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Nos están tomando el pelo con los impuestos
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Nos están tomando el pelo con los impuestos

Es una tomadura de pelo este debate tan superficial sobre los impuestos, que divide el espectro político en partidos de ricos y pobres

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, saluda al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE/Raúl Caro)
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, saluda al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE/Raúl Caro)
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Tenemos al Gobierno tratándonos de convencer de que simplemente subiéndole los impuestos a los ricos va a arreglar no sé cuántas cosas. Oponerse a este nuevo impuesto, tan nuevo, tan nuevo que ni siquiera el Gobierno sabe explicar todavía en qué consiste, te convierte automáticamente en una persona terrible, pero solo a partir de ahora, no con carácter retroactivo. Sí que estaba permitido estar en contra de un gravamen a las grandes fortunas y ser un buen socialista e incluso buena persona, al menos, hasta junio, que es cuando el PSOE rechazó un impuesto similar a propuesta de Podemos.

También tenemos una oposición prometiendo que solo bajando impuestos va a arreglar no sé cuántas cosas. El PP critica al Gobierno por exprimir el bolsillo de los ciudadanos como si cuando les tocara gobernar pudiera bajarlos de verdad, como si Bruselas no estuviera pendiente de cómo va España a aumentar la recaudación con la reforma fiscal que no llega, como si el déficit no fuera un problema. No deben de ver contradicción aparente en Génova en alertar de la insostenibilidad de la deuda pública, al tiempo que prometen bajadas generalizadas de impuestos, su receta para todo sea cual sea el contexto de la economía y el estado de los servicios públicos.

Foto: María Jesús Montero, en una imagen de archivo. (EFE/Fernando Alvarado)

El anuncio de subirle los impuestos a los ricos que ha hecho el PSOE es tan electoralista y seguramente tan poco efectivo para mejorar la recaudación como electoralistas son los anuncios de rebajas al impuesto de patrimonio que están haciendo los barones del PP, como si la rebaja fiscal a unos pocos miles de contribuyentes acaudalados fuera la reforma que el país más urgentemente necesita.

Hay pocas evidencias de los efectos recaudatorios que pueden tener ambas medidas, una al alza y la otra a la baja. Digamos que, en el mejor de los casos, están aún por demostrar. Lo que queda más que de sobra probado son sus efectos propagandísticos. Ambos partidos prefieren simplificar al máximo el debate fiscal que afrontar una verdadera reforma de un sistema tributario anticuado e ineficaz, en el que obviamente no todo se arregla subiendo o bajando de aquí y allá.

España necesita un sistema tributario más equitativo, más progresivo y más justo. Es decir, recaudar más y mejor para poder hacer frente a los gastos ya comprometidos y los que vendrán en una situación tan incierta como la actual. Ni bajar ni subir impuestos es una receta infalible para aumentar la recaudación.

Foto: El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. (EFE/Ismael Herrero)

Por justa o atractiva que suene una medida no tiene por qué ser útil. Así que ponerle de pronto un impuesto a los ricos podrá tener un efecto simbólico, pero eso no quiere decir que vaya a aumentar sustancialmente la recaudación, ni mucho menos que vaya a ser la ayuda que la clase media necesita para no sufragar el coste de esta crisis.

Son precisamente las grandes fortunas las que mejor ingeniería fiscal se gastan para aprovecharse de la infinidad de exenciones del queso gruyer que es nuestro sistema tributario, por lo que los impuestos a los ricos suelen ser muy costosos de administrar y relativamente fáciles de eludir con sociedades diseñadas precisamente para ello.

La promesa de que solo con una tasa a las grandes fortunas se va a recaudar lo suficiente como para evitar cargar el peso de esta crisis sobre la clase media, que es nada menos que lo que el Gobierno ha prometido que logrará con ello, tiene más de pensamiento mágico que de política fiscal seria. Eso no quiere decir que no sea importante encontrar una mejor manera de redistribución de la riqueza, especialmente en un momento de crisis como la actual, y sobre todo en un país como España, que está a la cabeza de los países de la Unión Europea con mayor desigualdad.

Foto: Yolanda Díaz y María Jesús Montero. (EFE/Fernando Villar)

Por otra parte, bajar impuestos a los más ricos tampoco genera automáticamente ni más crecimiento ni más empleo. Así lo advierten diversos estudios recientes, que han estudiado el efecto sobre la recaudación de bajar este tipo de tributos, como los de la economista Clara Martínez-Toledano, profesora del Imperial College, o David Hope y Julian Limberg de la London School of Economics.

Entre tanto, los principales problemas del sistema fiscal español, como la falta de progresividad y el exceso de economía sumergida, siguen fuera del foco de debate. Sería urgente hacer algo, porque España sigue siendo uno de los países de la Unión Europea con mayor índice de desigualdad. Y eso no lo va a solucionar ni ponerles un nuevo impuesto a los ricos, diseñado deprisa y corriendo, ni quitarles de forma oportunista el impuesto de patrimonio a madrileños, andaluces y murcianos para hacernos trampas al solitario del PIB entre comunidades autónomas.

De ahí que sea una tomadura de pelo de este debate tan superficial sobre los impuestos, que divide el espectro político en los partidos de los ricos y de los pobres, o en los partidos de la libertad y los partidos confiscatorios, según el marco simplista que cada uno prefiera. Puestos a simplificar, sería más constructivo discutir sobre reformas útiles o inútiles.

Tenemos al Gobierno tratándonos de convencer de que simplemente subiéndole los impuestos a los ricos va a arreglar no sé cuántas cosas. Oponerse a este nuevo impuesto, tan nuevo, tan nuevo que ni siquiera el Gobierno sabe explicar todavía en qué consiste, te convierte automáticamente en una persona terrible, pero solo a partir de ahora, no con carácter retroactivo. Sí que estaba permitido estar en contra de un gravamen a las grandes fortunas y ser un buen socialista e incluso buena persona, al menos, hasta junio, que es cuando el PSOE rechazó un impuesto similar a propuesta de Podemos.

Reforma fiscal PSOE Partido Popular (PP)
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