Segundo Párrafo
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Ya está aquí Fitur, pero ¿cuándo volverán los viajes sin mascarillas ni PCR?
Fingir que el turismo está volviendo a eso que antes llamábamos normalidad tiene todo el sentido al entrar en Fitur, porque es lo mismo que hacemos al viajar en tiempos del covid
Celebrar una feria de turismo mundial en medio de la pandemia es arriesgado, porque no está claro si va a servir para promover los viajes o para recordarnos por qué los estamos posponiendo. No hay nada como alejarse, decía Pla, para curarse de la psicosis de la proximidad, de la deformación de la proximidad, de la que todos estamos atacados. ¿Pero adónde viajar cuando de lo que se quiere escapar es del covid?
La nueva edición de Fitur espera recibir 90.000 visitantes con sus 90.000 mascarillas FPP2 bien puestas y sus 90.000 PCR negativas o certificados de vacunación del Covid bajo el brazo. La feria de turismo también ofrecerá la posibilidad de realizarse un test de antígenos en el propio recinto de Ifema, que está ultimando un dispositivo sanitario para que todo el que quiera entrar pueda hacerse una prueba covid antes de recorrer los 7.000 stands que le transportarán, al menos en espíritu, a uno de los 107 países participantes. La ventaja de hacerlo en la feria es que bastará con un solo test de antígenos para recorrerlos todos.
El tinglado sanitario que garantiza la seguridad sanitaria en el recinto es, en realidad, una metáfora perfecta del engorro en que se ha convertido viajar en tiempos del covid. Los organizadores de Fitur presumen de que la feria de turismo madrileña, que abre sus puertas el 19 de enero, es la única del mundo que se ha celebrado todos los años de la pandemia.
Javier Sánchez Prieto, presidente del Comité Organizador de Fitur, se aventura también a afirmar que esta edición, pese a celebrarse en plena oleada de ómicron, se parecerá más a la edición de 2019 que a la del 21. Será, claro, siempre y cuando nos olvidemos por un instante de los test, las mascarillas, los geles hidroalcohólicos, restricción de aforos y la toma de temperatura. Nada de catas de quesos suizos en la moqueta, este año para comer hay que salir preferiblemente a las terrazas del exterior. La cautela ante los aerosoles manda.
Necesitamos creer que es posible alejarnos de la pandemia aunque sea viendo cómo la viven en otros países
Este ejercicio voluntarismo de fingir que el turismo está volviendo a eso que antes del covid llamábamos normalidad tiene todo el sentido al entrar en Fitur, porque es lo mismo que hacemos al viajar en tiempos del covid. Necesitamos creer que es posible alejarnos de la pandemia, aunque sea viendo cómo la viven en otros países, en otros lugares. Acercarse a una feria turística en un año en el que aún no sabemos cuándo se podrá volver a viajar con normalidad es también un acto de voluntarismo, pero todos los viajes empiezan con la imaginación.
Después del papeleo extra para aventurarse a pasar una frontera en pandemia, después de pasar unas cuantas horas mirando por la ventanilla del tren con la goma de la mascarilla apretando las orejas, una vez que uno se acostumbra a enseñar el pasaporte covid cada vez que quiere entrar a una trattoria romana o a una brasserie de Montpellier, es más fácil, aunque sea durante un instante, fingir olvidarse durante un ratito que la pandemia sigue aquí.
Pla tenía razón: “uno viaja, generalmente, para ver las llamadas cosas inútiles del mundo, que son las únicas importantes”. Y al que le de pereza viajar en tiempos de mascarillas y PCR siempre puede hacerlo a través de un buen libro de viajes como su ‘Viaje en autobús’. O acercándose a Fitur.
Celebrar una feria de turismo mundial en medio de la pandemia es arriesgado, porque no está claro si va a servir para promover los viajes o para recordarnos por qué los estamos posponiendo. No hay nada como alejarse, decía Pla, para curarse de la psicosis de la proximidad, de la deformación de la proximidad, de la que todos estamos atacados. ¿Pero adónde viajar cuando de lo que se quiere escapar es del covid?