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De Madrid, al suelo: los mejores rincones para perderse en la ciudad subterránea
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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De Madrid, al suelo: los mejores rincones para perderse en la ciudad subterránea

No hacen falta agencias de viajes de lujo que cobren 10.000 dólares por desorientar al viajero, basta con adentrarse en sus túneles secretos

Foto: Estación fantasma de Chamberí. (Metro de Madrid)
Estación fantasma de Chamberí. (Metro de Madrid)

Antes perderse era más sencillo. En la Primavera de Praga, a los checoslovacos se les ocurrió una manera de resistencia cívica para despistar a las tropas soviéticas una vez que la invasión parecía inevitable. De noche cambiaron de sitio los nombres de las calles para desorientar a los soldados extranjeros. No cambió el triunfo de los tanques de Moscú en el 68, pero los checos todavía se enorgullecen al recordarlo.

Para despistar a unas tropas invasoras, o simplemente a los turistas, ahora no serviría de mucho cambiar las placas con los nombres de las calles. Lo que habría que intervenir es Google Maps y las recomendaciones de Tripadvisor. En el mundo conectado cada vez es más difícil perderse. Es práctico, no vamos a negarlo, poder elegir siempre el camino más corto en llegar al destino solo mirando una pantalla, pero el GPS domestica las ciudades hasta hacerlas previsibles.

Ya hay gente pagando por una experiencia que les permita perderse un rato. Era cuestión de tiempo que surgiera algo así. Hartos de saber dónde estamos en cada momento hay gente contratando especialistas para que les orienten en cómo perderse mejor. No es broma. La agencia americana ‘Black Tomato’ está ya explotando ese mercado de quienes necesitan sentir que no saben dónde están ni cómo salir de ahí y disponen de más de 10.000 dólares para unas vacaciones de lujo concebidas como una cita a ciegas con el destino.

placeholder Fotografía promocional de la agencia americana 'Black Tomato' donde la experiencia asciende a los 10.000 dólares.
Fotografía promocional de la agencia americana 'Black Tomato' donde la experiencia asciende a los 10.000 dólares.

La experiencia ‘Get Lost’ promete al viajero perderse en su destino vacacional. Lo mismo puede acabar en una casa abandonada en medio de Islandia que en el desierto de Namibia. Los clientes eligen cuánto de perdidos, sorprendidos y desconectados quieren estar. Eligen también si zona polar, desierto, selva o montaña. Una ama de casa de Mississippi contaba entusiasmada a The Washington Post lo bien que lo pasó cuando se sintió realmente perdida en el desierto del Sahara en Marruecos, aprendiendo a orientarse y construyendo su propio refugio ella sola. Unos 13.000 dólares los 10 días. No está mal para dormir en tienda de campaña. Pero coger el camino equivocado y perderse era una experiencia realmente excitante para ella.

No importa que lleve más de 40 años viviendo en Madrid, me sigo perdiendo en mi propia ciudad

Para algunos privilegiados perdernos resulta mucho más sencillo que para esta señora de Mississippi. La desorientación en los tiempos del GPS es un lujo que solo podemos permitirnos a diario y gratuitamente los afortunados que contamos con un mal sentido de la orientación y un móvil que se queda a menudo sin batería. Madrid además es una ciudad ideal para perderse y descubrir rincones a los que de otra manera nunca habríamos llegado.

No importa que lleve más de 40 años viviendo en Madrid, me sigo perdiendo en mi propia ciudad. Esto tiene la enorme ventaja de redescubrirla cada día. Así puedo escribir de la capital con el deslumbramiento de quien acaba de llegar a ella, porque vivo en una especie de ‘Memento’ espacial. Llevo perdiéndome toda la vida. Tal vez deba empezar a presumir de ello en el currículum, ahora que saber perderse es una habilidad en desuso cada vez más cotizada. Con la sabiduría que da la experiencia mi consejo para perderse en Madrid es empezar por el subsuelo.

placeholder Estación fantasma de Chamberí. (Metro de Madrid)
Estación fantasma de Chamberí. (Metro de Madrid)

Allá por el siglo XX, mucho antes de Waze y Google Maps, recuerdo una vez me perdí en el metro. Me bajé del vagón de la Línea 10 en Plaza de España y, de repente, tras avanzar por unos cuantos pasillos, aparecí en otra estación diferente. ¿Cómo era posible aparecer en Noviciado si un momento antes estaba en el andén de Plaza de España? Como suelo estar convencida de llevar razón, en vez de perderme creí haber descubierto un túnel secreto a otra dimensión, un agujero en el transbordo del espacio-tiempo. Si por entonces hubiera sabido lo que era el Metaverso habría pensado que estaba entrando en él. Resultó que no había ningún fenómeno paranormal, solo dos estaciones conectadas subterráneamente. Pero lo de que Madrid está lleno de túneles secretos era cierto. Eso lo supe después.

El pasillo que unía Plaza de España-Noviciado entre los años 60 y 80 sigue existiendo pero está clausurado. Es uno de los muchos túneles abandonados que conserva el subsuelo de Madrid y Metro quiere recuperar. Hay otro entre Diego de León y Goya, un ramal que unía ambas estaciones hasta los años 50. Los pasillos y estaciones abandonadas del metro sí que son un viaje en el espacio-tiempo. Igual que el antiguo vestíbulo de salida a la Plaza de Toros de las Ventas, que lleva tapiado más de 40 años y conserva las puertas antiguas de hierro que había antes de los tornos. La más famosa de todas es la estación fantasma de Chamberí, que la recuerdo de cuando era solo un rumor que los más avezados sabían vislumbrar pegando la cara a la ventanilla del vagón de la Línea 1, tapando la luz con las manos, cuando el tren pasaba entre las estaciones de Iglesia y Bilbao. Ahora está rehabilitada y se puede visitar.

placeholder Sótano del Ministerio de Hacienda. (Archivo del Ministerio de Hacienda)
Sótano del Ministerio de Hacienda. (Archivo del Ministerio de Hacienda)

Tenemos en la capital más túneles sugerentes que como lo descubra esa agencia americana que cobra por perder clientes nos los va a llenar de turistas despistados. Hay mucho Madrid escondido bajo tierra. Llenos de historia y sin cobertura están, por ejemplo, los túneles del subsuelo del Ministerio de Hacienda, obra de Sabatini. Ahí sí que hay sótanos laberínticos donde sería ideal perderse. Por ellos se paseaba Azaña y el ejército republicano montó durante la guerra civil un puesto de mando a salvo de los bombardeos. Como hay visitas guiadas ya no es fácil perderse, pero nunca subestimo mi capacidad de despistarme.

Con tantos pasadizos y poca cobertura no hace falta irse a Namibia para perderse en Madrid

Con tantos pasadizos y poca cobertura no hace falta irse a Namibia para perderse en Madrid. Desde la Dehesa de la Villa sale la Ruta del Agua, donde desde el siglo XVII se canalizaba el agua hasta la ciudad y que también son visitables. Otros túneles y refugios abandonados más conocidos por sus leyendas, como los pasadizos del Palacio Real, son los que los reyes utilizaban para ir de un lado a otro bajo tierra sin ser vistos. Eran túneles que conectaban el Palacio con el Teatro Real o con la Farmacia de la Reina Madre, que sigue abierta al público en la calle Mayor. También el subsuelo de la Plaza Mayor estaba lleno de túneles.

placeholder Existen visitas guiadas por la Ruta del Agua desde la Dehesa de la Villa. (Ayuntamiento de Madrid)
Existen visitas guiadas por la Ruta del Agua desde la Dehesa de la Villa. (Ayuntamiento de Madrid)

Bien vale la pena perderse un rato, aunque sea con la imaginación, en una de estas galerías subterráneas sentándose a tomar algo a los pies del Arco de Cuchilleros, en Las Cuevas de Luis Candelas, el restaurante que lleva el nombre del célebre bandolero madrileño. La gran ventaja de Madrid es que hay muchos sitios donde perderse sentado. Si algún día hubiera que defender la ciudad despistando al invasor, en vez de las calles, siempre podríamos probar a cambiarle el nombre a los bares.

Antes perderse era más sencillo. En la Primavera de Praga, a los checoslovacos se les ocurrió una manera de resistencia cívica para despistar a las tropas soviéticas una vez que la invasión parecía inevitable. De noche cambiaron de sitio los nombres de las calles para desorientar a los soldados extranjeros. No cambió el triunfo de los tanques de Moscú en el 68, pero los checos todavía se enorgullecen al recordarlo.

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