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Borrell, el termostato y las bicis
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Borrell, el termostato y las bicis

Pedirle a la gente que baje la calefacción cuando no puede permitirse ni encenderla podrá darle una idea a Borrell de por qué sus palabras no han caído muy bien

Foto: Dos ciclistas por Madrid. (EFE/Víctor Lerena)
Dos ciclistas por Madrid. (EFE/Víctor Lerena)
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Hay un meme con los colores de la bandera de Ucrania que se ha vuelto viral por toda Europa desde que empezó la guerra. Dice ‘Fight Putin, ride a bike’ (Enfréntate a Putin, monta en bici). Junto al nombre del dictador ruso, un surtidor de gasolina opuesto a una bici como símbolo de la movilidad sostenible de los que no necesitan para moverse en la ciudad ni el petróleo ni el gas ruso del que tanto depende Europa todavía. El meme fue creado por Harry Gray, un ciudadano inglés aficionado al ciclismo que se ha visto sorprendido por la acogida de su mensaje, del que ya se están haciendo pegatinas y ha llegado hasta el parlamento sueco.

Para concienciar de que reduciendo los combustibles fósiles se reduce la dependencia energética a Rusia, el meme que contrapone las bicis a la gasolina ha tenido mejor acogida que las palabras Josep Borrell, el alto representante de la UE para la Política Exterior, que al pedirle a los europeos que bajen la calefacción en casa frente a Putin es él el que se ha convertido en meme.

Foto: Josep Borrell. (EFE/EPA/Julien Warnand)

Tiene razón el señor Borrell en que también del termostato en casa depende reducir la dependencia a Rusia. Si todos los europeos bajáramos un grado la calefacción, la importación de gas ruso caería un 7% al año, según la Agencia Internacional de la Energía. ¿Por qué han sentado tan mal sus palabras entonces? Porque a diferencia de montar una bici, señor Borrell, pasar frío en casa no es un acto voluntario al menos para cerca de cuatro millones de españoles. Las cifras de pobreza energética ya estaban en cotas récord en España antes de que los precios de la energía se dispararan con la guerra.

Más frío que bicis

Un 23 % de los hogares madrileños se encuentra en riesgo de pobreza energética, el doble de la media nacional. Y la cifra se duplica en el caso de hogares en los que viven mujeres solas mayores de 65. Casi la mitad de ellas no puede pagar la calefacción ni la luz con normalidad en la capital. Con estos niveles de pobreza instalados en la sociedad, pedirle a la gente que baje un grado la calefacción cuando no puede permitirse ni encenderla podrá darle una idea al señor Borrell de por qué sus palabras no han caído muy bien por aquí.

Foto: Iniciativa de Greenpeace en la Semana de la Pobreza Energética. (Greenpeace)

Pasar frío no es un capricho burgués de europeos con buena conciencia, sino la cruda realidad cotidiana para los millones de hogares en los que hace años que se ha instalado la pobreza energética. Claro que los ciudadanos vamos a bajar este mes el termostato, pero porque para la mayoría será un hachazo difícil de digerir una factura media mensual de 300 euros. En vez de exigir sacrificios, los responsables de la regulación del mercado energético europeo lo que deberían es agradecer el esfuerzo a los ciudadanos que pagan las facturas, dar mejores explicaciones de cómo hemos llegado hasta este nivel de interdependencia con el tirano de al lado y darse prisa en aclarar cómo van a solucionarlo.

La idea de enfrentarse a Putin montando en bici está teniendo mejor acogida, al menos en redes, porque entre otras cosas parte de una iniciativa ciudadana y no de un político dando lecciones de geopolítica desde el púlpito. Mover a la acción en vez de regañar suele ser, además, mejor recibido.

Antes de la guerra, ya era un objetivo avanzar hacia una movilidad más saludable y sostenible

En medio de una guerra que le está costando la vida a tanta gente en Ucrania puede sonar ingenuo animar a ir en bici, pero es una propuesta simbólica que permite avanzar en la dirección que no resta bienestar sino que lo suma. Antes de que el mundo volviera a ponerse patas arriba con la guerra ya era un objetivo avanzar hacia una movilidad más saludable y sostenible. Y al precio que está la gasolina es además una alternativa más económica que el coche para moverse por la ciudad.

Lo malo es que el eslogan ‘Ride a bike/Fight Putin’ está pensado para sonar desenfadado, no para pedirle a la gente que se juegue la vida. Es decir, no está pensado para la capital de España. En Madrid, montar en bici todavía es un gran riesgo. Es, de hecho, la que peores redes ciclistas tiene de toda España, según un estudio de la OCU que no mide los kilómetros de carril bici, sino de lo continua, accesible y tupida que es la red por las zonas claves de cada ciudad. Los madrileños ya lo sabíamos antes de leer el informe, aquí la red ciclista es un desastre. Ni útil, ni segura.

placeholder 'Fight Putin/Ride a bike'
'Fight Putin/Ride a bike'

En la capital hay pocos carriles bici y, no, las calzadas de coches con una bici pintada junto a una señal de 30 km/h no son cómodas ni seguras. Ni para ciclistas ni para los automovilistas. En la capital, las bicis estorban porque están concebidas para pasear un rato el domingo y dejar ese día el coche aparcado en casa como excepción. No hay un trazado que facilite poder ir pedaleando todos los días a trabajar, como ya es habitual en grandes capitales europeas que sí han acondicionado el trazado urbano para ello.

Madrid solo cuenta con 130 km de carril bici, se ha ido quedando a la cola de Europa

Tanto Berlín, como París o Londres llevan muchos años invirtiendo en mejorar la red ciclista, especialmente a raíz de la pandemia. Milán acaba de anunciar que construirá 750 km de carriles bici para crear la mayor red ciclista de Europa y superará así a París, que está construyendo un circuito de casi 700 km de red ciclista. Berlín tiene 630. Barcelona, más de 200. Madrid solo cuenta con 130 km. Se ha ido quedando atrás en la creación de infraestructura para la movilidad sobre dos ruedas. Y difícilmente se va a solucionar este problema con el último anuncio del ayuntamiento de incorporar 2.800 bicis eléctricas de empresas privadas y sin base fija que se van a instalar en la capital. El consistorio también ha anunciado una renovación del BiciMad aprovechando los fondos europeos, pero de poco va a servir todo esto como no se acompañen también de una mejora del servicio y de la infraestructura que ofrece la ciudad.

Pedir a la gente que reduzca con sus actos cotidianos la dependencia energética a Rusia puede sonar a granito de arena simbólico para la transición energética, o a tomadura de pelo. Tenderá a parecer más bien lo segundo cuando el cambio de actitud lo estén pidiendo los mismos que son responsables de mejorar la regulación y la infraestructura que puede cambiar realmente las cosas. Y eso lo mismo sirve para los complejos tejemanejes del mercado energético europeo que para mejorar un simple trazado de carril bici de una ciudad como Madrid.

Hay un meme con los colores de la bandera de Ucrania que se ha vuelto viral por toda Europa desde que empezó la guerra. Dice ‘Fight Putin, ride a bike’ (Enfréntate a Putin, monta en bici). Junto al nombre del dictador ruso, un surtidor de gasolina opuesto a una bici como símbolo de la movilidad sostenible de los que no necesitan para moverse en la ciudad ni el petróleo ni el gas ruso del que tanto depende Europa todavía. El meme fue creado por Harry Gray, un ciudadano inglés aficionado al ciclismo que se ha visto sorprendido por la acogida de su mensaje, del que ya se están haciendo pegatinas y ha llegado hasta el parlamento sueco.

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