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¿De verdad hay que ir a trabajar con covid?
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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¿De verdad hay que ir a trabajar con covid?

Ir con síntomas a trabajar es lo contrario a lo que veníamos haciendo. La norma promulga lo que hasta anteayer consideraba irresponsable sin que se haya explicado bien el cambio

Foto: Foto: EFE/Kiko Huesca.
Foto: EFE/Kiko Huesca.
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España se convierte hoy en uno de los países con menos medidas contra el covid, salvo por la exigencia de mascarillas en interiores, que de momento continúa. A partir de ahora, incluso las personas infectadas, asintomáticas o con síntomas leves, podrán hacer vida normal e ir a trabajar. Solo Reino Unido se ha atrevido a hacer algo parecido. Un cambio radical en la gestión de la pandemia al que sorprendentemente no se le está dando mucha promoción. Ni gran campaña institucional, ni comparecencia del presidente para presumir del avance ni explicación pormenorizada de los pros y contras del nuevo modelo.

Un cambio de este calado es posible gracias a las altas tasas de inmunización por las vacunas y los contagios masivos de la sexta ola. Sin embargo, dado que supone actuar de manera radicalmente opuesta a lo que veníamos haciendo, sería de esperar que hubiera llegado con una gran campaña de información y concienciación. Lo normal ante un cambio tan profundo es que haya confusión. Es extraño que un Gobierno cuyo presidente solía salir a diario en televisión a comentar la pandemia no se haya dedicado a comunicar estos cambios exhaustivamente. Tampoco las comunidades están promocionándolos.

Es extraño que un Gobierno cuyo presidente salía a diario a comentar la pandemia no haya comunicado estos cambios exhaustivamente

Tras dos años concienciándonos de aislarnos al primer síntoma, a partir de ahora hay que hacer justo lo contrario e incluso siendo positivo por covid hay que ir a trabajar (aunque si fuera posible, se recomienda la opción del teletrabajo). Va a ser muy difícil dar positivo, aunque se tengan síntomas de covid, porque no se van siquiera a diagnosticar los casos nuevos. Los test serán solo por prescripción médica y para mayores de 60 años o personas vulnerables. Tampoco los hospitales harán pruebas a los que ingresen, salvo que sea por enfermedad respiratoria. El resto hará como si nada.

La propia estrategia de Salud Pública, aprobada la semana pasada en la reunión del pleno del Consejo Interterritorial, reconoce que después de la ómicron pueden llegar nuevas variantes de preocupación, por lo que "es importante tener presente esta reversibilidad de la estrategia en caso de necesidad". Mientras las hospitalizaciones por covid no superen el 5% y el 10% en las UCI, se considerará que los indicadores están en riesgo bajo. Si se traspasara ese umbral, habría que volver al aislamiento de los contagiados. Así que este nuevo cambio de protocolo covid no tiene por qué ser el último.

Si la situación epidemiológica en España es tan buena que permite que se acabe con la detección de positivos y las cuarentenas masivas, ¿por qué no están el Gobierno y las comunidades celebrando por todo lo alto este acuerdo? En el mejor de los casos, porque han aprendido a no lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo en una pandemia que puede dar un nuevo susto en cualquier momento. En el peor, porque no tienen claro que este experimento vaya a funcionar.

Foto: Foto: EFE/David Aguilar.

En cualquier caso, no hace falta celebrar algo para comunicarlo bien. Una cosa es haber aprendido a no pecar de exceso de optimismo, que tras seis olas ya iba siendo hora, y otra no explicar bien las ventajas y los riesgos del nuevo modelo. Si tenemos que cambiar radicalmente de mentalidad en la gestión cotidiana del covid, no vendría mal explicar mejor los porqués. Mandar al niño al colegio con covid o ir con síntomas a trabajar o a un restaurante es lo contrario a lo que veníamos haciendo. Normal que genere extrañeza que de repente la norma sea lo que hasta anteayer se consideraba irresponsable.

Una de las ventajas más obvias de la nueva estrategia, que considera el covid algo así como un catarro, más allá de recuperar lo más parecido a la normalidad, es la cantidad de recursos sanitarios que se van a liberar. Los centros de salud van a dejar de pasarse el día diagnosticando el covid y tramitando bajas laborales. Como ya no se van a hacer test y aunque alguien se lo autodiagnostique con antígenos no va a tener derecho a baja médica automática, los médicos volverán a tener más tiempo de tratar a los pacientes crónicos y otras dolencias que durante los últimos dos años se han dejado de lado.

Los centros de salud van a dejar de pasarse el día diagnosticando y tramitando bajas laborales

Sin embargo, la nueva estrategia no está exenta de riesgos. No hay unanimidad entre los expertos sobre la conveniencia de esta medida y muchos recomiendan que todo el que pueda se siga aislando en casa para minimizar los contagios. Recuerdan que el covid es una enfermedad imprevisible ante la que conviene extremar las precauciones, sobre todo en entornos donde haya personas vulnerables.

No vale apretar los dientes muy fuerte confiando en que esta vez la pandemia no regrese con fuerza y repunte después de Semana Santa. Una vez levantadas las medidas de protección, sigue estando pendiente reforzar la atención primaria y los sistemas de vigilancia pandémica. Si eliminar las cuarentenas, en vez de para fortalecer la sanidad, se aprovecha como excusa para retirar los refuerzos covid de las plantillas de sanitarios, no sería de extrañar que la sobrecarga vuelva. El mayor riesgo de actuar como si la pandemia hubiera terminado es olvidarse de reforzar el sistema sanitario, que sigue resentido, con las plantillas agotadas y listas de espera interminables. Menos medidas contra el covid no deberían implicar menos recursos para prevenirlo.

España se convierte hoy en uno de los países con menos medidas contra el covid, salvo por la exigencia de mascarillas en interiores, que de momento continúa. A partir de ahora, incluso las personas infectadas, asintomáticas o con síntomas leves, podrán hacer vida normal e ir a trabajar. Solo Reino Unido se ha atrevido a hacer algo parecido. Un cambio radical en la gestión de la pandemia al que sorprendentemente no se le está dando mucha promoción. Ni gran campaña institucional, ni comparecencia del presidente para presumir del avance ni explicación pormenorizada de los pros y contras del nuevo modelo.

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