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El Gobierno de Pedro Sánchez y el síndrome Austin Powers
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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El Gobierno de Pedro Sánchez y el síndrome Austin Powers

Lo malo de cargar todas las culpas a un supervillano caricaturizado, sea este real o inventado, es que en el mejor de los casos soluciona la rueda de prensa, no los problemas

Foto: Sánchez y los 22 ministros comienzan reunión de coordinación y programación. (EFE)
Sánchez y los 22 ministros comienzan reunión de coordinación y programación. (EFE)

Al nuevo Gobierno de Sánchez lo que mejor se le da son las fotos y los súpervillanos. Este fin de semana le tocó esmerarse en lo primero, en una finca Toledo, donde el Ejecutivo en pleno se reunió en vaqueros para parecernos gente normal. No les quedó mal la foto de familia de rigor. Aunque fue un poco arriesgado, la verdad, hacer un posado campestre ahora que los agricultores están en pie de guerra. No hay nada más urbanita que irse a una casa rural a hacer team 'building' pegando 'post-its'.

Los agricultores han salido estos días a manifestarse para recordarnos a quienes, como el Gobierno, solo pisamos el campo en escapadas con encanto, que el futuro de su tierra no pasa por sembrarla de 'startups', sino de patatas. Necesitan algo tan básico, y a la vez tan complejo, como que sea rentable seguir cultivando tomates. Y ahora que se les ha cruzado la subida del salario mínimo no están muy convencidos de que aumentar los costes salariales vaya a ayudarlos en plena epidemia de precios bajos. Y ahí es donde entra la segunda de las habilidades que mejor se le dan al Gobierno de Sánchez. La creación de súpervillanos.

Dibujar en el imaginario un malo malísimo ayuda mucho a convencer al resto de que estás salvando el mundo. Hollywood lleva toda la vida demostrando que para construir un héroe verosímil lo más importante es el villano. Solo así le da tiempo a los guionistas a simplificar la realidad lo suficiente para lograr un éxito en taquilla. Lo cierto es que, por lo general, resolver problemas políticos es una tarea ardua y compleja llena de matices y reuniones aburridas que no salen en las fotos. Simplificarlo en buenos y malos es un truco resultón que a veces también funciona en las urnas. Y en las encuestas. Podríamos llamarlo el Síndrome Austin Powers.

Dibujar en el imaginario un malo malísimo ayuda mucho a convencer al resto de que estás salvando el mundo

¿Que los precios de las frutas y verduras están por los suelos? Mira qué malas son las grandes distribuidoras que quieren dominar el mundo. ¿Que para aprobar los presupuestos hace falta hacer cesiones a cambio del apoyo de ERC? La culpa es de la derecha, que acaricia gatos negros en vez de dialogar. ¿Que sube el paro? Urge derogar la reforma laboral y todo se arreglará. Ningún problema sin su Doctor Maligno.

El desafío independentista, la agonía del campo español y los 3,25 millones de parados, así como la precariedad en el empleo, no van a arreglarse demonizando a la derecha por intransigente ni a los empresarios por usureros. Del mismo modo que tampoco resultaba útil echarle la culpa de lo que pasa en Cataluña a Torra y Puigdemont (esos eran los malos de la temporada pasada y ha habido que actualizarlos en esta nueva entrega del Gobierno Sánchez).

Foto: Jesús Sánchez, de frutas Olivar, muestra su género. (D.B.)

Lo malo de cargar todas las culpas a un supervillano caricaturizado, sea este real o inventado, es que en el mejor de los casos soluciona una rueda de prensa pero no los problemas. Los asuntos realmente complejos, y los que ha de afrontar el Gobierno de Sánchez lo son, vienen de disfunciones estructurales. Y en estas, más que buenos y malos, lo que tienen son ganadores y perdedores.

Regar de dinero Cataluña para apaciguar al Gobierno independentista de la Generalitat, puede generar descontento en otras comunidades que se sienten olvidadas en los Presupuestos, sin que encima sea garantía de que estos se aprueben. Las políticas complejas tienen consecuencias colaterales que por muy indeseadas que sean no dejan de suceder. Pasa con creer que la precariedad en el empleo se soluciona con una derogación brusca de la reforma laboral del PP, cuya sola amenaza ya están avisando algunos expertos que puede estar acelerando los EREs en algunas grandes empresas que temen el aumento de los costes de despido.

Los agricultores no tienen un problema, sino muchos a la vez. Fomentar su colaboración con el campo sirve de mucha más ayuda

Haber subido el salario mínimo beneficia ya a más de un millón y medio de trabajadores que han pasado a cobrar un salario más digno del que tenían. Sin embargo, haberlo hecho de forma brusca el último año puede estar desacelerando la creación de empleo en sectores más vulnerables, incluido el agrario. No es la subida del salario mínimo el principal problema de la insostenibilidad de los precios del campo, pero sí una muestra más de que cuando el Gobierno se puso a legislar se olvidó de cómo podía afectarles a ellos. Los agricultores no tienen un problema, sino muchos a la vez. Y de mucha más ayuda que demonizar a las grandes cadenas de distribución es fomentar su colaboración con el campo. Hay seis grandes cadenas y 2.000 coperativas en España, lo que dificulta su atomizado poder de negociación, pero en el interés de toda la cadena alimentaria está mejorar la viabilidad de todos los eslabones.

A diferencia de las películas de Austin Powers, los problemas más graves nunca tienen un único malo de la película. Achacar una situación al Doctor Maligno de turno, sean las distribuidoras comerciales o la derecha, no solo no va a arreglar las cosas, sino que puede empeorarlas. Puede que la otra parte no ponga fácil la negociación, puede incluso, que en vez de colaborar para resolver problemas, estén ocupados en caricaturizar en el Gobierno a su propio villano para todo. En eso, además, les lleva ventaja el independentismo. Que lleva décadas puliendo la estrategia. Ya le dijo Junqueras a Évole que los ciudadanos catalanes solo pueden votar al bien o al mal, pasando ya de la estrategia del supervillano a la de mandar al infierno al discrepante directamente. Por diabólico.

Es el Ejecutivo el que tiene ahora la responsabilidad de arreglar las cosas. No estaría mal que, para variar, confiara en la madurez de los ciudadanos. Porque simplificar con fines propagandísticos las causas originales de los problemas que afronta no resolverá ninguno de los desafíos. Es más, puede crear la falsa sensación de estar avanzando mientras lo que se está es perdiendo un tiempo precioso. El álbum de fotos, eso sí, les está quedando monísimo.

Al nuevo Gobierno de Sánchez lo que mejor se le da son las fotos y los súpervillanos. Este fin de semana le tocó esmerarse en lo primero, en una finca Toledo, donde el Ejecutivo en pleno se reunió en vaqueros para parecernos gente normal. No les quedó mal la foto de familia de rigor. Aunque fue un poco arriesgado, la verdad, hacer un posado campestre ahora que los agricultores están en pie de guerra. No hay nada más urbanita que irse a una casa rural a hacer team 'building' pegando 'post-its'.

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