Segundo Párrafo
Por
Adiós, Twitter. Gracias, Elon Musk
Cuando tanto los usuarios de una empresa, como sus anunciantes y sus empleados no son máquinas, sino personas, despreciarlos constantemente es una negligencia
Al final habrá que reconocerle a Elon Musk que está volviendo a hacer de Twitter un sitio interesante. Vale que con tantos vaivenes de una gestión negligente es cada vez más probable que lo termine quebrando, pero reconozcámosle que hacía tiempo que no pasábamos tan buenos ratos en esta red social. Salvo mirarse el ombligo, nada gusta más en Twitter que un buen apocalipsis, así que tuitear el suyo propio está resultando el combo perfecto.
El colapso de Twitter se volvió más verosímil que nunca el día que cientos de empleados de Twitter decidieron renunciar a la vez a su puesto de trabajo tras negarse a aceptar un ultimátum de su nuevo dueño, el multimillonario Elon Musk, que les había dado hasta el jueves para decidir si se iban o se quedaban. El viernes fueron tantos los que dimitieron que incluso se puso en cuestión la viabilidad de la compañía que Musk compró hace unas semanas por 44.000 millones de dólares.
No es Twitter la única de las grandes tecnológicas que está en medio de una crisis de mediana edad, pero es muy revelador en este caso que sea precisamente una fuga masiva de talento lo que pueda darle el golpe de gracia a este gigante de la era digital. Hartos de los despidos masivos de la mitad de la plantilla, más de 7.500 en las primeras semanas desde la llegada de Musk, y hartos también de sus amenazas de empeorarle a la otra mitad sus condiciones de trabajo, la mayoría de los empleados que quedaban en Twitter dejaron plantado al multimillonario.
Ha sido tal el descontrol que ni siquiera muchos de los empleados que habían dimitido fueron dados oficialmente de baja porque también habían dimitido quienes debían restringirles el acceso. Visto el caos, también los grandes anunciantes han huido en masa. Así que nunca el poder del factor humano fue más evidente en la era de los algoritmos. No es una brecha tecnológica, sino humana, la que pone en peligro su viabilidad.
Musk será un genio de la tecnología que lo mismo crea coches autónomos que manda cohetes reutilizables al espacio, pero está dejando claro que no se le da particularmente bien gestionar humanos. Y esto, que durante mucho tiempo ha parecido secundario a los gigantes de Silicon Valley, la crisis de Twitter está dejando algo claro que no lo es.
Cuando tanto los usuarios de una empresa, como sus anunciantes y sus empleados no son máquinas, sino personas, despreciarlos constantemente no es una audacia, sino una negligencia. No es lo mismo dirigir empresas cuyo éxito depende fundamentalmente de los avances de la tecnología que una, como Twitter, que se basa en la interacción social, la atracción de contenidos y anunciantes, es decir, de lo que la gente piensa.
En la mayoría de tuits que en las horas siguientes a conocerse la dimisión masiva temían el cierre de esta red social, la mayoría de los lamentos no era por la desaparición de la red en sí. No es su tecnología lo que se echara de menos si colapsa, no es su algoritmo, sino los contenidos generados por los usuarios, el histórico de los mensajes compartidos y las relaciones que se han ido creando en esta década y pico. La clave no es la tecnología en sí, sino las relaciones de la gente.
Los grandes momentos de Twitter que se echarán de menos no tienen que ver con rediseños técnicos, nadie añora aquella vez que se mejoró el botón de hacer retuit o que se ampliaron de 140 a 280 caracteres. Si Twitter cierra olvidaremos sus algoritmos, pero recordaremos el tuit de Bisbal lamentándose de lo poco transitadas que están las pirámides de Egipto en la Primavera Árabe y los tuits de Pedro Sánchez desde la pizzería Luna Rosa con los colegas.
Está por ver si Twitter sobrevive o no a esta crisis. Entre tanto, mientras los usuarios temen por su desaparición, al menos por un rato está volviendo a generar comunidad. Los ataques de nostalgia tuitera están más presentes que los de odio. Y, además, con Musk al frente, Twitter rentable no será, pero hay que reconocerle que está de lo más entretenido. Y de eso se trata. Así que gracias.
Al final habrá que reconocerle a Elon Musk que está volviendo a hacer de Twitter un sitio interesante. Vale que con tantos vaivenes de una gestión negligente es cada vez más probable que lo termine quebrando, pero reconozcámosle que hacía tiempo que no pasábamos tan buenos ratos en esta red social. Salvo mirarse el ombligo, nada gusta más en Twitter que un buen apocalipsis, así que tuitear el suyo propio está resultando el combo perfecto.
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