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Los tres sustos que acechan al Gobierno por Navidad
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Marta García Aller

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Los tres sustos que acechan al Gobierno por Navidad

El Gobierno de Sánchez no ha transmitido mensajes de preocupación con ómicron. Confía en que las altas tasas de vacunación en España sean suficientes para contener la mortalidad

Foto: Mercadillo navideño en Madrid. (EFE/Kote Rodrigo)
Mercadillo navideño en Madrid. (EFE/Kote Rodrigo)

No es Halloween, sino Navidad, la fiesta que va camino de esconder más sustos este año. Algunos, como la cada vez más rápida extensión de la variante ómicron, no son ningún secreto. Pero a veces los mayores sustos no son los que más sorprenden, sino a los que nos acercamos lentamente entre la incredulidad y la sospecha de que esperan a la vuelta de la esquina.

En España, a diferencia de la mayor parte de Europa, que aumenta restricciones frente al avance de la ómicron, todavía cunde el optimismo gubernamental frente a las fiestas navideñas. La consigna parece ser dar las menos malas noticias posibles, al menos, hasta después de Reyes. La duda es si la pandemia dará suficiente margen como para seguir ignorándola mucho más, sin más medidas que los refuerzos de vacunación y las llamadas a la prudencia.

Ómicron se está extendiendo a un ritmo que no hemos visto con ninguna variante anterior, según la OMS. Y es la velocidad de contagio, sumada a la posible disminución de la eficacia de la protección de la vacuna frente a la nueva variante, lo que más hace temer a los expertos que podamos volver a situaciones de tensión hospitalaria, como ya está pasando en buena parte de Europa. No es tanto un aumento de la mortalidad como en oleadas anteriores lo que se teme, pero sí que tanto el sistema sanitario como la economía vuelvan a sufrir con aumentos repentinos de contagios.

Los primeros análisis en Sudáfrica entre personas con doble dosis de Pfizer demuestran que da un 70% de protección frente a ómicron

El riesgo de estar conociendo en tiempo real los avances científicos sobre ómicron es que cada uno se quede con el titular que más le conviene. Según la doctora Angelique Coetzee, presidenta de la Asociación Médica de Sudáfrica, la mayoría de casos conocidos en este país con la variante ómicron son leves. Es un dato que repite a menudo quien quiere convencerse o convencernos de que no hay por qué preocuparse. También es cierto, sin embargo, que los primeros análisis en Sudáfrica entre personas con doble dosis de vacuna Pfizer demuestran que brinda un 70% de protección frente a la nueva variante, bastante inferior a la protección del 93% que proveía frente a la delta. Otro hallazgo preocupante en los estudios preliminares apunta a que ómicron duplica el riesgo de reinfección en quienes ya han pasado el covid.

Para hacernos una idea de a qué se refieren los expertos cuando hablan de mayor transmisibilidad, veamos el caso británico y el noruego. Las autoridades sanitarias del país nórdico calculan que ómicron podría infectar hasta 300.000 personas al día en las próximas tres semanas en comparación con el pico de la anterior oleada de unos 1.000 casos diarios.

En Reino Unido, la Agencia de Seguridad Sanitaria estima que ya hay 200.000 casos de covid más al día (muchos más que los confirmados, que el martes eran 59.610 casos). No hace falta ser microbiólogo ni estadístico para entender que solo con que un pequeño porcentaje de ellos necesite hospitalización el sistema sanitario puede verse comprometido.

Foto: Una mujer camina frente a un mural sobre la pandemia en Sudáfrica. (EFE/Kim Ludbrook)

Los vacunados tendrán más posibilidades de no enfermar gravemente, pero ya no están tan blindados como estaban con la delta. Los países donde los contagios ya están aumentando de manera vertiginosa temen también que tener a tantos miles de personas a la vez en aislamiento con síntomas leves suponga, además, un nuevo desafío para la economía.

Tras un aumento de casos del 50%, el Gobierno danés ha cerrado escuelas y universidades, ha frenado la vida nocturna y promueve el teletrabajo, además de adelantar la tercera dosis de vacunación a mayores de 40 años; Italia ha extendido el estado de emergencia hasta 31 de marzo por temor a la ómicron; a los escoceses les han pedido que cancelen sus fiestas de Navidad fuera del hogar; Francia ha sumado más de 63.000 nuevas infecciones en un día, el nivel de casos más alto del año. En España, la situación es mejor, pero cambia rápido: el martes, Sanidad notificaba 26.136 nuevos contagios, 31 puntos más en 24 horas.

El Gobierno de Sánchez, a diferencia del portugués, el francés y el italiano, no ha transmitido mensajes de preocupación con la variante ómicron. Confía en que las altas tasas de vacunación en España sean suficientes para contener la mortalidad con respecto a oleadas anteriores, pero los expertos piden no bajar la guardia. El riesgo dependerá de la velocidad a la que aumente la cantidad de gente convaleciente, que puede ser muy superior a la anterior, especialmente en fechas como las navideñas, más propensas a reuniones familiares y aglomeraciones. De ser así, el verdadero susto llegaría para Reyes.

Más sustos

Hay otros sustos que llegan por Navidad. Los transportistas mantienen el paro para los días 20, 21 y 22 de diciembre. Si el Gobierno no llega a un acuerdo antes con la patronal, el cierre podría ser indefinido durante las fiestas. Un par de días de colapso esporádico de las carreteras en esas fechas puede parecer un problema menor si lo comparamos con el riesgo global de cuellos de botella de suministro que vienen de China, pero los neumáticos quemados en los telediarios cuando la gente tiene que ir al mercado para la cena de Nochebuena son mucho más llamativos y cercanos que un brote en el delta del río Yangtze o en Hangzhou, por más que la llegada de ómicron a China pueda provocar el cierre de fábricas chinas.

La de camioneros no es la única huelga que el Gobierno espera desactivar antes de Navidad para que se queden en un susto. Los ganaderos también amenazan con paros. El sector de la leche anuncia huelgas en los próximos días, también los trabajadores de aeropuertos han amenazado con trastocar las fiestas. La Navidad es siempre un elemento de presión goloso para hacer palanca con las reivindicaciones. Hasta los loteros han amenazado con cerrar del 22 al 24 para retrasar los cobros de la Lotería.

Foto: Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Chema Moya)

La desaceleración de la recuperación económica global, los problemas en la cadena de suministro, como el malestar social en los sectores que amenazan con movilizarse, no son nuevos. Son problemas que vienen fraguándose todo el otoño, pero es en las fiestas navideñas cuando mayor es el temor, por el aumento de la demanda. Y que algunos sean problemas globales, como pasa con el aumento de la inflación o del precio de la electricidad, no disminuye el malestar que generan en la opinión pública cuando se juntan las familias a cenar por Navidad.

Todos estos problemas quedarían eclipsados si la pandemia volviera a interrumpir las celebraciones navideñas, algo que el Gobierno espera evitar a toda costa. En 10 días estamos en Nochebuena y ya está subiendo la tensión en las UCI, pero no sabemos aún cómo de grande va a ser la amenaza ómicron en España. ¿Podrá el Gobierno llegar a las campanadas sin dar malas noticias ni imponer medidas extra en medio de la oleada de ómicron en Europa? ¿Bastará con apelar solo a la vacunación y la prudencia? No es una amenaza nueva. Es el fantasma de las pasadas navidades.

No es Halloween, sino Navidad, la fiesta que va camino de esconder más sustos este año. Algunos, como la cada vez más rápida extensión de la variante ómicron, no son ningún secreto. Pero a veces los mayores sustos no son los que más sorprenden, sino a los que nos acercamos lentamente entre la incredulidad y la sospecha de que esperan a la vuelta de la esquina.

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