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La trampa del pin parental que le 'han colado' a Ciudadanos y la hora de la verdad
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Marta García Aller

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La trampa del pin parental que le 'han colado' a Ciudadanos y la hora de la verdad

Fuentes del partido naranja, que sigue oficialmente sin líder hasta que en marzo se celebre el congreso, reconocen que la ambigüedad del texto les ha jugado una mala pasada

Foto: La presidenta y portavoz del grupo parlamentario de Cs en el Congreso, Inés Arrimadas. (EFE)
La presidenta y portavoz del grupo parlamentario de Cs en el Congreso, Inés Arrimadas. (EFE)

El pin parental ha pasado de ser una propuesta marginal que solo Vox llevaba en su programa electoral cuando era un partido extraparlamentario a protagonizar el principal enfrentamiento entre el Gobierno de PSOE-Podemos con la oposición de Vox y PP en la primera semana de gobierno (con permiso del nombramiento de Dolores Delgado).

La víctima más importante de este choque está siendo, sin duda, la educación de los menores, convertida en campo de batalla. De las perspectivas de un gran pacto educativo entre las fuerzas mayoritarias para esta legislatura, ya ni hablamos. Pero en la arena política está apareciendo también otra víctima colateral: Ciudadanos. El partido liberal puede salir aún más debilitado de esta polémica, que lo pone ante el espejo de todas sus contradicciones.

La postura del partido naranja, sin embargo, es más difícil de explicar. Inicialmente, se declaró en contra del veto parental en Murcia

El veto académico aprobado en Murcia requiere que los padres autoricen expresamente a sus hijos a participar en las charlas que puedan incluir educación sexual, actividades contra la homofobia y talleres de prevención de la violencia de género, entre otros contenidos académicos. Eso es, al menos, lo que Vox se vanagloria de haber logrado en Murcia y quiere ahora imponer en Andalucía y Madrid, donde sus votos también son necesarios para la aprobación de presupuestos de los gobiernos PP-Cs. Pablo Casado ha defendido personalmente la medida, haciendo suya sin tapujos la propuesta de Santiago Abascal.

La postura del partido naranja, sin embargo, es más difícil de explicar. Inicialmente, se declaró en contra del veto parental en Murcia. Pero acabó cediendo y firmó su aprobación junto al PP y Vox (que aporta el escaño que a Cs y PP les falta para sumar mayoría absoluta). Apenas 24 horas después, Cs reaccionaba criticando desde Madrid la medida que había firmado en Murcia y negando que su partido haya aprobado eso que Vox defiende.

placeholder El abogado del Estado y diputado de Ciudadanos, Edmundo Bal. (EFE/Luca Piergiovanni)
El abogado del Estado y diputado de Ciudadanos, Edmundo Bal. (EFE/Luca Piergiovanni)

Edmundo Bal, portavoz del partido, desmentía el viernes que vaya a hacer falta en Murcia una “nueva autorización por parte de los padres” para cursos, charlas y formaciones curriculares. Algo que, 'de facto', ya se está pidiendo en los centros desde principio de curso. En su comparecencia en el Congreso, siempre sin nombrar a Vox y refiriéndose a este como “el otro partido”, Bal también matizó que en Murcia se aplica la ley regional LGTBI, que establece la necesidad de formación y lucha contra la homofobia. Según Cs, esto no cambiaría con el papel que ha firmado. PP y Vox creen que sí. Y son, por cierto, mucho más vehementes comunicándolo que la tibieza (y tardanza) con que los naranjas han salido a criticarlo.

“Si eso se aplica tal y como quiere Vox que se aplique, los que deberíamos frenar esto somos nosotros”

"Yo, que tengo una hija de ocho años, si algún día vienen a darle una charla a hablar de otras cosas que no son matemática, lengua... quiero saberlo de antemano y poder autorizarlo", declaraba Espinosa de los Monteros en Telecinco para mostrar su satisfacción porque en Murcia, gracias a su formación, ya sea posible tal cosa. El portavoz de Vox, en una entrevista en Telecinco, alegó también que “los padres saben mucho mejor que los profesores lo que es mejor para sus hijos” y equiparó la asistencia a charlas de diversidad sexual con la asistencia a clases de religión.

Cs no reconoce públicamente la contradicción de lo firmado. En privado, sin embargo, fuentes del partido naranja, que sigue oficialmente sin líder hasta que en marzo se celebre el congreso, reconocen que la ambigüedad del texto les ha jugado una mala pasada. “Nos la han colado”, me confesaba en privado un dirigente del partido al conocer la interpretación de la medida que están haciendo sus socios de gobierno.

Foto: Toni Cantó, en la sede de Ciudadanos en Valencia. (Marga Ferrer)
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Si eso se aplica tal y como quiere Vox que se aplique, los que deberíamos frenar esto somos nosotros”, asegura en esa línea otro miembro del partido, también molesto con lo sucedido. En lo que sí hay unanimidad en Cs es en la necesidad de exigir transparencia en los colegios para mostrar qué se da y cómo se da, pero no que los padres tengan el poder de vetar actividades curriculares.

¿Qué es lo firmado exactamente en Murcia por Cs-PP-Vox? El texto establece “una autorización expresa de las familias para la participación de sus hijos en actividades complementarias en base a los preceptos consagrados en la Constitución”. Es importante matizar que 'complementario' no es equivalente a extraescolar ni a una simple excursión fuera del centro. Las 'actividades complementarias' forman parte de la programación curricular, se realizan en el centro y han de ser aprobadas por el Consejo Escolar. Son, además, evaluables y se producen en horario lectivo. La referencia a la Constitución, que es a lo que se acoge Cs como salvaguarda de lo firmado, garantiza "el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales" (art. 27.2). Sin embargo, PP y Vox defienden el pin parental alegando “el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (art. 27.3).

El texto establece "una autorización expresa de las familias para la participación de sus hijos en actividades complementarias"

No está, sin embargo, el ambiente abierto a los matices. Los dos partidos de la derecha se han alineado públicamente en la reivindicación del pin parental y, a diferencia de Cs, engloban dentro de lo 'moral' los asuntos relativos a la igualdad y la libertad sexual. El PSOE ha anunciado que va a denunciar la medida por considerarla ilegal. Sobre si apoyarán o no la denuncia de la ministra Celaá, en Cs esquivan el asunto y prefieren exigirle al PSOE que garantice en Cataluña la enseñanza en castellano. Cambian de tema para no mojarse en lo que a la denuncia del Gobierno se refiere, pero a la vez insisten en que si una actividad ha sido aprobada por el Consejo Escolar ya es obligatoria y, por tanto, no puede requerir autorización alguna de los padres. De hecho, así lo recoge la Lomce. En lo que Cs está de acuerdo con el Gobierno PSOE-Podemos es en que las charlas contra la homofobia o la violencia de género están recogidas entre los valores constitucionales. Al menos, en la teoría, porque en la práctica el pin parental del que presumen Vox y PP (y Cs firmó) ya se está aplicando en Murcia.

Muchos profesores se quejan en esta comunidad, y con razón, de la desautorización y la inseguridad jurídica en la que les ha puesto una medida que ni los propios socios de gobierno entienden igual. Y la polémica está creando mucha confusión en los centros, por lo que tanta ambigüedad pueda implicar: ¿podrán alegarse razones morales o de 'adoctrinamiento' para vetar que algunos alumnos participen en una charla contra la homofobia o contra la violencia de género? ¿Y contra el cambio climático? ¿Tendrían derecho unos padres antivacuna a vetar que sus hijos reciban los contenidos científicos que las avalan por considerarlo contrario a sus principios? ¿Puede una familia negarse con base en sus 'convicciones morales' a que a sus hijas se las informe en el centro de su derecho a no llevar el velo islámico o a cualquier otra charla que promueva la igualdad de género entre hombres y mujeres?

Foto: Pablo Casado en un acto del partido. (EFE)

El pin parental está rasgando las costuras de Cs, que está en plena redefinición. Internamente, algunos reclaman a la gestora que está temporalmente al frente del partido más contundencia en desmarcarse de Vox. Creen que ser muy tibios en batallas como estas les está comiendo el terreno y dando a Vox más protagonismo del que realmente tiene en los gobiernos regionales. Otros dirigentes, sin embargo, anteponen como prioridad conservar el poder regional que les queda tras el batacazo enlas elecciones generales, que dejó el grupo solo con 10 diputados. Con el pin parental, puede que esto se complique. El sábado, Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid, salía a negar que en Madrid y Andalucía vaya a aprobarse el veto parental, pero la hora de la verdad es la aprobación de presupuestos, en los que Vox insiste en ponerlo como condición y ahora el PP lo avala. De hecho, Pablo Casado lo está convirtiendo en el nuevo emblema de la derecha contra el presidente Sánchez.

Cuanto más se acerca el PP a Vox, más espacio queda huérfano en el centro. Aunque, de momento, esa pinza no hace brillar más a Cs, sino que lo debilita. Es en el congreso de marzo cuando al partido le tocará aclarar qué postura adopta con respecto a Vox. En el borrador de la nueva ponencia que prepara la gestora, Cs se define de "centro liberal progresista" y contra los populismos "de izquierda y derecha". Homologa así al partido de Abascal con el de Iglesias. Le urge decidir qué hace con esa línea roja en los gobiernos en los que, como en Murcia, Vox no solo da su apoyo sino que está marcando agenda. Mientras siga vigente el veto parental, Ciudadanos no tendrá credibilidad en su denuncia contra él. El centro que reclama seguirá vacante hasta que resuelva sus contradicciones.

El pin parental ha pasado de ser una propuesta marginal que solo Vox llevaba en su programa electoral cuando era un partido extraparlamentario a protagonizar el principal enfrentamiento entre el Gobierno de PSOE-Podemos con la oposición de Vox y PP en la primera semana de gobierno (con permiso del nombramiento de Dolores Delgado).

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