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Los tres misterios del caso Dina-Iglesias
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Marta García Aller

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Los tres misterios del caso Dina-Iglesias

Iglesias ha pasado de instrumentalizar el caso Dina en beneficio de Podemos a instrumentalizar Podemos para beneficiarle en el caso Dina

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)

Cuando en la campaña de abril de 2019 Pablo Iglesias pasó a la ofensiva contra las cloacas del Estado, el CIS le pronosticaba que perdería cerca de la mitad de sus escaños (al final perdió 29 de los 71). El PSOE llegaba a la campaña de lo más triunfalista y en Podemos saltaron las alarmas. El líder de Podemos acababa de regresar a la política tras su permiso paternal con el traspiés de un desastroso cartel mesiánico del que él mismo se tuvo que retractar. En aquel eslogan de 'VuÉLve' había demasiado hiperliderazgo incluso para él. En la campaña del 28-A todavía coleaba la polémica del chalé en Galapagar, con el que Iglesias, más que de Vallecas, se había mudado de clase social. Y aunque las bases moradas se lo perdonaran todo, aumentaba el temor a que los votantes no. Tras tres meses lejos de los focos, a Iglesias le costaba recuperar protagonismo.

Recordar esto ahora puede ayudar a entender mejor la instrumentalización que Pablo Iglesias hizo del caso Dina Bousselham para su beneficio político y por qué, una vez convertido en el eje de aquella estrategia electoral, es más difícil argumentar que se trate de un asunto privado del líder de Podemos. Su primer acto en aquella campaña, en la que tanto le costaba ser el centro de atención al que estaba acostumbrado, fue acudir junto a la exasesora de Podemos a declarar como perjudicado a la Audiencia Nacional, un mes antes que a las urnas. Un año y pico después, el caso ha dado un vuelco e Iglesias puede pasar de víctima a investigado por el Supremo.

Foto: Dina Bousselham acompañada por su abogada Marta Flor. (EFE)

La Fiscalía Anticorrupción sospechaba hace un año que el comisario Villarejo estaba detrás del robo del móvil de Bousselham con información íntima de la politóloga y también del partido. Iglesias lo aprovechó para denunciar la operación política contra él. En su primer mitin, cargó contra las cloacas: “Vienen a por nosotros”. Un año más tarde, el juez García-Castellón ha retirado a Pablo Iglesias la condición de perjudicado y ha descartado que el robo de la tarjeta del móvil de la exasesora fuera organizado por el comisario Villarejo. La propia Bousselham reconoció en sede judicial haber hecho capturas de los chats que publicaron varios medios, en las que Iglesias decía que “azotaría” a la periodista Mariló Montero “hasta que sangrara”. Si ella había enviado a terceras personas esa conversación en que Iglesias utilizaba un lenguaje tan machista, el origen de la filtración a 'OKDiario' podía ser ella y no las cloacas 'villarejas'.

El vicepresidente del Gobierno queda ahora al borde de una doble imputación en el Tribunal Supremo por presuntos delitos de revelación de secretos y daños informáticos, una vez que se ha sabido que la tarjeta desaparecida estuvo durante meses en manos de Iglesias sin que este avisara a su excolaboradora de que la tenía. Faltan por aclarar muchas cosas, entre ellas, qué pasó con la tarjeta mientras la tuvo el líder de Podemos. ¿La metió (presuntamente) en el microondas antes de devolvérsela para evitar que trascendiera la información que contenía? ¿Por qué Bousselham ha dado varias versiones respecto el estado en que le devolvió la tarjeta robada?

Como bien saben Luis Bárcenas y los responsables de destruir 35 veces sus discos duros en el PP, los daños informáticos son un delito difícil de probar

Como bien saben Luis Bárcenas y los responsables de destruir 35 veces sus discos duros en el PP, los daños informáticos son un delito difícil de probar. Los motivos por los que Iglesias podría haber inutilizado la tarjeta antes de devolvérsela a Bousselham tampoco están claros. El juez quiere aclarar si el político quería asegurarse de que no trascendía el contenido, que incluía pantallazos de conversaciones en varios chats privados de Podemos y, según el propio Iglesias reconoció en sede judicial, “fotos íntimas” de Bousselham.

Otro de los asuntos pendientes de aclarar en un caso que cada vez tiene más aristas es qué papel jugó la Fiscalía. La abogada que han compartido Dina Bousselham y Pablo Iglesias aseguraba en un chat de Telegram con la cúpula de Podemos, según desveló este diario, que los fiscales le habían dicho que Iglesias se podía personar como perjudicado. Podemos habría gozado de un trato privilegiado de la Fiscalía gracias a unas filtraciones interesadas que tan oportunas fueron para preparar su campaña electoral. A ver entonces si lo que a Sánchez le quitaba más el sueño cuando todavía gobernaba en solitario no era gobernar con Podemos, sino que el batacazo de Iglesias fuera tan grande que ni siquiera sumara 40 diputados, como barruntaba Tezanos.

A medida que han ido perdiendo el postureo proletario y se han ido transmutando en élite, el partido ha ido perdiendo la mitad de sus escaños

El tercer misterio del caso Dina-Iglesias es el vacío que está haciendo gran parte de la prensa nacional a un caso que podría acabar con el vicepresidente del Gobierno imputado. Puede que más allá de afinidades ideológicas, algunos aún lo traten con cierto pudor, por considerar que se trata de un asunto personal del vicepresidente. Nunca ha sido fácil diferenciar dónde está la línea que separa lo personal de lo público en un partido que sometió a votación de las bases el chalé que se compró su líder y nació centrando su discurso más en lo que eran que en lo que hacían. Su principal argumento electoral empezó siendo lo mucho que se parecían a la gente de a pie. Así que a medida que han ido perdiendo el postureo proletario y se han ido transmutando en élite, el partido ha ido perdiendo la mitad de sus escaños, ante el desconcierto de los que se creyeron que no eran casta.

En las filas de Podemos, sin embargo, la versión oficial es que no hay inquietud alguna por el caso Dina. Iglesias ha sobrevivido a crisis más graves que esta. Tocar suelo electoral, cuando más débil estaba, no le impidió llegar a Moncloa. Su nueva estrategia pasa por ignorar, una vez más, todas estas contradicciones. Al fin y al cabo, con las anteriores le ha ido funcionando. La defensa más burda está siendo cargar en redes contra los periodistas que cubren el caso y con el 'hashtag' #NoTodoValecontraPodemos diluyen el nuevo revés judicial que podría llevar al vicepresidente al Supremo en los viejos tejemanejes de Villarejo contra el partido. Aspiran a devolver a Iglesias en Twitter el papel de víctima que ahora el juez le niega en los tribunales. Confían en el partido que los entresijos del caso resulten lo bastante confusos, no sea que sus votantes caigan en la cuenta de que los engañaron en la campaña electoral al hacerle pasar por perjudicado. Iglesias ha pasado de instrumentalizar el caso Dina en beneficio de Podemos a instrumentalizar Podemos para su beneficio en el caso Dina.

Cuando en la campaña de abril de 2019 Pablo Iglesias pasó a la ofensiva contra las cloacas del Estado, el CIS le pronosticaba que perdería cerca de la mitad de sus escaños (al final perdió 29 de los 71). El PSOE llegaba a la campaña de lo más triunfalista y en Podemos saltaron las alarmas. El líder de Podemos acababa de regresar a la política tras su permiso paternal con el traspiés de un desastroso cartel mesiánico del que él mismo se tuvo que retractar. En aquel eslogan de 'VuÉLve' había demasiado hiperliderazgo incluso para él. En la campaña del 28-A todavía coleaba la polémica del chalé en Galapagar, con el que Iglesias, más que de Vallecas, se había mudado de clase social. Y aunque las bases moradas se lo perdonaran todo, aumentaba el temor a que los votantes no. Tras tres meses lejos de los focos, a Iglesias le costaba recuperar protagonismo.

Comisario Villarejo Audiencia Nacional Fiscalía Anticorrupción