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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Qué pereza lo de Cataluña

Los independentistas quieren desconectar Cataluña de España. El Gobierno quiere que desconectemos de lo que pasa con Cataluña

Foto: Foto: Reuters.
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En realidad no es la mesa de negociación. Tampoco reformar el Código Penal para rebajar el delito de sedición, ni mucho menos la reunión del jueves con Quim Torra. La verdadera arma secreta con la que Pedro Sánchez cuenta para apaciguar el lío en Cataluña es el aburrimiento.

Las tensiones independentistas dan pereza cada vez a más gente. Con eso cuenta Sánchez. Porque no en todos los votantes socialistas va calando la idea de que el diálogo, ese mantra repetido por la coalición PSOE-UP como seña de identidad de este Gobierno desde antes de existir, sea la única salida en Cataluña. Al menos, no en las condiciones actuales. Menos aún, por no decir nada, se lo creen a su derecha. Lo que Sánchez está haciendo, en palabras de Pablo Casado, es "vender España". La utilidad del diálogo solo convence, de momento, a los más entusiastas con la coalición de izquierdas, que a punto está de celebrar su primer mes al frente del país reuniéndose con Quim Torra en el Palau de la Generalitat.

Foto: El líder del Gobierno de Cataluña, Quim Torra. (Reuters) Opinión
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Hay que ser más pedrista que Pedro para pensar que la reunión del presidente del Gobierno con el todavía 'president' de la Generalitat, que además de dejar de ser diputado también ha dejado de ser útil a su causa, es más que un mero trámite estéril. Ni siquiera el Gobierno de Sánchez espera sacar algo de esta reunión con Quim Torra, que ya está de salida. La mejor prueba es que cuando Moncloa se enteró de la convocatoria electoral en diferido que hizo Torra, desconvocó la reunión. No le veían utilidad, y con razón, a reunirse con un 'president' que anuncia la convocatoria de elecciones en diferido. Sirve, si acaso, para echarle una mano a ERC, que necesita convencer a la parroquia 'indepe' de que las negociaciones con Madrid sí que sirven para algo ahora que están oficialmente en la cuenta atrás electoral.

Sin embargo, a muchos otros votantes de izquierdas la cantinela del diálogo con Torra, lejos de convencerles, les indigna. Como le decía Alfonso Guerra hace unos días a Carlos Alsina, algunos socialistas son tan disciplinados que todavía siguen sin poder dormir por la noche con Pablo Iglesias en un Gobierno que, además, depende de ERC para aprobar sus Presupuestos. Son los decepcionados con Sánchez por incumplir su palabra de no pactar con Podemos ni con los independentistas. Sin embargo, incluso entre los más escépticos con que esta estrategia de la distensión dé sus frutos y calme el desafío independentista, entre quienes dudan de que montar una mesa de diálogo con Torra sirva para algo más que para debilitar la unidad territorial, cunde un prodigioso hartazgo en plena mutación. Debe de ser contagioso, porque cada vez encuentro más votantes socialistas que de la indignación inicial están pasando al hastío. Y eso es lo que el Gobierno necesita. Que Cataluña aburra, aunque sea una manera un tanto enrevesada de normalizar una situación.

Foto: El exvicepresidente catalán Oriol Junqueras y el 'exconseller' Raül Romeva, en una imagen de archivo de 2017. (Reuters)

El aburrimiento es un arma prodigiosa. Se produce ante estímulos demasiado repetitivos que le llevan a uno a buscar alternativas de las que ocuparse. El Gobierno aspira a despojar la causa independentista de toda su épica. Así, con suerte, dejará de interesar lo suficiente como para cambiar de tema. Para ello, el diálogo no es un medio sino un fin en sí mismo con el que marear la perdiz. Sánchez sabe, no puede no saberlo a estas alturas, que dialogar con quienes no aceptan cumplir las normas difícilmente puede servir de algo. En ERC saben, no pueden no saberlo a estas alturas, que Sánchez puede cambiar de idea en cualquier momento e incumplir lo acordado.

Junqueras, que sigue siendo el líder del partido del que Sánchez depende para gobernar, está en prisión por saltarse la Constitución y ya ha anunciado que piensa volver a hacerlo hasta lograr la independencia de Cataluña. Cualquier cosa en la que su partido apoye al Gobierno de Sánchez será, circunstancialmente, porque considere que le ayuda a llegar a ese fin. La vicepresidenta Carmen Calvo, sin embargo, cree que ERC puede "separar" los dos debates, el de los Presupuestos Generales del Estado de 2020 y lo que ocurra en Cataluña. O, al menos, eso decía en la entrevista del domingo en 'El País': "Creo que los independentistas, y sin duda ERC, que ayudó a la formación de Gobierno, distinguen lo que ellos hacen en la política nacional y en la catalana".

Espera el PSOE también que los españoles diferencien lo que dice para que ERC le apruebe los Presupuestos de lo que realmente está dispuesto a conceder a ese partido. Para pasar página, Sánchez no necesita que el diálogo con Torra solucione algo. Basta con que no lo estropee más y sea lo suficientemente vacío de contenido para que ayude a enquistar la causa 'indepe'. Si la reunión del jueves con Torra resulta tremendamente inútil, habrá cumplido su misión. Los independentistas quieren desconectar Cataluña de España. El Gobierno quiere que desconectemos de lo que pasa con Cataluña.

En realidad no es la mesa de negociación. Tampoco reformar el Código Penal para rebajar el delito de sedición, ni mucho menos la reunión del jueves con Quim Torra. La verdadera arma secreta con la que Pedro Sánchez cuenta para apaciguar el lío en Cataluña es el aburrimiento.

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