno no se tomarán durante esa escenificación protocolaria, sino entre bambalinas. El Gobierno socialista quiere blindar el núcleo duro de las decisiones de espaldas a la coalición. Aumentar a tres el número de vicepresidencias es una manera de diluir tanto su poder como su simbolismo. La de Pablo Iglesias será la vicepresidencia social, una más junto a la económica, reservada a Nadia Calviño, y la vicepresidencia política, que Ferraz sigue confiando en que ocupe Carmen Calvo. En cuanto a los ministerios que obtendrá Podemos, los que más suenan en los últimos días son los de Igualdad, Trabajo y Universidades. Ningún ministerio de Estado para los morados. Tampoco hay visos de que ambos partidos vayan a mezclar a sus cargos en ninguna de las carteras. Como si entre ellos mismos también se estuvieran poniendo un cordón sanitario interno que sirva de profilaxis al abrazo.

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El algoritmo que ha descifrado a Shakespeare lo iba a tener realmente difícil para saber quién es quién en la nueva Moncloa. Cómo va esa nueva red neuronal a desentrañar qué líder político de la izquierda española dice qué si ellos mismos defienden lo contrario de lo que solían. Lo difícil no va a ser distinguirlos entre sí, sino reconocerlos de sí mismos. Y el aprendizaje automático necesita un poco de coherencia para establecer patrones. Hace no tanto, Pablo Iglesias prometía a sus bases romper con el “candado” del 78 y empezar “desde cero” porque creía que esta Constitución no había por dónde cogerla. Le parecía ineludible al secretario general de Podemos, aquel que vivía en Vallecas y hablaba de la casta, acabar con la Carta Magna. El viernes pasado, el posible futuro vicepresidente se olvidó definitivamente de todo aquello y se comprometió a defenderla “con todos sus defectos”.

Mientras tanto, Pedro Sánchez ha pasado de acusar en campaña a su nuevo socio de representar el populismo de “la Venezuela de Chávez” o de defender un referéndum de autodeterminación “que partiría en dos a la sociedad catalana”, a convertirlo en el socio indispensable para un Gobierno progresista en España y remangarse él mismo para negociar con los independentistas la mayoría que le falta para la investidura. Así no hay inteligencia, artificial o no, que se aclare. Veremos qué pasa cuando empiece la función. El teatro Globe, por cierto, acabó convertido en escombros durante una representación de 'Enrique VIII' porque el tejado de paja se prendió fuego. Fue culpa de los efectos especiales.

Shakespeare no es el autor de 'Enrique VIII'. No el único. Un nuevo sistema de inteligencia artificial acaba de concluir algo que lingüistas y literatos llevaban décadas sospechando: ciertas escenas de esta obra fueron escritas por su colaborador John Fletcher. La novedad de esta red neuronal, desarrollada por Petr Plechác, de la Academia de Ciencias checa, es que presume de identificar verso a verso qué palabras han sido realmente escritas por Shakespeare y cuáles no. Estos algoritmos de aprendizaje automático han sido entrenados para diferenciar al milímetro los patrones que cada autor tiene al expresarse: los delatan las palabras que utilizan, el orden en el que las escriben y hasta el ritmo de cada frase.

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