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Segundo Párrafo
Por
Page, Ayuso y las 'malas compañías'
Para que los votantes desencantados no tengan que llevarse su voto a otro partido, es muy útil que los partidos tengan a alguien que se enfada desde dentro
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En su afán por ningunear a su socio, el Gobierno ya se basta para contradecirse. Los socios de la coalición van perdiendo protagonismo hasta en las contradicciones, los desacuerdos socialistas quedan en casa. Un día García-Page acusa al Gobierno de apoyarse en “malas compañías” que quieren desestabilizar el Estado y al siguiente el ministro Escrivá pide más centralización para evitar el “despropósito”, así le dijo a Alsina en la entrevista en 'Más de Uno' para quejarse de que las comunidades compitan entre sí en materia fiscal.
Luego, donde el ministro reivindicaba más “centralización fiscal”, el Gobierno salió corriendo a decir que aquello no era más que una “opinión particular”, como si fuera la de un tertuliano más. Pero no, no es uno más. Es el ministro de Seguridad Social el que pide más recentralización. Lo mismo que por mucho que sea a título personal, que el presidente manchego exija al Gobierno alejarse de Podemos y los partidos independentistas lo hace por algo tan personal como ganar elecciones.
No es el PSOE el único partido que tiene díscolos en casa. Esta misma semana, la presidenta madrileña le dijo a Rafa Latorre en 'La Brújula' que le parece “un tremendo error” el plan energético de Ursula von der Leyen con el que el presidente de su partido, Alberto Núñez Feijóo, se ha mostrado muy de acuerdo. El PP ahora está a favor de gravar los ingresos extraordinarios de las empresas energéticas, Ayuso no.
Sin embargo, a diferencia de lo que le ha pasado a García-Page cuando expresó su desacuerdo en la estrategia con el líder de su partido y todos los demás barones salieron a dejar claro que estaba solo en eso, a Ayuso en Génova dicen que la apoyan hasta cuando no están de acuerdo con ella. El martes, Cuca Gamarra salió a defender el derecho de la presidenta a opinar lo que quiera, aunque sea lo contrario de lo que opina su jefe.
Tanto Page como Ayuso tienen en común considerar que sus partidos están cometiendo un error tremendo en su estrategia. Ambos lo han dicho públicamente y a ninguno les van a hacer caso. Pero en el PSOE no han tenido tanta cintura como en el PP para encajar las desavenencias internas quitándoles importancia.
Con tal de no discutir con ella, Génova apoya que Ayuso esté contra Génova. La pirueta es arriesgada, pero puede salirle bien a Feijóo. Las discrepancias de Ayuso en realidad ayudan al PP a parecer un partido más plural de lo que realmente es. Al fin y al cabo, lo que Gamarra ha dicho es que respeta que Ayuso diga lo que quiera, pero que no le van a hacer ni caso, que no va a afectar lo más mínimo a la posición del PP.
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Mientras la dirección popular se vanagloria de apoyar la libertad de expresión de todo tipo de opiniones, también de las que llaman “tremendo error” a la estrategia nacional del partido, no solo desactiva la polémica, también da consuelo a los votantes, o posibles votantes, que no coincidan con la estrategia de Feijóo para que no tengan que llevarse su enfado a otro partido. Es muy útil para los votantes desencantados que los partidos tengan a alguien con quien identificarse que se enfada desde dentro.
El PSOE también podría aprovecharse de tener voces como García-Page que aún se atreven a criticar en alto la política de pactos de su partido. Eso ayudaría encontrar consuelo a los votantes socialistas que todavía andan desorientados, cuando no resentidos, porque votaron a un partido cuyo líder les descartaba en campaña que fuera a pactar con Podemos tantas veces como negaba indultar a los presos del 'procés'. Se puede ningunear a las voces críticas internas más fácilmente que a los votantes que coinciden con ellas, porque este último ninguneo es de ida y vuelta.
En su afán por ningunear a su socio, el Gobierno ya se basta para contradecirse. Los socios de la coalición van perdiendo protagonismo hasta en las contradicciones, los desacuerdos socialistas quedan en casa. Un día García-Page acusa al Gobierno de apoyarse en “malas compañías” que quieren desestabilizar el Estado y al siguiente el ministro Escrivá pide más centralización para evitar el “despropósito”, así le dijo a Alsina en la entrevista en 'Más de Uno' para quejarse de que las comunidades compitan entre sí en materia fiscal.