Es noticia
Madrid, de Felipe II a Feijóo
  1. España
  2. Segundo Párrafo
Marta García Aller

Segundo Párrafo

Por

Madrid, de Felipe II a Feijóo

Hay una fuerza centrípeta en la capital que le impide dejar de ser el centro de atención. Parece que es la propia ciudad la que se revuelve y agita el poder para que nadie se olvide dónde hay que ir a buscarlo

Foto: Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Chema Moya)
Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Chema Moya)

Conviene aclarar cuanto antes un malentendido que hay con Madrid. Ahora que hay de repente muchos coches oficiales esperando a cambiar de pasajero en la capital, tras una semana de infarto en la política, será más fácil de explicar. Es verdad que Madrid es noticia todo el rato, pero la capital no es aquí instigadora sino víctima de una confusión.

Unos dicen que fue porque estaba en el centro de la Península, otros por alejarse del poder del clero toledano y otros por la calidad de las aguas. Me quedo con la versión de Antonio Pasies Montfort, que dice que si Felipe II decide trasladar la corte a Madrid fue porque le dio la gana. Muchos pensaron que era un capricho y sería provisional, porque entonces la corte era itinerante, pero como tras varias idas y venidas al final la capital se quedó en Madrid. Desde entonces esta ciudad es sinónimo de poder. Por eso quienes lo anhelan vienen a buscarlo. De ahí que la capital está desproporcionadamente llena de gente que quiere salir en el telediario. Vienen de todas partes hasta lograrlo. Algunos dice la leyenda que hasta nacieron aquí. Entre tanto, los coches oficiales en la capital se mantienen constantes, pero la población que aspira a ocuparlos continúa en aumento.

Foto: El líder del PP, Pablo Casado. (EFE/Javier Lizón)

Madrid no eclipsa la actualidad de otros lugares de España porque quiera ser noticia, más bien cualquiera que quiera ser noticia acaba viniendo a Madrid. Feijóo, sin ir más lejos. El insigne presidente gallego está a punto de convertirse en un símbolo más del poder madrileño si culmina su conquista del PP nacional. Como las matrículas de los coches ya no marcan la provincia de origen, es difícil saber en sus últimas llegadas a Génova 13 cuándo lo hace como presidente gallego y cuándo como aspirante a líder madrileño.

El disgusto se lo llevarán cuando Feijóo aparezca en Mercamadrid diciendo que tiene el mayor puerto pesquero de España

Seguro que en Pontevedra todavía no se hacen mucho a la idea, pero no tardando, si le sale bien la jugada, cada vez que salga Feijóo en la tele, dirán que mira qué pesados estos de la capital, que ya están otra vez los madrileños con sus cosas y que de Galicia no se acuerda nadie. Aunque el disgusto se lo llevarán de verdad cuando Feijóo aparezca un día en Mercamadrid diciendo que tiene el mayor puerto pesquero de España, que es eso que nos contamos los madrileños para consolarnos por no tener mar.

Si de verdad quiere aspirar al poder, Feijóo tendrá que asimilarse en la capital como tantos otros gallegos que han mandado antes que él. Quién se acuerda de que Felipe II era vallisoletano si es el epítome del centralismo madrileño. Y eso que la capital bien podría haber sido Valladolid. De hecho lo fue brevemente en tiempos de Felipe III, cuando el duque de Lerma inauguró esa tradición patria tan arraigada de la especulación inmobiliaria. El valido compró tierras cerca del Pisuerga seis meses antes de la llegada de la Corte para que se le revalorizaran. Mientras el Duque se forraba, cuentan los cronistas de la época que Madrid se arruinó en seguida. Con los reyes se fueron los funcionarios y con ellos los clientes de las barberías y los de las tabernas. Las casas se caían a pedazos. La ciudad del poder, despojada del poder, era una ruina. El alcalde de Madrid tuvo que ir a suplicarle a sus Majestades que devolvieran la Corte a la capital.

Con las elecciones adelantadas del 13F hasta se le prestó atención a lo que pasaba en la región en la prensa nacional

Aunque ya parece un recuerdo lejano, Valladolid ha vuelto a ser este mes el centro de la actualidad política y las luchas de poder. Con las elecciones adelantadas del 13-F hasta se le prestó atención a lo que pasaba en la región en la prensa nacional. España prestó atención a los problemas demográficos de Castilla y León, su buen sistema educativo, sus escasez de médicos y máquinas para el tratamiento del cáncer. Castellanos y leoneses de repente eran noticia nacional y no por un suceso aislado en Tierra de Campos. En las tertulias de Madrid no era infrecuente escuchar a periodistas y políticos presumir de sus orígenes zamoranos, segovianos o leoneses para acreditar sus opiniones. Parecía que la actualidad nacional iba mucho más allá de la capital. Sin embargo, era todo una ilusión.

Foto: Juan García-Gallardo y Alfonso Fernández Mañueco, antes de la reunión. (EFE/Nacho Gallego)

Será que hay una fuerza centrípeta en Madrid que le impide dejar de ser el centro de atención. A veces parece que es la propia ciudad la que se revuelve y agita el poder para que nadie se olvide dónde hay que ir a buscarlo. Y cuando todas las miradas estaban puestas en las negociaciones para formar gobierno en Castilla y León, la capital hizo de las suyas para recuperar el foco y el partido de la oposición empezó a desmoronarse entero.

Desde el siglo XVII la capital no se ha vuelto a mover. Los que se tienen que mover son los que buscan el poder, que así ya saben dónde encontrarlo. Y así es como la capital no solo fagocita la actualidad del país entero consiguiendo acaparar todos los focos, Madrid se fagocita también a sí mismo. Se confunde la ciudad con el poder y el poder con la ciudad. Los coches oficiales seguirán dando vueltas aunque cambien los pasajeros. La ciudad permanece.

Conviene aclarar cuanto antes un malentendido que hay con Madrid. Ahora que hay de repente muchos coches oficiales esperando a cambiar de pasajero en la capital, tras una semana de infarto en la política, será más fácil de explicar. Es verdad que Madrid es noticia todo el rato, pero la capital no es aquí instigadora sino víctima de una confusión.

Madrid Partido Popular (PP)