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Cuanto menos miedo da Le Pen a los franceses, más la teme Europa
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Marta García Aller

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Cuanto menos miedo da Le Pen a los franceses, más la teme Europa

Viendo el buen resultado de Le Pen, pese a su cercanía con el Kremlin, queda claro que muchos franceses temen más la inflación que a Putin

Foto: Marine Le Pen. (EFE/EPA/Ian Langsdon)
Marine Le Pen. (EFE/EPA/Ian Langsdon)
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En la primera vuelta de las elecciones francesas del domingo no ha habido sorpresas, pero aún no se ha pasado el susto. El de que la pujanza de Marine Le Pen en la recta final de la campaña fuera tal que incluso pudiera adelantar a un Emmanuel Macron muy mermado en las encuestas. Al final, Macron ha ganado con claridad superando las expectativas de los sondeos. Sin embargo, para la segunda vuelta está todo abierto.

La mera hipótesis de que Le Pen pueda ganar a Macron el 24 de abril en la segunda ronda resulta muy inquietante. Plantearía un terremoto en Europa tan grande como el Brexit o la victoria de Trump en EEUU. Cómo no va a estremecer la fortaleza en el corazón de la Unión Europea de una presidenta francesa anti-OTAN, anti-UE y abiertamente pro-Putin.

Macron parte con ventaja, pero no la suficiente para descartar que Le Pen tenga posibilidades. El duelo entre los dos ya se produjo en 2017 y Macron ganó entonces sin problemas, pero desde entonces han cambiado muchas cosas. Marine Le Pen ha suavizado su perfil y aumentado su popularidad, los partidos de Mitterrand y Chirac se han hundido por completo y crecen los extremos a derecha e izquierda. Tampoco los cordones sanitarios y el miedo a la ultraderecha resultan tan disuasorios como solían en estos tiempos convulsos y propicios para los populismos.

Nada más conocer su histórica derrota, las candidatas de los partidos de la derecha y la izquierda tradicionales mostraron su apoyo a Macron para la segunda ronda, pero ese gesto ya no tranquiliza como solía, porque ninguna está para dar lecciones ni movilizar al electorado. La conservadora Valérie Pecresse, de Los Republicanos, solo sumó el 5% del sufragio en la primera ronda (esperaba al menos el doble) y Anne Hidalgo confirmó el hundimiento de los socialistas con un 2% raspado. La práctica extinción de los dos partidos que no hace tanto solían alternarse el Elíseo hace que juntos ni siquiera sumen tantos votos como los que reunió Éric Zemmour, el candidato a la derecha de la extrema derecha, que con un partido que hace un año ni siquiera existía logró la cuarta posición con casi un 7%.

Foto: Foto: Reuters/Mikhail Klimentyev. Opinión
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Mélenchon, el candidato de la extrema izquierda, fue quien aglutinó el voto de la izquierda con el 22%, y buena parte del resultado de la segunda ronda dependerá de qué hace su electorado. Entre tanto, la tendencia al alza de Le Pen en la primera ronda sirve de aviso, tanto para Macron como para la UE, de cómo el hartazgo de la pandemia y la guerra en Ucrania pueden azuzar los extremos y tener efectos contradictorios en un electorado cada vez más polarizado. El caso de Le Pen es especialmente inquietante por su más que probada cercanía al Kremlin en plena invasión de Ucrania.

Le Pen empezó la campaña electoral destruyendo más de un millón de folletos electorales porque sus cinco páginas incluían una foto con su admirado Putin, con quien a menudo ha presumido de compartir valores y visión del mundo, y que en anteriores campañas electorales hasta le había dado un préstamo. El inicio de la guerra de Putin parecía consolidar a Macron como favorito, y llegó a tener 15 puntos de ventaja, pero la guerra parece haber ayudado al ascenso de Le Pen.

¿Cómo es posible que una candidata tan cercana al Kremlin, a medida que se conocen las barbaridades del Ejército ruso en Ucrania, no solo no haya sido penalizada en las urnas de las presidenciales francesas sino beneficiada? De que Macron sea capaz de entender esa clave dependerá que se alce con la victoria el 24 de abril y la UE pueda respirar de alivio. También Bruselas tendrá que hacérselo mirar, porque va quedando claro que Hungría, donde el antieuropeísta Viktor Orbán ha vuelto a ganar sin ocultar su admiración por Putin, no es un caso tan aislado.

A Le Pen le ha beneficiado mostrarse más preocupada por los efectos de la guerra en el poder adquisitivo de los franceses que por los desvaríos expansionistas de Putin. Y da mucho que pensar que en plena guerra en Europa, si toca elegir entre menos democracia y más sacrificios, entre cercanía a Putin o más inflación, haya tanta gente que encuentre menos riesgo en elegir lo primero.

Foto: Caricatura de Putin y un oso. (EFE/Sergei Ilnitsky) Opinión

Obviamente, el ascenso de Le Pen no solo tiene que ver con Putin y no se entiende sin el profundo descontento de buena parte de los franceses, que nunca habían dado tanto apoyo a la extrema izquierda y la extrema derecha.

Macron se ha volcado en apelar a los valores europeos y aprovechar su presidencia de turno de la UE para tratar de frenar a Putin, así como defender las sanciones por la barbarie de la guerra. Eso puede haberle beneficiado con una parte del electorado, pero le aleja peligrosamente de otra que se siente olvidada.

A Le Pen, que perdió en la segunda vuelta contra Macron en las anteriores elecciones, le va mejor desde que prefiere que la llamen Marine. También cambió el nombre al Frente Nacional, para tratar de marcar distancias con su padre, Jean-Marie, patriarca de la ultraderecha europea. Su partido ahora se llama Agrupación Nacional.

A la ultraderechista le ha ayudado maquillar su imagen de líder radical y cambiar su anterior tono beligerante por uno más amable, aparcar las tradicionales proclamas antiinmigración, que no renunciar a ellas, y tener por primera vez en las elecciones a otro candidato aún más extremista a su derecha. El polemista reaccionario (él mismo presume de serlo) ha ayudado a Le Pen a parecer más moderada y menos xenófoba. Al fin y al cabo, Zemmour ha llegado a reivindicar en campaña incluso al mariscal Petain, una línea roja que ni siquiera Le Pen se ha atrevido a traspasar (Le Pen hija, porque Le Pen padre sí que reivindicaba sin tapujos al colaboracionista nazi en sus memorias).

Foto: Foto: Reuters/Lisi Niesner. Opinión
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La parte más inquietante para la UE en plena invasión de Ucrania es que a Le Pen no le haga falta renegar abiertamente de Putin para obtener un buen resultado. Le ha bastado, como hizo Orbán, con mostrarse favorable a la paz, así en general, y declararse más preocupada por los efectos de la guerra en los bolsillos de los franceses que por los crímenes de guerra contra los ucranianos. De hecho, el motivo oficial que su equipo dio para retirar ese folleto que presumía de los vínculos afectivos e ideológicos con Putin no fue marcar distancias con la invasión rusa, sino una inexistente falta ortográfica.

Más allá de los aciertos de campaña de la candidata de extrema derecha, el buen resultado de Le Pen no se entiende sin los errores de Macron, muy cómodo en su pose presidencialista y prácticamente ausente de la campaña electoral, en parte por estrategia, en parte porque desde que empezó la guerra tuvo que reajustar el calendario.

A mediados de marzo, cuando Marine Le Pen estaba entre un 16 y un 22% por detrás de Macron en la segunda vuelta de las elecciones, el perfil bajo parecía una buena idea. Sin embargo, a medida que la guerra avanzaba y Macron ejercía más de presidente de turno de la Unión Europea que de presidente francés, la diferencia entre los candidatos se fue desplomando hasta el día de la votación a tan solo un 2%, que con la remontada en el último momento de Macron ha acabado rondando los cuatro puntos.

Mientras Marine Le Pen recorría Francia de pueblo en pueblo, Macron participaba en cumbres de la OTAN, se reunía con Putin y Biden y dejaba que le sacaran fotos posando en el Elíseo. Macron salía en portada de 'The New York Times', pero Le Pen era protagonista de la prensa regional con numerosos actos con poca cobertura nacional pero indudable protagonismo local. Más que a electorados distintos, parece que se dirigen a planetas diferentes.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (3d), escucha la intervención de Volodímir Zelenski. (EFE/Chema Moya) Opinión

Veremos si en las próximas dos semanas Macron cambia de estrategia y se vuelca en el día a día de la campaña. Al final, su resultado ha sido mejor de lo esperado, pese a las críticas a su campaña por haber sido muy presidencial y poca campaña, con demasiada soberbia incluso para los estándares de Macron. Teniendo en cuenta que desde Chirac ningún presidente francés ha ganado un segundo mandato, Macron no debería confiarse.

El presidente Macron ya no es el joven candidato desconocido que presumía de no ser ni de derechas ni de izquierdas y que ilusionó como alternativa hace cinco años a los franceses hartos de los grandes partidos tradicionales. Macron se ha vuelto 'invotable', al menos en la primera ronda, para muchos franceses de izquierdas que han aglutinado un 20% del voto en Mélenchon. Al conocer que no pasaba a la segunda ronda pese a su buen resultado, el candidato de la extrema izquierda pidió a sus votantes que no den un solo voto a Le Pen, que no es lo mismo que pedir el voto para Macron. Está por ver que le hagan caso. La candidata de la extrema derecha está decidida a pescar apoyos no solo entre los votantes de Zemmour, también entre la extrema izquierda que no soporta a Macron y lo considera el candidato de los ricos.

Viendo el buen resultado de Le Pen, pese a su cercanía con el Kremlin, queda claro que muchos franceses temen más la inflación que a Putin. El resultado en la primera vuelta de las elecciones francesas lanza el peligroso mensaje de que cuidado con pedir sacrificios a los europeos, por más que sean necesarios para frenar a Putin, porque una parte del electorado no puede más. Hasta el 24 de abril, la Unión Europea contendrá la respiración, confiando en que haya suficientes franceses que voten por Macron, aunque sea tapándose la nariz.

En la primera vuelta de las elecciones francesas del domingo no ha habido sorpresas, pero aún no se ha pasado el susto. El de que la pujanza de Marine Le Pen en la recta final de la campaña fuera tal que incluso pudiera adelantar a un Emmanuel Macron muy mermado en las encuestas. Al final, Macron ha ganado con claridad superando las expectativas de los sondeos. Sin embargo, para la segunda vuelta está todo abierto.

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