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¿Para quién trabaja Cospedal?
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Marta García Aller

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¿Para quién trabaja Cospedal?

Pablo Casado se niega a hablar de Cospedal, siguiendo una estrategia para distanciarse de los escándalos de corrupción de su partido que no le está funcionando

Foto: La ex secretaria general del PP y expresidenta de Castilla-La Mancha María Dolores de Cospedal. (EFE)
La ex secretaria general del PP y expresidenta de Castilla-La Mancha María Dolores de Cospedal. (EFE)
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Cuando aún no imaginaba que estaba a punto de dejar de ser ministra de Defensa, apenas 48 horas antes de acompañar a Rajoy en la digestión de la moción de censura en el restaurante Arahy, María Dolores de Cospedal cargó en el Congreso de los Diputados contra el tribunal de la Gürtel. “Los jueces no son infalibles”, llegó a decir entonces la que fuera 10 años secretaria general del PP. Insistía, tal vez resulte familiar el argumento, en que todo aquello era cosa “del pasado”, sin imaginar hasta qué punto condicionaría para siempre su futuro. Y dejando claro que incluso cuando estaba en el Gobierno le importaba más defender su partido que las instituciones, añadía la ministra que lo que argumente un juez “no es palabra de ley”. Aquel PP era otro PP, claro, igual que Sánchez es otro Sánchez.

Tres años después de aquello, Cospedal ha vuelto a pasearse por los pasillos del Congreso, esta vez sin más cargos que el de ser una abogada de Albacete y los que el juez de la Audiencia Nacional le imputa: cohecho, malversación y tráfico de influencias. El magistrado considera que existen indicios suficientes de que la exdirigente popular participó en la trama Kitchen, la pieza que investiga el espionaje a Luis Bárcenas con fondos públicos y de la que trataba precisamente la comisión parlamentaria. Cómo olvidar ahora aquella frase tan marianista de Cospedal, cuando todavía era ministra, cuando para desmentir que la corrupción fuera un problema de partido, dijo que solo lo era de las “personas que hacen cosas”. Ella es ahora una de esas personas para el juez.

Pablo Casado se ha negado a hablar de Cospedal, siguiendo una estrategia para distanciarse de los escándalos de corrupción de su partido que no le está funcionando. Para empezar, porque el truco de que todo lo que sucedió es un problema del pasado no puede tener mucha credibilidad cuando ese argumento lleva utilizándose en Génova desde hace lo menos cientos de imputados. La Kitchen es solo la última de una ristra de causas que convierten el calendario judicial del PP en un campo de minas mediático. Y teniendo en cuenta que fue el apoyo de Cospedal el que hizo posible que Casado se convirtiera en el presidente del PP, la duda de que le deba algún favor a su valedora debería estimular su contundencia, no su silencio.

Sin embargo, en cuanto Casado ha tenido la ocasión de explicarse ante los medios, ante las preguntas de la prensa sobre Cospedal en un corrillo con periodistas en su visita a Ceuta, ha mantenido 13 segundos eternos de silencio. No solo para ahorrarse las explicaciones sobre la Kitchen. Callarse le valía además para azuzar los abucheos de unos simpatizantes a los periodistas cuando le preguntaban sobre corrupción. El líder del PP llegó a decir “estoy bastante de acuerdo con estos caballeros”, al oír esos gritos contra los periodistas. Luego Génova ha condenado los abucheos, pero ya en diferido, que diría Cospedal.

Silenciar las preguntas sobre corrupción denota un empeño desesperado en cambiar de tema y no en solucionarlo. La imputación de la ex secretaria general del PP no es una cosa del pasado remoto del partido, sino de esta semana. Por eso es ahora cuando hay que preguntar al líder del PP si trabaja para ayudar a aclarar el mal uso que anteriores dirigentes del PP pueden haber hecho de las instituciones públicas o si su prioridad es proteger el partido, como en tiempos de Cospedal.

El silencio de Casado resuena más ahora que estaba disfrutando de lo más parecido a una buena racha desde que llegó a la presidencia del PP. La estela del 4-M se estaba estirando tanto hacia el futuro que por fin podía fantasear con las encuestas que lo ven en Moncloa. El efecto Ayuso, sin embargo, no llega tan lejos como para tapar el pasado. Y como el calendario judicial no va a concederle ninguna tregua, será mejor que se dé cuenta cuanto antes.

Negándose a dar explicaciones, el líder del PP parece más preocupado en tapar el pasado que en depurar responsabilidades. Entre las cosas que Casado no ha aclarado a los periodistas silenciados por los pitidos, está la duda de por qué el partido no ha abierto un expediente informativo contra Cospedal, como recogen los estatutos del PP sobre qué hay que hacer con los afiliados investigados por corrupción, igual que hizo con el exministro Fernández Díaz. Esa no es una decisión que concierna al pasado, sino al futuro.

Foto: María Dolores de Cospedal. (EFE)

Puede que el PP de ahora, a diferencia del de entonces, tenga el máximo respeto a las sentencias de los jueces y ya no las cuestione cuando no le vienen bien. Aunque el empeño en subrayar la presunción de inocencia solo lo agiten cuando los imputados son propios, claro. Puede también que la nueva cúpula directiva del partido se tome más en serio que sus predecesores la lucha contra la corrupción. Puede incluso que la antigua secretaria general del partido sea desimputada. Pero, entre tanto, escenas como la del abucheo ceutí dan más la sensación de que Casado trabaja, como hacía Cospedal, para proteger al PP en vez de en defensa de las instituciones, que es por lo que tratan de velar los jueces que investigan los casos de corrupción.

Aquellas frases de Cospedal que cuestionaban las sentencias judiciales de corrupción resuenan ahora que el Partido Popular se posiciona contra los indultos a otros políticos corruptos, los del 'procés'. Y ya que Casado se ha puesto a recoger firmas para pedir respeto a las sentencias judiciales, bien podría aprovechar su campaña para hacerla extensiva contra todos los políticos que se salten la ley y utilicen las instituciones en su propio beneficio. Incluidas aquellas personas que hacían cosas desde su partido.

Cuando aún no imaginaba que estaba a punto de dejar de ser ministra de Defensa, apenas 48 horas antes de acompañar a Rajoy en la digestión de la moción de censura en el restaurante Arahy, María Dolores de Cospedal cargó en el Congreso de los Diputados contra el tribunal de la Gürtel. “Los jueces no son infalibles”, llegó a decir entonces la que fuera 10 años secretaria general del PP. Insistía, tal vez resulte familiar el argumento, en que todo aquello era cosa “del pasado”, sin imaginar hasta qué punto condicionaría para siempre su futuro. Y dejando claro que incluso cuando estaba en el Gobierno le importaba más defender su partido que las instituciones, añadía la ministra que lo que argumente un juez “no es palabra de ley”. Aquel PP era otro PP, claro, igual que Sánchez es otro Sánchez.

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