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Ya no quedan aceras en Madrid
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Marta García Aller

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Ya no quedan aceras en Madrid

Es un misterio por dónde caminan los madrileños. A los que consiguen atravesar tres calles seguidas deberían federarlos en triatlón

Foto: Foto: Reuters/Susana Vera.
Foto: Reuters/Susana Vera.

En Madrid ya no hay aceras, hay terrazas. Además de sillas y mesas, tienen motos aparcadas, patinetes y andamios, muchos andamios. Sombrillas, zanjas y vallas. Pero aceras, lo que se dice aceras, ya no se ven muchas por aquí. Es un misterio por dónde caminan los madrileños. A los que consiguen atravesar tres calles seguidas deberían federarlos en triatlón.

El otro día quedé en la calle Orense y había tantas obras que del taxi al Vips eché de menos una pértiga. Muchas plazas también están desapareciendo. Si hace mucho que no va usted por la Plaza Mayor, ni se moleste en intentarlo. Es probable que ya no la encuentre. Solo verá allá arriba a Felipe III. De lo que apenas queda ya rastro es de la plaza más famosa de Madrid. La estatua del monarca que la mandó construir aún se atisba en el centro porque a caballo es más fácil no quedar enterrado entre tanta terraza.

placeholder Terraza abarrotada en Madrid. (EFE/ Juanjo Martín)
Terraza abarrotada en Madrid. (EFE/ Juanjo Martín)

En realidad, aunque apenas se intuyan sus adoquines, lo más probable es que la Plaza Mayor siga donde siempre, porque ya están montando en ella los puestos navideños de toda la vida. Este año está por ver cómo van a llegar al mercadillo quienes busquen unos camellos para el belén o una peluca de colores. Las mesas de los bares de la Plaza Mayor han ganado tanto espacio que cuando se vendan esos Papá Noel que cuelgan de unas escaleras van a confundirse con los camareros trepando entre los clientes. Algún operario prudente ha dejado un pequeño pasillo entre las terrazas y los puestos navideños a medio montar. Tendrá de ancho lo que un río de papel de plata y más o menos la misma utilidad.

Los vecinos despotrican de las terrazas mientras se toman una caña bien abrigaditos

Durante la pandemia, las terrazas fueron ganando terreno en las aceras y en la calzada madrileña. Los vecinos que no podían encontrar aparcamiento despotricaban entonces a regañadientes porque sus plazas de parking se llenaran de mesas, mientras se tomaban allí mismo una caña bien abrigaditos. Los bares hasta se han hecho un hueco improbable en las aceras más estrechas, o lo que queda de ellas, con un nuevo formato de mesas altas, reconvertidas en refugio perfecto de fumadores. A los peatones que quieran esquivar ese humo siempre les queda como alternativa caminar entre tubos de escape.

Foto: Una terraza abarrotada en el centro de Madrid. (EFE)

Con los aforos muy limitados en la hostelería y la recomendación de evitar los interiores por el virus, las terrazas tomaron la calle en el último año sin mucha oposición. Sin embargo, a medida que han ido desapareciendo las restricciones de aforo y vuelve la posibilidad de tomar las cañas sin llevar la manta en el bolso, la comprensión vecinal con la expansión terracil ha ido mermando.

A Ciudadanos le pasa como a las aceras, por más falta que haga está desapareciendo

Cada vez son más los que protestan por la falta de espacio y del ruido de tanta terraza. La vicealcaldesa Begoña Villacís, que es la principal impulsora de esta medida, defiende que la extensión de las terrazas por el covid continúe dos años más. Al fin y al cabo, la pandemia no ha terminado. Los hosteleros, encantados, claro. Otra cosa es que las gracias se las den a Ayuso porque el reparto de competencias solo preocupa realmente cuando es para ir a quejarse. Además, a Ciudadanos le pasa como a las aceras. Por más falta que haga, está desapareciendo.

Varias asociaciones, entre ellas representantes de personas con movilidad reducida, vecinos y también comerciantes, que piden que los transeúntes puedan pasear tranquilamente por delante de sus escaparates, se están quejando a Villacís de que semejante uso del espacio público lo esté acaparando privilegiadamente un solo sector. Según la nueva ordenanza, aún provisional, se limitarán las terrazas covid que estén en áreas tensionadas. Lo difícil es llegar a un acuerdo en cuáles son exactamente.

placeholder Las terrazas y los puestos navideños dificultan el paso en la Plaza Mayor.
Las terrazas y los puestos navideños dificultan el paso en la Plaza Mayor.

Entre tanto, ya no quedan aceras libres. Normal que las terrazas más populares de la capital ahora estén por los tejados. Mejor dicho, en las azoteas. En esos tejados gatunos de tejas rojas tan castizos sería más difícil poner terrazas, pero no descartemos que pronto las autoricen. Solo habría que ponerse un arnés para beberse la Mahou.

¿Acaso no se está poniendo tan de moda la escalada? Con tanto furor por los rocódromos, llenos de gente aprendiendo a trepar paredes, la hostelería está desaprovechando la posibilidad de ampliar sus terrazas por las paredes. Madrid ya tiene insignes jardines verticales. Del Caixaforum, al Hotel Santo Domingo pasando por la Torre de Cristal. ¿No les cabrán unas mesitas en lo alto? Bastaría con ponerles unos agarres. Y aunque no autoricen las terrazas verticales, siempre será de utilidad trepar para moverse por la ciudad hasta que reaparezcan las aceras.

En Madrid ya no hay aceras, hay terrazas. Además de sillas y mesas, tienen motos aparcadas, patinetes y andamios, muchos andamios. Sombrillas, zanjas y vallas. Pero aceras, lo que se dice aceras, ya no se ven muchas por aquí. Es un misterio por dónde caminan los madrileños. A los que consiguen atravesar tres calles seguidas deberían federarlos en triatlón.

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