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El machismo y la escena del sofá 
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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El machismo y la escena del sofá 

¿Cómo llamamos al pazguato que se queda mirando a cámara con media sonrisa sin cuestionar que se está sentando con todo su cuajo en un privilegio dispuesto para él por ser varón?

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

El presidente turco degradó a la presidenta de la Comisión Europea al dejarla sin silla, relegándola a un sofá en segundo plano, durante una visita a Ankara. No es una novedad que Recep Tayyip Erdogan tenga actitudes machistas. Hace tiempo que sigue una deriva abiertamente autoritaria cada vez más islamista. De Erdogan no podía esperarse más. Del presidente del consejo, Charles Michel, que le siguió el juego al turco al sentarse en una de las dos únicas sillas disponibles, sí.

Hay algo que pocas veces vemos tan bien escenificado públicamente como en la lamentable escena del sofá de Ankara. Si algo evidencia el ‘sofagate’ es que sigue habiendo hombres que, por más evidente que resulte, no se enteran de que están beneficiándose de un asiento por el mero hecho de ser hombres. O, lo que es peor, hacen como que no se enteran.

El que urde un desplante a Von der Leyen es el presidente turco, sí. Y es a él a quien más retrata la escena. Erdogan es el machista, sí. ¿Pero qué es entonces Charles Michel? ¿Cómo llamamos al pazguato que se queda mirando a cámara con media sonrisa sin cuestionar que se está sentando con todo su cuajo en un privilegio dispuesto para él por ser varón? Sería intolerable que un mandatario dejara sin asiento a otro por ser negro y un representante de la UE transigiera con naturalidad ante semejante gesto de racismo. ¿Por qué con el machismo aún se mira para otro lado?

Una de las respuestas posibles es evitar una crisis diplomática. Así que llamé a un amigo diplomático para preguntarle qué se hace en estos casos, que no son infrecuentes cuando se trata de países islamistas. Para empezar, es un error de protocolo garrafal no tener previamente acordado y bien atado un trato igualitario a los dos mandatarios europeos. Pero a veces es trabajo de un diplomático improvisar. Y eso es lo que no supieron hacer ni Ursula von der Leyen ni Charles Michel, especialmente Charles Michel. Cuando ella por fin entendió que se quedaba sin silla se le escapó un incrédulo ‘Eihn?’ que sonó más bien a ‘WTF?’. Él simplemente se repanchingó en la silla con el ‘manspreading’ de rigor. Supongo que cuando uno los tiene cuadrados conviene dejarles más sitio.

Foto: Charles Michel, Recep Tayyip Erdogan y Ursula von der Leyen. Tres líderes políticos frente a tan solo dos sillas. (EFE)

No creo que a Charles Michel le parezca bien que Ursula von der Leyen quedara relegada al segundo plano del sofá por el hecho de ser mujer. O bien no se dio cuenta de la discriminación o no supo reaccionar para evitarla. Ambas cosas son preocupantes. Quien no cae en la cuenta de que una mujer que tiene al lado está siendo discriminada por ser mujer, ni siquiera cuando se reúne con un gobernante islamista cuestionado por la propia UE por sus políticas contra la igualdad, difícilmente va luego a darse cuenta del machismo si lo encontrase en la rotonda de Schuman.

A lo mejor es que el mandatario europeo estaba más preocupado con su lucha interna de poder con la eterna institución rival y al ver que la silla era para él simplemente se alegró para sus adentros, de manera ingenua y miope, porque el protocolo turco le reconociera, como presidente del Consejo, más jerarquía que a la presidenta de la Comisión. No es una novedad que haya piques entre el Consejo Europeo y la Comisión Europea a ver quién manda más, sí aprovecharse públicamente del machismo ajeno para ganar terreno. O a lo mejor Michel no recordaba que en las anteriores cumbres bilaterales, cuando al frente de las instituciones europeas había dos hombres, Erdogan disponía tres sillas para que Tusk y Junker se sentaran a su lado en igualdad de condiciones. Cuesta creer tanta ingenuidad en una visita precisamente a Turquía, cuyo líder islamista lleva tiempo atacando a la UE y en la que parte de la agenda era precisamente combatir la desigualdad de género.

Foto: El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan (Reuters)

También cabe la posibilidad de que Michel sí se diera cuenta de la encerrona machista de Erdogan, pero no supiera resolverla. Si es así, no cuadra que mantenga un gesto tan apacible mientras toma asiento con aparente normalidad y luego le sorprenda el escándalo posterior por el desplante a su colega. Había maneras de resolverlo mejor sin echar a perder una cumbre. Según este amigo diplomático con larga experiencia en países de África y Oriente Medio, lo más adecuado hubiera sido que Michel le pidiera con una sonrisa una silla más a Erdogan fingiendo que ahí debía de haber un error. También él podría haberle cedido el sitio a ella y pedir otra silla para sí mismo con naturalidad, lo que sin duda incomodaría menos al anfitrión que si hubiera sido ella la que se plantase.

Al día siguiente del incidente, en la conferencia de prensa diaria de la Comisión, el portavoz de Von der Leyen reafirmó que ella "debería haberse sentado exactamente de la misma manera que el presidente del Consejo Europeo y el presidente turco" e insistió, por si quedaba alguna duda al ver el vídeo, que ella “estaba claramente sorprendida” del trato recibido. También aclaró que la presidenta ha pedido a su equipo que tome las medidas necesarias para que eso no se repita en el futuro.

Foto: Momento en el que Ursula Von der Leyen se queda sin asiento. (Reuters)

Muy diferente fue el comunicado del presidente del Consejo. Inicialmente, el equipo de Michel dijo a 'Politico' que todo se desarrolló según el protocolo, ya que él ocupa un lugar más alto en el orden jerárquico diplomático. Hubo que esperar hasta la noche para que Michel diera una explicación, que no una disculpa, después de un día entero de subestimar el revuelo. Lo hizo en un comunicado de ocho párrafos en Facebook en el que el ex primer ministro belga parecía más preocupado por no quedar mal él que por lo que había pasado con Von der Leyen: “Algunas de las imágenes que se han transmitido me han dado la impresión de que tal vez me haya mostrado insensible a esta situación. Nada más lejos de la realidad o de mis sentimientos más profundos”, aunque lo justificó en la "interpretación estricta por parte de los servicios turcos de las reglas del protocolo".

Es una humillación a la mujer más poderosa de la Comisión Europea. Por no montar un número, han montado otro extremadamente preocupante

Michel reconocía en Facebook el carácter “lamentable” del episodio, pero como si el machismo fuera una fuerza ingobernable de la naturaleza, daba a entender que no podía haber actuado de otra manera. Es más, se justificaba en que él y Von der Leyen “decidieron” actuar así para “no empeorar las cosas creando una escena”. Esa complicidad entre los dos que implica el uso del plural no es lo que se aprecia en las imágenes, en las que se ve que Von der Leyen se queda sola y desconcertada. Tampoco cuadra con lo que comunicó la propia Comisión.

Esto no es un desliz de protocolo. Es una humillación a la mujer más poderosa de la Comisión Europea. Por no montar un número, han montado otro extremadamente preocupante. ¿Qué mensaje lanza el ‘sofagate’ a las mujeres cuando encuentran desplantes machistas mientras están haciendo su trabajo? ¿Que lo mejor es que no monten una escena para no poner en riesgo un negocio o una reunión? Resulta profundamente decepcionante que haya quien desde lo más alto de la UE aspire a normalizar algo así. Pero la escena del sofá también retrata algo mucho más importante que también urge recordar: el machismo no desaparecerá mientras queden hombres dispuestos a sentarse en esa silla.

El presidente turco degradó a la presidenta de la Comisión Europea al dejarla sin silla, relegándola a un sofá en segundo plano, durante una visita a Ankara. No es una novedad que Recep Tayyip Erdogan tenga actitudes machistas. Hace tiempo que sigue una deriva abiertamente autoritaria cada vez más islamista. De Erdogan no podía esperarse más. Del presidente del consejo, Charles Michel, que le siguió el juego al turco al sentarse en una de las dos únicas sillas disponibles, sí.

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