España pesimista, España feliz

¡Feliz 2020! Puede serlo. Lo importante para conseguirlo es no juntar a muchos españoles a la vez, no sea que se pongan a opinar de cómo va el país. Más que por barrios, la alegría va por casas. Es a nivel individual como más felices nos sentimos para afrontar el nuevo año.

Los españoles estamos, de hecho, entre los más felices del mundo, según una encuesta de Gallup realizada en medio centenar de países. Un 72% de los encuestados en España dice estar contento con su situación personal, por encima de los vecinos italianos y franceses e incluso superando la media mundial (69%). Sin embargo, España es también el tercer país más pesimista de la UE. Los convencidos de que 2020 acabará peor de cómo empieza (35%) superan a los que ven el futuro con optimismo (29%).

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Si un encuestador de Gallup hubiera llamado a Moncloa, no sería de extrañar que su más ilustre inquilino hubiera encajado a la perfección en el sentir mayoritario. Optimista en lo personal, pesimista al preguntarle por el futuro del país. Solo que Pedro Sánchez no podrá echarle la culpa al Gobierno para desahogarse de lo mal que pinta el año nuevo para España.

Anda el presidente en eternas funciones tan ocupado en labrarse su propio futuro, que no parece darse cuenta de que por el camino se le desmorona la confianza en ese proyecto para el país que lleva casi un año intentando gobernar. Tras tanta contorsión en defender una cosa y la contraria con tal de gobernar, Sánchez ya ni se molesta en intentar convencernos de que lo que es bueno para él, es bueno para España. No compareció en la tradicional rueda de prensa tras el último Consejo de Ministros, acaso no tenía argumentos para desearnos feliz año nuevo.

Los españoles estamos, de hecho, entre los más felices del mundo, según una encuesta de Gallup realizada en medio centenar de países

Ese pesimismo que eclipsa la confianza individual de los españoles cuando se evocan las perspectivas nacionales bien podría explicar cómo se siente Sánchez, que repite curso sin aprobar la investidura, convencido de conseguirla en 2020. En llegar pronto a presidente del Gobierno es, seguro, optimista. Lo que tiene pinta que ya no se cree ni él es que el país vaya a estar mejor de aquí a un año con un Gobierno como el que negocia con Podemos y ERC. Atendiendo, al menos, a lo que el propio Sánchez advertía cuando estaba en campaña y todavía daba explicaciones.

Hace solo tres meses, Sánchez prefería repetir elecciones a tener a Pablo Iglesias de vicepresidente del Gobierno y prometía mano dura contra los que desafiaran la Constitución. Ahora no tiene problemas en pactar con unos y otros. Eso sí, no le pidas que salga a responder preguntas en rueda de prensa de por qué, además de para él, este cambio es bueno para el resto. Cómo no va a haber motivos para el pesimismo.

Va a tener Gallup razón en eso de que los españoles somos más optimistas con nosotros mismos que con el país. La estadística también se cumple con Pablo Casado. El líder del Partido Popular empezará el nuevo año igual que acabó el anterior, más preocupado en afianzarse como líder de la oposición que en hacer todo lo que esté en su mano por evitar que sus peores augurios del Gobierno en ciernes se hagan realidad. Seguro que él también es más optimista con su propio futuro que con el de España. Todo sea que 2020 les dé a los dos una sorpresa.