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La extraña semana que unió a Meghan Markle e Íñigo Errejón
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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La extraña semana que unió a Meghan Markle e Íñigo Errejón

Si la duquesa hubiera tenido diabetes, nadie le habría negado atención médica. Parece normalizado vivir la tortura de enfrentarse sin ayuda médica a los problemas de salud mental

Foto: Meghan Markle. (CBS)
Meghan Markle. (CBS)

Íñigo Errejón y Meghan Markle son una combinación informativa tan improbable que podría resultar de uno de esos binomios fantásticos que propone Gianni Rodari en su libro ‘Gramática de la fantasía’, la unión de dos conceptos que aparentemente no tienen relación alguna para crear una historia original. Teniendo en cuenta que este año empezó juntando ‘bisonte’ y ‘Capitolio’, el guionista de 2021 parece estar abusando de esta técnica literaria. El último hallazgo es esta inverosímil unión informativa de la princesa y el politólogo postmarxista. De Laclau al palacio de Buckingham.

Ha sido una semana extraña. Pero con permiso del anuncio de Pablo Iglesias de dejar la vicepresidencia del Gobierno de la Nación para pasarse a competir en segunda regional como cabeza del sexto partido de la Asamblea de Madrid; con permiso también de la ofensiva del PP para acelerar la desintegración de Cs, aplicando la arriesgada teoría de que con la humillación y destrucción acelerada del partido atraerá a sus votantes en vez de disgustarlos; y sin olvidarnos del nuevo retraso de la vacunación de AstraZeneca, motivado por unas cautelas más políticas que científicas (a este ritmo el final de la vacunación en España llegaría en febrero de 2022). Con permiso de toda esta acumulación informativa semanal aún sin metabolizar, de los últimos siete días me quedo con el asunto que inesperadamente ha unido a la duquesa de Sussex y el diputado madrileño.

El sábado pasado se emitía en España la entrevista de Meghan Markle y el príncipe Harry. Hace solo una semana. En el Mesozoico. Al día siguiente los titulares glosaban el daño a la imagen de la monarquía británica y había cierto consenso mediático en destacar las acusaciones de racismo como la mayor de las polémicas. Que alguien de los Windsor hubiera expresado al príncipe Harry su “preocupación” por el tono de piel que tendría al nacer el bisnieto de la reina Isabel causó el gran revuelo. En Reino Unido, los laboristas exigieron que se investigara la denuncia de racismo de los duques de Sussex en la entrevista en televisión.

Más inadvertido, sorprendentemente, pasó otra de las denuncias de la exactriz y exmiembro de la realeza británica ante su amiga Oprah Winfrey. Meghan Markle le contó que pidió ayuda médica cuando vivía en el palacio de Kensington porque había perdido las ganas de vivir. Estaba deprimida y embarazada de cinco meses cuando alertó de sus pensamientos suicidas y, según ella, cuando pidió a los Windsor ayuda psicológica se la negaron. Le dijeron que “no sería bueno para la institución”.

Negar ayuda médica a una persona que pensaba acabar con su vida no fue lo que puso la salud mental en primera plana esta semana

Es curioso que la negativa de ayuda psicológica haya resultado esta semana menos escandalosa que las acusaciones del supuesto racismo. El príncipe Guillermo se apresuró a desmentir públicamente que su familia “no es racista ni de lejos”. No añadió que ningún miembro de la familia real haya tenido problemas en acudir al psicólogo cuando ha hecho falta. Tampoco esto se le afeó demasiado.

Negar ayuda médica a una persona que estaba pensando en acabar con su vida no puso esta semana la salud mental en primera plana del debate público. ¿Qué habrían hecho los tabloides de haberse enterado de que Meghan Markle necesitaba atención psicológica? A lo mejor habrían titulado: “¡Vete al médico!”, que fue lo que gritó un diputado del PP a Errejón unos días más tarde cuando el diputado de Más País denunciaba en el Congreso la falta de recursos públicos que en España se dedican a la atención psicológica.

Foto: Un hombre cruza la calle en Tokio. (EFE)

No fue Meghan Markle. Ni siquiera Íñigo Errejón. Fue aquel desbarre del diputado popular lo que realmente ayudó a atraer la atención sobre el problema. Las víctimas del suicidio triplican en España a las de los accidentes de tráfico y, sin embargo, para combatir lo primero apenas hay campañas de prevención. En España solo hay seis psicólogos por cada 100.000 habitantes, tres veces menos que la media europea. Hay estudios que demuestran que, cuantos más medios de atención psicológica se dedican a la atención primaria, más disminuyen los suicidios. Sin embargo, son ínfimos. Más hombres se quitan la vida en España, pero más mujeres lo intentan. Y la pandemia ha disparado la ansiedad y la depresión.

Si Meghan Markle hubiera tenido diabetes, presión arterial o se hubiera roto un brazo, nadie le habría negado atención médica. Y de haber contado que esto es lo que le habían hecho se habría considerado poco menos que tortura. Sin embargo, parece normalizado que mucha gente viva la tortura de tener que enfrentarse sin ayuda médica a sus problemas de salud mental.

Preguntarse si una persona deprimida tiene motivos o no para estarlo es el equivalente a debatir qué llevaba puesto Nevenka

Errejón ha recordado esta semana que ir al psicólogo en España es un lujo reservado a quien se lo pueda pagar. Pero las carencias endémicas en la atención psicológica no solo se derivan de un problema económico, también de un injusto estigma social que no entiende de clases. No solo en el palacio de Buckingham preocupa el qué dirán.

La princesa estaba triste, tan triste que dice que pensó en acabar con su vida. Y cuando lo contó, buena parte del debate giró en torno a cuántos motivos tenía realmente en su privilegiada vida para sentirse así. Preguntarse si una persona deprimida tiene motivos o no para estarlo, en vez de qué ayuda tiene a su alcance para salir de ese agujero tan peligroso, es el equivalente a debatir qué llevaba puesto Nevenka.

Claro, que si lo de Meghan Markle era el debate a principios de semana, de lo de Nevenka hace por lo menos 15 días ya. La actualidad va demasiado deprisa, pero hay noticias que no caducan. Unas 10 personas en España se suicidan al día y otras 200 lo intentan. Y mañana otra vez. Urge un plan, faltan recursos. La salud mental es una emergencia nacional. Nos va la vida en ello.

Íñigo Errejón y Meghan Markle son una combinación informativa tan improbable que podría resultar de uno de esos binomios fantásticos que propone Gianni Rodari en su libro ‘Gramática de la fantasía’, la unión de dos conceptos que aparentemente no tienen relación alguna para crear una historia original. Teniendo en cuenta que este año empezó juntando ‘bisonte’ y ‘Capitolio’, el guionista de 2021 parece estar abusando de esta técnica literaria. El último hallazgo es esta inverosímil unión informativa de la princesa y el politólogo postmarxista. De Laclau al palacio de Buckingham.

Ha sido una semana extraña. Pero con permiso del anuncio de Pablo Iglesias de dejar la vicepresidencia del Gobierno de la Nación para pasarse a competir en segunda regional como cabeza del sexto partido de la Asamblea de Madrid; con permiso también de la ofensiva del PP para acelerar la desintegración de Cs, aplicando la arriesgada teoría de que con la humillación y destrucción acelerada del partido atraerá a sus votantes en vez de disgustarlos; y sin olvidarnos del nuevo retraso de la vacunación de AstraZeneca, motivado por unas cautelas más políticas que científicas (a este ritmo el final de la vacunación en España llegaría en febrero de 2022). Con permiso de toda esta acumulación informativa semanal aún sin metabolizar, de los últimos siete días me quedo con el asunto que inesperadamente ha unido a la duquesa de Sussex y el diputado madrileño.

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