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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Lecciones, las justas

Después de haber insistido en lo mucho que este Gobierno apuesta por el diálogo, al presidente le salió el eslogan que seguramente mejor resuma la estrategia de comunicación del nuevo Gobierno

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), preside el primer Consejo de Ministros, celebrado este martes en el Palacio de la Moncloa. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), preside el primer Consejo de Ministros, celebrado este martes en el Palacio de la Moncloa. (EFE)

Al subir la escalerilla de Moncloa, Pablo Iglesias estrenó su vicepresidencia parándose frente a los fotógrafos como si estuviera a punto de desenfundar un revólver. Llevaba puestos unos vaqueros a juego con su pose del Oeste, pero aquello carecía de épica alguna porque no se esperaba ningún duelo. Todo estaba pensado para dejar claro quién es el que manda ahí, pero esta vez el 'sheriff' no era Gary Cooper.

El Gobierno se enfrenta a una legislatura cuestionado por su cohesión interna

En la primera puesta en escena del nuevo Gobierno de coalición, el líder de Podemos no tuvo ningún protagonismo, y en Moncloa cruzan los dedos para que se vaya acostumbrando. Iglesias fue solo uno más de los cuatro vicepresidentes y 18 ministros que desfilaron en la presentación de la nueva colección de Pedro Sánchez. Posaron todos, de uno en uno, a medida que iban llegando. Era la primera reunión del Consejo de Ministros, pero una cámara que por primera vez mostraba cómo iban de uno en uno atravesando las puertas del palacio logró que pareciera una audiencia real. Menos mal que no hubo besamanos, porque eso sí que hubiera resultado republicano.

En Moncloa, ha quedado claro que manda él. La cuidadísima escenificación del poder de Sánchez no ha cambiado porque el nuevo Gobierno sea de coalición. Es más, el presidente esta vez ha sido incluso más protagonista que en la presentación de su anterior Ejecutivo, cuando gobernaba en solitario, porque no ha hecho ningún nombramiento estrella que lo eclipse y a tener un astronauta ya nos hemos acostumbrado. Aunque si hay algo en lo que se va a notar lo mucho que manda el presidente Sánchez es por ser el único que puede estirar las piernas en la mesa del Consejo de Ministros más apretada de la democracia. Más de medio metro lo separan de la vicepresidenta Carmen Calvo a su derecha y de Pablo Iglesias a su izquierda. Ese es el espacio del poder.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es felicitado por el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias. (EFE) Opinión

Además de mandar, la jornada sirvió para reafirmar lo mucho que Sánchez se gusta a sí mismo. Tanto, que en su primera comparecencia pasó a citarse a sí mismo varias veces como argumento de autoridad. A la primera pregunta que aceptaba en semanas ante la prensa, empezó respondiendo que había sido “muy claro” en su discurso de investidura. Al que tenga dudas de por qué después de las elecciones está haciendo lo contrario a lo que prometió en campaña lo remite al diario de sesiones de la investidura. En aquel discurso, remitía al acuerdo con Podemos. Y cuando la firma de aquel acuerdo, en el que tampoco aceptó preguntas, remitía a la investidura. Siguiente pregunta.

Pedro Sánchez no trata de buscar coherencia a sus cambios de discurso. El argumentario del presidente es como esos documentos de trabajo que uno multiplica al guardarlos en el ordenador y la que vale siempre es la última versión. Teniendo en cuenta lo poco que sostenía hace tres meses que mantiene hoy, seguramente su frase más inverosímil fue: “Yo siempre digo que…”. Da igual cómo la acabara, lo que quería decir es que importa lo que dice ahora.

Foto: Pedro Sánchez, flanqueado por sus cuatro vicepresidentes, en la primera reunión del Consejo de Ministros, este 14 de enero. (EFE)

Y ahora Sánchez está “encantado” de reunirse con Torra “cuanto antes”. No ve necesario explicar por qué eso ahora es bueno para España y en otoño decía que antes de llamar a Moncloa lo que tenía que hacer el 'president' de la Generalitat era condenar la violencia, hacer un llamamiento a la convivencia y apoyar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Antes no le cogía el teléfono, y ahora que está inhabilitado por desobediencia, Sánchez no tiene “ningún problema” y solo ve “normalidad” en verle. Por si quedara alguna duda de que Sánchez solo vive en el presente, en su primera comparecencia tras el Consejo de Ministros, dijo también que no debería ser noticia que dos presidentes se reúnan, porque lo anormal sería lo contrario. Siguiente pregunta.

Después de haber insistido en lo mucho que este Gobierno apuesta por el diálogo, al presidente le salió el eslogan que seguramente mejor resuma la estrategia de comunicación del nuevo Gobierno: “Lecciones, las justas”. Es lo mismo que decir, no se molesten ustedes en criticar porque no pensamos escucharles. Vale lo mismo para echársela en cara a la oposición por la politización de la Justicia que por corrupción que por pactar con radicales. La frase completa de Sánchez fue: “Lecciones de constitucionalismo por parte de otras formaciones, las justas”. No sabemos si a Torra también se lo dirá.

Al subir la escalerilla de Moncloa, Pablo Iglesias estrenó su vicepresidencia parándose frente a los fotógrafos como si estuviera a punto de desenfundar un revólver. Llevaba puestos unos vaqueros a juego con su pose del Oeste, pero aquello carecía de épica alguna porque no se esperaba ningún duelo. Todo estaba pensado para dejar claro quién es el que manda ahí, pero esta vez el 'sheriff' no era Gary Cooper.

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