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Aznar vuelve, el centro sigue desaparecido
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Aznar vuelve, el centro sigue desaparecido

Casado está dejando vacante el centro porque no sabe dónde está. Normal que le cueste encontrarlo si, según su querida Faes, el ultra italiano Matteo Salvini es de centro derecha

Foto: José María Aznar. (EFE)
José María Aznar. (EFE)

El aznarismo vuelve a imperar en el PP y aún no está claro si se alegran más en Génova o en Vox. A los barones más moderados del Partido Popular no les convence el nuevo rumbo de la dirección popular, que adopta sin tapujos las tesis de la Fundación Faes, presidida por Aznar. Temen que si Pablo Casado se sigue escorando a la derecha, se deje marcar los compases por el partido de Santiago Abascal, como ha pasado con el pin parental, en vez de apostar por la centralidad y marcar distancias con su competidor más radical.

Desde que Aznar se ofreció hace año y medio a reconstruir el centro derecha, este no ha parado de hacerse añicos, unos más pequeños que otros. Así que las reticencias dentro de los populares son comprensibles. Corrió a postularse abiertamente el expresidente del Gobierno para refundar el desaguisado político de la derecha española unas horas después de que Mariano Rajoy renunciara a su cargo tras 14 años al frente del PP, con la sentencia de la Gürtel y la imagen del bolso de Sáenz de Santamaría guardándole el escaño en la moción de censura aún de cuerpo presente. “El centro derecha español ha sido desarticulado”, diagnosticó entonces Aznar, que de paso dejó claro que él ya no estaba adscrito a ninguna sigla ni se consideraba militante de nada. “Lo que estaba unido, ahora está dividido y parece que enfrentado”, dijo desvinculándose del PP y de paso de los escándalos de corrupción que habían llevado a 12 de los 14 ministros de su Gobierno a desfilar por los juzgados. Algunos populares todavía no le han perdonado aquella deslealtad a las siglas y que ahora vaya de salvador del PP.

Foto: El presidente de la Fundación Faes, José María Aznar (d), y el presidente del PP, Pablo Casado, durante la última edición de los cursos de verano de la fundación. (EFE)

Aznar ya se echaba las manos a la cabeza por la debacle de la derecha, de la que él, faltaría más, no tenía ninguna responsabilidad, pese a haber elegido a dedo a su sucesor, cuando el PP todavía conservaba los 137 escaños de Rajoy (88 tiene ahora, pero en las primeras elecciones con Casado llegó a caer a 66). Hace solo año y medio de aquello. Cuando Aznar empezó a ayudar en la reconstrucción del centro derecha, Vox era un partido extraparlamentario y Cs aún sumaba 32 (llegó en abril a 57 y ahora tiene 10). Si habrán cambiado las cosas, que algunos deducían de las palabras de Aznar que a quien estaba ofreciendo su ayuda el expresidente no era al PP descabezado sino a Albert Rivera, el favorito para llegar a Moncloa en las encuestas de 2018 hasta que Pedro Sánchez le adelantó repentinamente por la izquierda con la moción de censura. El entonces líder de Ciudadanos, ahora fuera de la política, no dejaba de subir en intención de voto y era el político mejor valorado. En junio del 18, cuando Aznar dijo aquellas palabras sobre la necesidad de refundar el centro derecha en la presentación del libro de Javier Zarzalejos, director de la Fundación Faes, Rivera era la portada de 'Esquire' como el político de moda y máximo adalid del liberalismo que propugnaba Faes.

Tras hacerle la autopsia a los 71 escaños que el PP perdió en abril, Casado recobró la centralidad como lema y Aznar volvió a desaparecer del mapa

Pablo Casado, que entonces solo era un vicesecretario más del PP y ni siquiera estaba en las quinielas para liderarlo, se movió rápido y le tomó la palabra al exlíder de su partido, que apadrinó su candidatura en el congreso de julio. Casado no escondió nunca que su intención era un giro conservador. Propuso a la militancia regresar a la ley del aborto del 85 y prometió (con la misma vehemencia que se le ha vuelto a ver estos días con la polémica del pin parental impulsada por Vox) defender “la vida y la familia”. El heredero de Aznar venció a la heredera de Rajoy y se impuso el giro ideológico a la derecha. Casado llegó a proclamar, tras su victoria frente a Sáenz de Santamaría, “el PP ha vuelto”, como si hubiera estado desaparecido, que era lo que sostenía Aznar desde Faes.

Pero los votantes del PP no acogieron el giro conservador con el entusiasmo con que lo hicieron los compromisarios que votaron en aquel congreso. Y los que sí que desaparecerían unos meses después de aquel rearme ideológico del ala aznarista fueron 3,6 millones de votos en las primeras elecciones convocadas por Pedro Sánchez. Tras hacerle la autopsia a los 71 escaños que el PP perdió en esas elecciones de abril, Casado recobró la centralidad como lema y Aznar volvió a desaparecer del mapa. Esa fue la estrategia en las municipales de mayo y hasta la última cita electoral del 10-N. Ahora que ya no hay elecciones a la vista, Aznar ha vuelto a entrar en escena dispuesto a continuar refundando lo que en Faes entienden que es el centro derecha.

Foto: El líder del PP, Pablo Casado, muestra un ejemplar de la Constitución. (EFE) Opinión

La formación del Gobierno de coalición del PSOE con Unidas Podemos y el apoyo de los independentistas, Bildu incluido, han escorado a la izquierda al Gobierno y han vuelto a despertar la pulsión más conservadora de Casado, cuyo discurso se parece cada vez más al de Faes (este no ha cambiado). Quedó claro el día de la investidura de Pedro Sánchez, después de que el líder de la oposición llamara al presidente “sociópata” y “fake” y lo acusara de formar un Gobierno “en contra de la Constitución”. Y ha vuelto a confirmarse cuando el presidente del PP ha abrazado las tesis de Vox con el pin parental (justo después de que Aznar se reuniese en Génova, acompañado de Rosa Díez, con Casado), del que se desmarcan, entre otros, los presidentes populares de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. El gallego, además, tiene elecciones este año.

A lo mejor, si Pablo Casado está dejando vacante el centro es porque no sabe dónde está. Normal que les cueste encontrarlo si, según su querida Faes, el ultra italiano Matteo Salvini es también un líder de centro derecha. Como no hay elecciones a la vista, Casado todavía puede cometer errores, porque nadie va a dar el paso de disputarle el liderato del partido.Tampoco hay congresos a la vista y al presidente del PP le salva tener el control de la Comunidad de Madrid, al frente de la cual la presidenta Díaz Ayuso acaba de nombrar jefe de su gabinete al también aznarista Miguel Ángel Rodríguez. El riesgo no es que le disputen el liderazgo, sino que el partido se siga desdibujando para mayor gloria de Vox, al que la centralidad le importa lo mismo que a Dolors Bassa (ERC) la gobernabilidad de España.

Después del pacto del PSOE con Podemos para un Gobierno de coalición que depende de Bildu y ERC, una buena parte del centro ha quedado vacante

Aunque si Casado descarta la moderación, puede que más que una estrategia, sean sus tripas las que hablan. Hay un temor y un odio visceral hacia el Gobierno de Sánchez con Podemos que no puede o no quiere reprimir. Si sigue dando rienda suelta a la vía más exaltada para eclipsar a Vox en vez de ningunearlo, la fractura entre el ala conservadora del PP y la más centrista no va a parar de agravarse. Vox va a estar encantado de aprovecharlo para azuzar todos esos debates que, como el pin parental y el aborto, incomodan y dividen a buena parte del PP. La negociación de los Presupuestos en Madrid, en que el apoyo de Vox es necesario, les va a permitir mantener el protagonismo de todas esas contradicciones.

Después del pacto del PSOE con Podemos para un Gobierno de coalición que depende de Bildu y ERC, una buena parte del centro ha quedado vacante. El PP podría aspirar a recuperarlo si huyera precisamente de todos esos debates viscerales y polarizantes que dan protagonismo a Vox y sirven para que PSOE y Podemos hagan más piña que nunca. Eso no va a pasar si Casado sigue creyendo que abrazar la moderación consiste en ver quién acusa más alto a Sánchez de ser un traidor bolivariano y filocastrista, en línea con la tesis de Faes. A la parte de la población espantada por este Gobierno de coalición no hace falta asustarla más. Lo que faltan no son políticos que sobreactúen, sino la figura de un líder de la oposición que dé imagen de alternativa de gobierno.

El aznarismo vuelve a imperar en el PP y aún no está claro si se alegran más en Génova o en Vox. A los barones más moderados del Partido Popular no les convence el nuevo rumbo de la dirección popular, que adopta sin tapujos las tesis de la Fundación Faes, presidida por Aznar. Temen que si Pablo Casado se sigue escorando a la derecha, se deje marcar los compases por el partido de Santiago Abascal, como ha pasado con el pin parental, en vez de apostar por la centralidad y marcar distancias con su competidor más radical.

Pablo Casado FAES Mariano Rajoy Santiago Abascal Soraya Sáenz de Santamaría Matteo Salvini