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Varias violaciones en grupo, mucho porno y un vicepresidente
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Marta García Aller

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Varias violaciones en grupo, mucho porno y un vicepresidente

Cuando uno de cada dos menores accede por primera vez al porno entre los seis y los 12 años, lo más escandaloso no es que en la escuela se hable de sexo, sino que no se hable

Foto: El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo. (EFE/Nacho Gallego)
El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo. (EFE/Nacho Gallego)
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En pocos días, hemos conocido que hay cuatro detenidos acusados de violar en grupo a una joven de 18 años durante las fiestas patronales de Villareal. Los cuatro son menores de edad. En Burjassot, la policía ha detenido a otros cinco menores, de entre 15 y 17 años, por otra presunta agresión grupal a dos niñas de 12 y 13 años, con las que quedaron a través de Instagram en una casa abandonada. No parece esta semana la más adecuada para arremeter contra la educación sexual, como ha hecho el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo.

Al señor Gallardo le preocupa que la educación sexual vaya a entrar en la escuela. Es uno de los puntos que presentó como clave en el programa de Vox para esta legislatura. Mientras tanto, en la Fiscalía, lo que está creciendo es la preocupación por el aumento en España de delitos sexuales cometidos por menores. También preocupa la frivolidad con la que tanto agresores como víctimas cada vez más jóvenes hablan de las agresiones sexuales en las declaraciones judiciales. En algunos casos, ni unos ni otras parecen tener muy claro la gravedad de los hechos ni qué significa el consentimiento, cuya edad legal en España son los 16.

Entre las causas de normalización de la violencia sexual entre los más jóvenes, cada vez más expertos apuntan al porno 'online', de contenido altamente violento y fácilmente accesible para los niños. Casi siete de cada 10 adolescentes ven porno de forma frecuente en su móvil a partir de los 12 años. Al principio llegan a estos contenidos por casualidad. No hace falta que busquen porno, lo encuentran. Son contenidos gratuitos, fácilmente accesibles y altamente violentos en los que las violaciones grupales a mujeres y niñas aparecen normalizadas como entretenimiento.

No vale echarle toda la culpa al porno de que las denuncias de agresiones sexuales grupales entre adolescentes estén en ascenso, claro, pero es imprescindible visibilizar la influencia de este factor al que generaciones anteriores no nos hemos visto expuestas en proporciones comparables. Y no, no es lo mismo haberle robado al amigo de un hermano un VHS grabado del Canal Plus codificado o haberse comprado a escondidas la 'Playboy' en el quiosco. Hablamos de acceso masivo a contenidos violentos a unas edades en que acaban de recibir un móvil por la Primera Comunión y buena parte de los niños son todavía incapaces de diferenciar la realidad de la ficción, lo legal de lo ilegal y el deseo del dolor.

Foto: Foto: EFE/Jesús Diges

Más de la mitad de los adolescentes que ven porno reconoce que se inspira directamente en él para sus propias experiencias y, lo que es más preocupante, para cerca del 30% de los adolescentes estos vídeos son su única fuente de información sobre sexualidad. Son datos del estudio '(Des)información sexual: pornografía y adolescencia', donde también se recoge que un 8,8% de los casi 2.000 adolescentes que participaron en este estudio ya había visto porno antes de los 10 años, pero la edad más habitual son los 12. En municipios de menos de 15.000 habitantes es donde los niños empiezan a edades más tempranas.

Que haya tantos niños para los que el porno 'online' sea su única referencia sobre sexualidad, porque en casa no les han hablado del tema y en muchos colegios tampoco, es grave. Bastante más preocupante que no tener información, que era lo que más frecuentemente nos pasaba a generaciones anteriores a su edad, es estar expuesto a tanta desinformación y tan violenta.

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En un mundo conectado en el que, asumámoslo, el porno está por todas partes, la relevancia de la educación sexual cobra una nueva dimensión. No solo es una herramienta más que probada de prevención de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Es también fundamental en la prevención de violencias sexuales para que niños y niñas aprendan el respeto mutuo y sepan detectar y reaccionar ante situaciones de riesgo, así como pedir ayuda o consejo a sus familias cuando lo necesiten. De hecho, muchos de los niños que acceden a contenidos porno por primera vez lo hacen sin querer porque buscan informarse sobre sexualidad en internet.

Ver la educación sexual como un riesgo cuando el sexo está por todas partes refleja una desconexión de la realidad muy peligrosa. La educación sexual, bien planteada, es una vacuna contra las violencias. Si no se incluye en los colegios de forma reglada una educación sexual adaptada a todas las edades, será la desinformación sexual la que vaya ganando cada vez más terreno. Por eso el debate más necesario en este contexto no es educación sexual sí o no, sino cuáles son las formas más adecuadas de enseñar y concienciar a los niños y adolescentes con contenidos adaptados a cada etapa educativa, como contempla el anteproyecto de Ley de Salud Sexual. Cuando uno de cada dos menores accede por primera vez al porno 'online' entre los seis y los 12 años, lo escandaloso no es que en la escuela se hable de sexo, sino que no se hable.

En pocos días, hemos conocido que hay cuatro detenidos acusados de violar en grupo a una joven de 18 años durante las fiestas patronales de Villareal. Los cuatro son menores de edad. En Burjassot, la policía ha detenido a otros cinco menores, de entre 15 y 17 años, por otra presunta agresión grupal a dos niñas de 12 y 13 años, con las que quedaron a través de Instagram en una casa abandonada. No parece esta semana la más adecuada para arremeter contra la educación sexual, como ha hecho el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo.

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