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Ayuso impone la cláusula anti-Ayuso
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Ayuso impone la cláusula anti-Ayuso

No deja de ser irónico que Ayuso pueda ponerse la medalla de fijar un umbral en las restricciones en las que ella no creía para Madrid y a las que llevaba un mes negándose

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)
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El Gobierno de Sánchez ha cambiado de idea. Ayuso, también. Según el principio de acuerdo, la presidenta madrileña accedería ahora a confinar Madrid y Sanidad impondrá las mismas restricciones para frenar la pandemia en todos los municipios de España con más de 100.000 habitantes. Ya que era ella la que llevaba días pidiendo un mismo criterio para todo el país, lo justo sería llamarlo la cláusula Ayuso. O, mejor dicho, la cláusula anti-Ayuso. Porque para lo que servirá fundamentalmente este nuevo criterio común es para ahorrarles a las demás regiones el riesgo de caer en manos de dirigentes tan irresponsables como las de la presidenta madrileña, que ha esperado a que la tasa de contagios se desbocase por encima de los 700 positivos por 100.000 habitantes antes de reaccionar.

Foto: Reunión del Grupo Covid-19 en Madrid. (EFE)

También ha habido que esperar a que en España haya más de 200 muertos al día en esta segunda ola de covid-19 para que el Gobierno tome un criterio de actuación común en toda España. Y ha hecho falta sufrir medio centenar de muertos diarios en la Comunidad de Madrid para que su presidenta acceda a adoptar un criterio común en toda la región. Ambos rectifican, bienvenido sea. Aunque en las negociaciones quedan asuntos importantes pendientes por aclarar, esperemos que dejen por fin el pulso político para anteponer lo verdaderamente urgente: frenar la pandemia.

De aprobarse en el Consejo Interterritorial, las nuevas restricciones afectarán a todas las localidades españolas del tamaño acordado que superen los 500 casos por 100.000 habitantes, además del 10% de positivos en PCR y más del 35% de las camas UCI ocupadas. En realidad, solo Madrid supera estos criterios. De salir adelante la propuesta, la capital debería confinarse. Illa lograría así que Ayuso confine Madrid sin tener que intervenir la región, y la presidenta madrileña conseguiría que se acepte una de sus principales peticiones: criterios comunes para toda España.

Foto: Agentes de la Policía controlan una calle de la localidad madrileña de Alcobendas. (EFE) Opinión


Ha costado cuatro meses que Sanidad imponga un mismo criterio de actuación frente al covid-19 para toda España, algo que Illa llevaba tiempo negando que fuera necesario. La desescalada ha sido tan desordenada que ni siquiera el ministerio ha sido capaz de un acuerdo con las comunidades autónomas en la forma de publicar los datos hospitalarios. Es más, el ministro aseguraba que ya existía un criterio común. No sería muy útil, sin embargo, si en la práctica Sanidad carecía de mecanismos para forzar a Ayuso a seguir los criterios que exigían los técnicos del ministerio.

Ayuso, líder de la oposición

No se entiende muy bien que quienes se quejaban estos días de la imprudencia de Ayuso por no actuar antes en todo Madrid no vean como una buena noticia que el resto de España vaya a tener esta cláusula anti-Ayuso que de momento solo le afectaría a ella. De hecho, el umbral fijado ya está muy por encima de lo que recomiendan la mayoría de los expertos y la propia Comisión Europea (el Centro Europeo de Control de Enfermedades pide actuaciones contundentes por encima de los 200 casos por 100.000). Hasta Illa ha reconocido que “no hay que esperar a estos escenarios para actuar”.

Y aquí surge una de las aclaraciones pendientes: ¿por qué no fija entonces el Ministerio de Sanidad el verdadero umbral en el que sería más prudente empezar las restricciones de horarios y movilidad? Tal vez porque entonces se notaría mucho lo lejos que estamos de ellos y la negligencia de tardar cuatro meses en establecerlos. Es verdad que algunas regiones han actuado este verano a tiempo para frenar sus rebrotes y no necesitaban medirse en este nuevo criterio común a toda España, porque ya lo estaban aplicando. En cualquier caso, a quienes lo cumplen no les estorbará epidemiólogicamente hablando. Políticamente, sí, claro. Algunos dirigentes regionales reivindicarán que estos umbrales se hubieran fijado en alguna de las reuniones interregionales. ¿No era esta la famosa legislatura del diálogo?

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El criterio común se ha fijado en una reunión en la que no había presente ningún científico. Es un criterio negociado por solo políticos. En concreto, por miembros del Ejecutivo central y el madrileño. A falta del portavoz técnico del Grupo Covid-19, que dimitió abochornado a las 48 horas de ser nombrado, compareció el ministro Illa para explicar lo acordado. Aclaró que “la Comunidad de Madrid ha aceptado el criterio del Gobierno”. Se le olvidó añadir que viceversa, también. Explicó, eso sí, que había “tenido contacto” con todos los consejeros de Salud para que no parezca una imposición de Ayuso a los demás. Suerte con eso. Va a ser difícil que cuele lo del consenso interterritorial cuando el asunto llega precocinado desde la Puerta del Sol. Si el concepto de nueva normalidad ha envejecido mal, el de la cogobernanza ni te cuento.

Ayuso aún no ha celebrado el acuerdo como tal. Solo el vicepresidente Aguado se ha mostrado “satisfecho” y ha celebrado la “unidad” tras la reunión. Aunque viniendo de alguien que canta victoria por inaugurar un dispensador de gel en el metro seis meses tarde, es mejor no precipitarse. No deja de ser irónico que Ayuso pueda ponerse la medalla de fijar un umbral en las restricciones en las que ella no creía para Madrid y a las que llevaba un mes negándose.

Principio de acuerdo contra el covid entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno central

Si finalmente se implantan las restricciones a la movilidad y el cierre temprano de bares y restaurantes en todo Madrid, tendrá que aclarar también la presidenta por qué ahora ya son buenas para los madrileños y antes no lo eran. ¿Por qué retrasa las medidas para la región que gobierna en función de lo que el Gobierno haga para el resto de España? ¿Cuántos contagios se podían haber evitado de haberlas adoptado la semana pasada?

El pulso de Illa con Ayuso ha dejado claro que la presidenta madrileña se consagra como líder de la oposición al Gobierno de Sánchez y que en este desafío había más intereses políticos que epidemiológicos. Con su pulso temerario, no solo ha logrado que Moncloa rectifique, tal vez con eso además consiga eclipsar su propia rectificación. ¿Creerá ahora Ayuso que adoptar nuevas restricciones para frenar la pandemia ayuda a preservar la salud de los madrileños? ¿O sigue pensando que son contraproducentes e innecesarias, pero traga por imponer su criterio al de Sánchez? Y una última duda: si Ayuso creía que imponer restricciones a la movilidad arruinaría la economía madrileña, ¿por qué proponía ampliarlas a toda España?

A las medidas que tienen aún que discutir en el Comité Interterritorial les falta un umbral importante que se les ha olvidado concretar. Urge fijar en España el porcentaje de oportunismo político que puede pesar en la gestión de la pandemia.

El Gobierno de Sánchez ha cambiado de idea. Ayuso, también. Según el principio de acuerdo, la presidenta madrileña accedería ahora a confinar Madrid y Sanidad impondrá las mismas restricciones para frenar la pandemia en todos los municipios de España con más de 100.000 habitantes. Ya que era ella la que llevaba días pidiendo un mismo criterio para todo el país, lo justo sería llamarlo la cláusula Ayuso. O, mejor dicho, la cláusula anti-Ayuso. Porque para lo que servirá fundamentalmente este nuevo criterio común es para ahorrarles a las demás regiones el riesgo de caer en manos de dirigentes tan irresponsables como las de la presidenta madrileña, que ha esperado a que la tasa de contagios se desbocase por encima de los 700 positivos por 100.000 habitantes antes de reaccionar.

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