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Contra los españoles de bien 
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Contra los españoles de bien 

Hay algo sospechoso en esa tentación de atribuirle siempre la españolidad verdadera, como la verdadera catalanidad o el verdadero socialismo, únicamente al que piensa como uno

Foto: Manifestación en Colón contra los indultos a los presos del 'procés'. (Sergio Beleña)
Manifestación en Colón contra los indultos a los presos del 'procés'. (Sergio Beleña)
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En la plaza de Colón, entre banderas de España, se congregaron este domingo varios miles de personas para manifestarse en contra de los indultos. Estaban también en contra de Sánchez, de Puigdemont y algunos hasta en contra de Casado, que se llevó algún abucheo. Lo que unía a todos los que allí se congregaron, en palabras de la exsocialista Rosa Díez, es que eran “españoles de bien”. No hay por qué dudarlo.

Sí puede dudarse, sin embargo, de que quienes no asistieran a Colón ni compartieran lo que allí se defendía dejen de ser buenos españoles. Hay algo sospechoso en esa tentación de atribuirle siempre la españolidad verdadera, como la verdadera catalanidad o el verdadero socialismo, únicamente al que piensa como uno. A quienes sus ideas siempre les coinciden con tal merecimiento ¿no les parecerá mucha casualidad?

En Colon, se reunieron 25.000 personas, según Delegación de Gobierno, y 125.000, según la Policía Municipal. Ellos encarnaban el sentir de “la mayoría” de españoles, según algunos de los organizadores. Eso mismo proclamaba, apenas a 20 km de allí y casi al mismo tiempo, la ministra Ione Belarra en un auditorio de Alcorcón, entre paraguas rosas y morados, tras ser elegida sucesora de Pablo Iglesias.

En Colón, se encarnaba el sentir de "la mayoría" de españoles, y eso mismo proclamaba, apenas a 20 km de allí, la ministra Ione Belarra

En Podemos, siempre que hablan en nombre de la 'mayoría' le añaden lo de 'social', que debe de ser otra manera de decir “españoles de bien” pero más de izquierdas, aunque igual de narcisista y excluyente, cuando solo se utiliza para darse la razón. Los 47.353 votos de los inscritos que le dieron a Belarra la Secretaría General de Podemos le bastaban por lo visto para hablar, además de en nombre del partido, en nombre de la gran mayoría y contra “el odio” de Colón.

Para estar convencidos de que las ideas de los allí presentes representaban a la mayoría de españoles, tanto Colón II como Vistalegre IV estuvieron más marcadas por las ausencias que por las presencias. La convocatoria contra los indultos congregó a cerca de la mitad de manifestantes que hace dos años, cuando se reunieron contra la figura del relator; hubo también muchos líderes populares que se excusaron el domingo en otros compromisos para no asistir. Mucho más currada, por cierto, la coartada de Feijóo, que iba camino del Vaticano para agradecerle en persona al Papa la prolongación del Año Xacobeo (y que le hubiera dado un quehacer alternativo), que los “compromisos familiares” de Juanma Moreno y las “fiestas de Salamanca” que alegó Mañueco.

En el día grande de Podemos, las ausencias sí que fueron mayoría. Faltaban Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, pasado y futuro de la organización, pero también los demás fundadores del partido hace siete años, que fueron partícipes de su triunfo en las urnas, cuando Podemos aún triunfaba en las urnas. No es solo que no asistieran Errejón, Bescansa y los demás. Nadie los esperaba. Es que todos los díscolos fueron incluso borrados del vídeo que se proyectó en el acto con los momentos más relevantes de la historia política de Iglesias. Ya quisieran muchos que los borrasen así de aquella primera foto de Colón.

Se puede ser de izquierdas y estar contra los indultos, como recordaba Trapiello en el discurso que leyó en Colón

Se puede ser de izquierdas y estar contra los indultos, como recordaba Trapiello en el discurso que leyó en Colón, sin que el ambiente ni el lugar elegido parecieran darle la razón. También se puede estar en contra de los indultos tal y como los ha planteado el Gobierno, como es mi caso, y creer que la manifestación de Colón es una pésima idea que ayuda a Sánchez a sacarlos adelante.

Es más, habrá quien confíe en que los indultos son una buena idea y no por ello, por mucha ingenuidad o fallos de cálculo que vea en su planteamiento, dejará de ser un español de bien. Al menos, no por eso. En definitiva, no me parece que utilizar la etiqueta de ‘españoles de bien’ para dividir a la gente en buenos y malos haga ningún bien a las instituciones.

Cuenta Sergio del Molino en ‘Contra la España vacía’, que es de todos los alegatos en ‘contra’ de algo el que más me ha interesado este fin de semana, que “una vez consolidado el sentimiento de agravio, los movimientos populistas lo utilizan como cimiento para levantar sus edificios y plantear el desafío a la democracia liberal”. Creo sinceramente que hace más por el futuro de España leer este libro de Sergio del Molino que agitar tanta bandera.

En la plaza de Colón, entre banderas de España, se congregaron este domingo varios miles de personas para manifestarse en contra de los indultos. Estaban también en contra de Sánchez, de Puigdemont y algunos hasta en contra de Casado, que se llevó algún abucheo. Lo que unía a todos los que allí se congregaron, en palabras de la exsocialista Rosa Díez, es que eran “españoles de bien”. No hay por qué dudarlo.

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