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Marta García Aller

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Lo que más preocupa de la vuelta al cole

La gran preocupación para este curso entre pediatras y profesores está relacionado con la pandemia, pero no se previene ni con mascarillas, ni con termómetros ni ventanales abiertos

Foto: Varios alumnos de Infantil del colegio Liceo Hispano de Paterna, Valencia. (EFE)
Varios alumnos de Infantil del colegio Liceo Hispano de Paterna, Valencia. (EFE)

No es llevar mascarilla un curso más. Fuentes de quinto de Primaria aseguran que llevar la cara tapada en clase también tiene ventajas, como que la profesora no sepa si alguien está comiendo chicle. Nadie parece echar de menos las clases de flauta. Desde tercero de la ESO agradecen además que las mascarillas ayuden a disimular buena parte del acné, los bostezos y ocultar quién habla en clase. Durante los exámenes, son además especialmente agradecidas. En el recreo, a lo mejor sí que dan un poco de pereza, tampoco mucha. Solo en caso de selfi.

Este curso también habrá que volver a dejar las ventanas abiertas para prevenir el virus con mucha ventilación y dar las clases con el abrigo puesto, ya que salvo raras excepciones la Administración no ha instalado filtros HEPA que ayuden a mantener una correcta ventilación del aire. Tampoco es esto lo que más preocupa. Al menos, y en eso estudiantes y docentes están de acuerdo, con las ventanas abiertas ya no huele a choto. A la vuelta de Educación Física, se agradece especialmente.

Foto: Concentración de negacionistas en San Sebastián. (Juan Herrero / EFE)

El protocolo de prevención del covid se ha relajado en esta segunda vuelta al cole de la pandemia. Las medidas que desaparecen o se relajan no son necesariamente las menos útiles, sino las que costaban dinero. De ahí que padres y profesores lamenten que para este curso se haya recortado el profesorado de refuerzo que se contrató por el covid, una medida que además de ayudar frente al virus mejoraba la calidad de la educación. Los que más lo van a sufrir son los niños que acumulan un retraso en el aprendizaje agravado por los confinamientos.

El aumento de niños por clase, además de los docentes, también lo lamentan los epidemiólogos. El protocolo aprobado por el Gobierno y las comunidades autónomas permite reducir la distancia mínima de seguridad entre pupitres de 1,5 a 1,2 metros. Así caben hasta 25 niños en Infantil y Primaria, 30 en la ESO y 35 en Bachillerato. Al menos, en la teoría. ¿Pero cómo de grande debería ser una clase para que cupieran 33 niños a más de 1,2 metros de distancia? No es mala pregunta para un problema de Matemáticas ni para una ministra de Educación.

Entre las causas que han empeorado la salud mental juvenil, los expertos apuntan a la falta de vida extraescolar

Algunos colegios que instalaron mamparas de separación entre pupitres ya las están eliminando. Algunos estudios recientes no solo demuestran que no han sido eficaces frente al coronavirus, sino incluso que podrían ser contraproducentes porque interrumpen una correcta ventilación del aire. Los niños no las echarán de menos. Lo que seguirá antes de que suene el timbre, más como trámite dudosamente útil, pero disuasorio, es el paripé de los termómetros a las puertas del colegio.

Acabar por fin con la semipresencialidad está entre lo más celebrado. Junto a la recuperación de espacios comunes como las bibliotecas y algunas extraescolares que seguían suspendidas. La noticia más celebrada de todas, la vacunación. Según el Ministerio de Sanidad, el 69,1% de los alumnos entre 12 y 19 años ya está vacunado en España con al menos una dosis. Este es el gran avance respecto al año pasado. Aún preocupa cómo pueden afectar este otoño las nuevas variantes del coronavirus, pero el éxito del curso pasado en la contención del virus permite entre los docentes cierto optimismo, esperemos que fundado. Todavía no está claro si se autorizarán o no vacunas para los niños menores de 11 años. Pero tampoco es esto lo que más preocupa en los colegios.

Alertan pediatras y profesores

Lo que más preocupa para este curso a muchos profesores está relacionado con la pandemia, pero no se previene ni con mascarillas, ni con termómetros ni ventanales abiertos. El severo aumento de los intentos de suicidio entre los adolescentes genera ahora más inquietud que el virus. Antes de que los casos empezaran a reflejarse en las estadísticas, ya lo estaban viviendo de primera mano en los colegios. Hace tiempo también que desde las unidades de Psiquiatría de los hospitales vienen alertando de ello.

Desde la pandemia, las urgencias psiquiátricas entre adolescentes se han duplicado, según la Asociación Española de Pediatría. Preocupa muy especialmente el aumento en los casos de depresión, ansiedad e intentos de suicidio entre los menores. A finales del curso pasado, los pediatras ya alertaban de una epidemia de problemas de salud mental en niños y jóvenes, y reclamaban la creación de un plan de prevención y respuesta.

Foto: Foto: EFE.

Entre las causas que han empeorado la salud mental juvenil, los expertos apuntan a la falta de vida extraescolar provocada por la pandemia. El problema, sin embargo, no es extraescolar. Está en el centro de la preocupación de muchos docentes para este curso. Convencer a los chavales de que si detectan en clase que algún compañero lo está pasando muy mal, no le hacen ningún favor por guardarlo en secreto es una de las iniciativas que se pueden reforzar en las tutorías para este curso.

Para reducir las consecuencias psicológicas del covid, además de la vuelta a las clases totalmente presenciales, los pediatras piden promover las actividades de ocio y muy especialmente las deportivas. Así que en esta vuelta al cole, además de lo que pase en el aula, habrá que estar más pendientes que nunca de lo que pasa fuera.

No es llevar mascarilla un curso más. Fuentes de quinto de Primaria aseguran que llevar la cara tapada en clase también tiene ventajas, como que la profesora no sepa si alguien está comiendo chicle. Nadie parece echar de menos las clases de flauta. Desde tercero de la ESO agradecen además que las mascarillas ayuden a disimular buena parte del acné, los bostezos y ocultar quién habla en clase. Durante los exámenes, son además especialmente agradecidas. En el recreo, a lo mejor sí que dan un poco de pereza, tampoco mucha. Solo en caso de selfi.

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