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Tres despropósitos para el año nuevo
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Tres despropósitos para el año nuevo

El tercer año de la pandemia plantea, al menos, tres problemas clamorosos que desafían al país en plena sexta ola. No tienen nada de imprevisibles y todo de imprevisión

Foto: Foto: EFE/Juan Carlos Hidalgo.
Foto: EFE/Juan Carlos Hidalgo.
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Más que con los propósitos de año nuevo, este enero urge más ponerse con los despropósitos. Eso sí que nos va a hacer falta en 2022. Con la misma procrastinación que a tantos les impide dejar el tabaco o salir a correr todas las mañanas, lo que no quita para que se lo sigan proponiendo cada comienzo de año, los gobiernos de la cogobernanza han ido postergando la solución de asuntos fundamentales en la educación, la sanidad y el trabajo en tiempos del covid.

El tercer año de la pandemia plantea, al menos, tres problemas clamorosos que desafían al país en plena sexta ola. No tienen nada de imprevisibles y todo de imprevisión. Es un despropósito, cómo llamarlo si no, que en plena oleada de la ómicron, cuando el coronavirus ha demostrado ser más contagioso que nunca y se amontonan nuevos récords de positivos, no haya todavía un plan de contingencia para el más que previsible desbordamiento de bajas laborales en sectores estratégicos.

Los centros de salud siguen desbordados no solo por los positivos, también por la burocracia asociada a las bajas

A estas alturas de la sexta ola, ya sabemos que las bajas de los contagiados pueden poner en apuros la vida cotidiana. En España, sin embargo, no hay aún un plan para el teletrabajo obligatorio, como el de países vecinos como Portugal, ni siquiera una recomendación pública que anime a las empresas que puedan permitírselo a que sus plantillas se queden en casa durante el pico de contagios. Entre tanto, los centros de salud siguen desbordados no solo por los positivos, también por la burocracia asociada a las bajas.

Hasta el Gobierno británico, que en esta pandemia tiene acumulada una alta incidencia de imprevisiones, ya ha pedido al sector público que prepare un plan de contingencia contando con que entre un 10% y un 25% de la plantilla pueda estar de baja por covid en las próximas semanas. Una cuarta parte de los trabajadores contagiados por ómicron, escenario que no descartan los expertos en salud pública, equivaldría a un semiconfinamiento 'de facto', con oficinas, servicios y cadenas de suministro colgando el cartel de 'cerrado por positivo'.

¿Tenemos en España un plan para reaccionar ante ese colapso de los servicios esenciales por la acumulación de positivos? ¿Saben las empresas que deben prepararse para esta eventualidad a la vuelta de las vacaciones de Navidad? Nos hemos hartado de escuchar historias desde Nochebuena sobre las cancelaciones de celebraciones familiares, no debería sorprendernos que ahora lo que corra el riesgo de cancelarse en un país de pymes sean muchas actividades de la vida cotidiana. No prepararse seriamente para ello, al tiempo que el Gobierno se limita a insistir en seguir con la vacunación y la responsabilidad individual, es un despropósito.

Foto: La Policía Local desaloja en Valencia a cientos de personas de la plaza del Ayuntamiento antes de las campanadas. (EFE/Juan Carlos Cárdenas)

Despropósito es también andar a última hora tratando de reclutar sanitarios jubilados para hacer frente a la ola ómicron mientras a los jóvenes recién titulados se les ofrecen contratos precarios que se renuevan por días y hasta por horas. Las enfermeras con contratos de refuerzo covid que hace una semana tenían trabajo no saben si lo tendrán la semana que viene.

Es muy previsible que a mediados de mes aumenten los ingresados en hospitales españoles, con los contagios ómicron marcando nuevos récords, pero no sabemos aún cómo se van a reforzar hospitales y centros de salud. Tampoco está claro que, más allá de los parches que se pongan a última hora para las próximas semanas, haya verdadera intención de mejorar las condiciones de un sector tan estratégico como el sanitario en el largo plazo.

Hay más. El otro despropósito de año nuevo es que lleguemos a vísperas de Reyes sin un protocolo claro para la vuelta al colegio en la sexta ola. Haber despedido al inicio de curso a miles de profesores de refuerzo por covid y volver a aumentar el número de alumnos por clase a niveles prepandémicos, como hicieron muchas comunidades, no refrenda la idea de que la educación sea una prioridad. Solo en Madrid se eliminaron en septiembre 7.500 desdobles de clases.

Los expertos en educación insisten en que suprimir las clases presenciales debería ser el último recurso

Ahora vienen las prisas. Las vacaciones navideñas empezaron con numerosos brotes en Infantil y Primaria, así que no era difícil anticipar que en enero la cosa podía empeorar. Gobierno y comunidades, sin embargo, decidieron no reunirse hasta el 4 de enero para tomar medidas. Los expertos en educación insisten en que suprimir las clases presenciales debería ser el último recurso.

Postergar el regreso a las aulas en enero tendría efectos perjudiciales en los menores, tanto en su desarrollo educativo como en el emocional. Además, ahonda las desigualdades sociales entre los hogares y colegios que tienen medios para estudiar en remoto y los que no, y traslada todo el coste logístico, económico y personal a las familias.

Foto: Andrew Kelly. (Reuters/Andrew Kelly)

¿No es un despropósito que los mismos gobiernos que descartan restricciones en los aforos de hostelería, en plena ola ómicron, sí que estudien retrasar la vuelta a las aulas o que los estudiantes vayan al colegio en días alternos? Reforzar las plantillas de profesores, reducir los alumnos por aulas e invertir en las mejoras de los sistemas de ventilación serían mejores soluciones, pero, claro, estas no se improvisan de una semana para otra.

Tanto tiempo llevamos esperando las soluciones a estos problemas fundamentales que los buenos propósitos se han convertido en despropósitos. Para resolverlos, no bastará con el optimismo de las buenas intenciones.

Más que con los propósitos de año nuevo, este enero urge más ponerse con los despropósitos. Eso sí que nos va a hacer falta en 2022. Con la misma procrastinación que a tantos les impide dejar el tabaco o salir a correr todas las mañanas, lo que no quita para que se lo sigan proponiendo cada comienzo de año, los gobiernos de la cogobernanza han ido postergando la solución de asuntos fundamentales en la educación, la sanidad y el trabajo en tiempos del covid.

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