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Los hombres que más temen a Yolanda Díaz
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Los hombres que más temen a Yolanda Díaz

Como la vicepresidenta sigue sin concretar nada todavía, no hay manera de medir esta amenaza mutante más que por los miedos que genera

Foto: Un momento del acto 'Otras políticas'. (EFE/Ana Escobar)
Un momento del acto 'Otras políticas'. (EFE/Ana Escobar)
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La ambigüedad es un ingrediente básico de las historias de terror. La indefinición de una amenaza, bien planteada, alimenta con tensión la intriga y el suspense, ya sean unos pájaros o una nueva plataforma electoral. No definir del todo una amenaza puede resultar muy sugerente en lo narrativo, porque hace cómplice al espectador para que se imagine lo que desee. La falta de explicaciones evita caer en contradicciones.

Una de las mayores ventajas de la nueva alternativa política que prepara Yolanda Díaz es que no existe todavía. Solo está en la mente de sus adversarios y quién sabe si en la suya. En el acto de Valencia de este fin de semana, al que la vicepresidenta iba invitada por Mónica Oltra, en teoría para hablar de feminismos, Díaz no anunció su candidatura a la presidencia del Gobierno. Solo avisó de que comenzaba “algo maravilloso”. Y a una candidata a la presidencia del Gobierno se le pueden sacar peros, pero cómo oponerse a algo maravilloso.

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/Ana Escobar) Opinión

Sin embargo, cuanto más se esforzaba el acto del Teatro Olympia en distanciarse de la escenografía de una campaña electoral (nada de atriles ni discursos, todas sentadas en sofás blancos), más parecía estar comenzando una. Yolanda Díaz insistió en estar más preocupada por “el futuro de las personas” que por “las elecciones”. Qué buen eslogan preelectoral. Eso sí, como la vicepresidenta sigue sin concretar nada todavía, no hay manera de medir esta amenaza mutante más que por los miedos que genera. De momento, solo cruje la madera.

Por la forma en que Díaz no explicó su proyecto, es normal que dé escalofríos. Habló de “cambiar la vida de la gente”, no dijo cómo. “Caminando juntas”, sin concretar quiénes. “Es imprescindible cambiar las cosas”, dijo sin explicar cuáles. “Soñando en grande”, sin concretar qué... “Queremos ir en la misma dirección”, ¿adónde? “La gente quiere que pensemos diferente, pero que nos entendamos”, ¿para qué?, ¿quiénes?, ¿cómo? “Desde la mixtura”. Ah, vale.

Sería injusto no reconocer las referencias a problemas concretos que hizo Yolanda Díaz, que por no concretar, ni siquiera pronunció la palabra 'izquierda'. Sí habló de los niños y niñas que no pueden hacer tres comidas al día, de la gente que no puede pagar el alquiler y de la precariedad que sufren la mitad de los asalariados en España. Sería también injusto no mencionar que ella es ministra de Trabajo y vicepresidenta del Gobierno del país donde esto pasa.

El silencio de Pablo Iglesias

Quienes más temen que fragüe la alternativa política que prepara Yolanda Díaz, arropada por Mónica Oltra, Mónica García y Ada Colau, están en la izquierda y la derecha. Los miedos más cercanos parten de Podemos. Ni Ione Belarra ni Irene Montero acudieron a mostrar su apoyo. Y Pablo Iglesias calla. El exvicepresidente no ha hecho mención al acto de Valencia de este fin de semana. Ni un tuit de apoyo ni una de sus filípicas dictando doctrina, al menos de momento, de esas que asiduamente publica en medios para marcar el camino a los suyos. Está todavía por escribirse la carta de Pablo a las corintias en la que concrete qué le parece el desmontaje de Podemos que está haciendo Yolanda Díaz en la indefinición de una nueva plataforma, mientras ella insiste en que las siglas son lo de menos.

El exlíder de Podemos está entre los que más razones tienen para temer la candidatura de Díaz a las elecciones. Los demás candidatos a la presidencia del Gobierno se juegan unas elecciones, pero él se juega la posteridad. Si Podemos desaparece en manos del liderazgo de Díaz, que fue idea suya, ni siquiera va a poder recriminarle a su sucesora que no esté contando con los círculos de Podemos (¿se acuerdan de los círculos de Podemos?). Él mismo se los pasó por el forro de los estatutos morados cuando la nombró a dedo para sucederle. Seguramente subestimó tanto el desinterés de Díaz en convertirse en su discípula como hasta qué punto podía venirse arriba una vez convertida en la líder mejor valorada. Y ahora la estructura territorial de Podemos está en las raspas y su cúpula interna, desautorizada.

Errejón sí animó el sábado a Díaz, Oltra, García y Colau con un “qué orgullo”, que a las más malpensadas sonará pelín paternalista

Íñigo Errejón sí animó el sábado a Díaz, Oltra, García y Colau con un “qué orgullo”, que a las más malpensadas sonará pelín paternalista. El líder de Más País, si quiere conservar su marca electoral a nivel nacional, también tiene motivos para temer los planes de Díaz de encabezar una confluencia de todo lo que se menea a la izquierda del PSOE. Errejón, sin embargo, cuenta con la ventaja de que Díaz le necesita. Para justificar una plataforma alternativa a Podemos deberá sumar más siglas de peso que no estén ya incluidas dentro. Si no, se le iba a notar mucho a la lideresa que lo que quiere es únicamente un cambio de marca.

También Pedro Sánchez está entre los hombres que temen el tirón de Yolanda Díaz, ya que podría llevarse buena parte del votante de izquierdas desilusionado con su Gobierno. La vicepresidenta solo necesitaría hacer olvidar a su electorado que ella también forma parte de él. Cosas más difíciles se han visto últimamente en la política española. Sánchez es quien más cerca sufre la popularidad de Yolanda Díaz y su capacidad para enredar en las negociaciones pendientes del Gobierno y desgastar la coalición, pero también el presidente es quien más capacidad tiene para eclipsarla en su principal escaparate.

Foto: Casado en el congreso del PP en Castilla-La Mancha. (EFE/Jesús Monroy)

Hasta Pablo Casado también tiene de qué preocuparse. Yolanda Díaz va camino de encumbrarse como la alternativa a Pedro Sánchez. Al menos, en el imaginario de la izquierda, y si en buena parte del de la derecha ya lo es Isabel Díaz Ayuso, al líder del PP le queda cada vez menos hueco en la oposición. Casado dedicó un rato en Puertollano a cargar contra el acto de Yolanda Díaz en Valencia. Lo calificó de “aquelarre radical” y advirtió al PSOE de que no se estaba dando cuenta de lo peligroso que era para sus intereses. No resulta muy creíble la advertencia. Si realmente Casado pensara que Yolanda Díaz es peligrosa para los intereses de Pedro Sánchez, ¿no sería eso bueno para él? En realidad no. Reilusionar al votante de la izquierda defraudado por Sánchez e Iglesias, como intenta Díaz, podría dañar más el ego de Sánchez que sus opciones de gobierno, siempre y cuando le ayuden a sumar.

Todo esto solo es posible especularlo, dada la ambigüedad del proyecto de Yolanda Díaz. Sin embargo, tanta indefinición se le puede ir fácilmente de las manos si la prolonga en el tiempo. La ambigüedad será un filón que permite la coexistencia de elementos que de otro modo se excluirían entre sí: contar con Podemos y sin Podemos, con Más Madrid y sin Más País. Bien llevada, la ambigüedad puede generar la tensión necesaria para mantener el interés. Si se alarga demasiado, provoca confusión y aburrimiento.

La ambigüedad es un ingrediente básico de las historias de terror. La indefinición de una amenaza, bien planteada, alimenta con tensión la intriga y el suspense, ya sean unos pájaros o una nueva plataforma electoral. No definir del todo una amenaza puede resultar muy sugerente en lo narrativo, porque hace cómplice al espectador para que se imagine lo que desee. La falta de explicaciones evita caer en contradicciones.

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