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Vox, el aborto y la incompetencia
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Marta García Aller

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Vox, el aborto y la incompetencia

Como siga así, más que de su influencia, el Gobierno de Castilla y León bien puede convertirse para Vox en el mejor escaparate de su incompetencia

Foto: Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta de Castilla y León, en un acto de su partido en Zamora. (EFE/Mariam A. Montesinos)
Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta de Castilla y León, en un acto de su partido en Zamora. (EFE/Mariam A. Montesinos)
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Vox necesita que el Gobierno de Castilla y León se convierta en su escaparate para demostrar cuánto puede influir cuando entra en un Gobierno con el PP. Por eso, la misma semana que Feijóo apuesta por mostrar el perfil más moderado del PP para atraer al votante centrista, se ha puesto a hacer ruido en el Gobierno de Castilla y León, el único en el que está presente, agitando unas medidas antiaborto. Incluyen obligar a los médicos a ofrecerles a las embarazadas escuchar el latido del feto o una ecografía en 4D para disuadirlas de esta decisión que la ley española permite tomar en libertad.

Sin embargo, más que como escaparate para que Vox muestre lo que es capaz de hacer, Castilla y León también puede servir precisamente para lo contrario. Está siendo un laboratorio del desbarajuste que supone tener a Vox en un gobierno de coalición. Y, como siga así, más que de su influencia, el Gobierno de Castilla y León bien puede convertirse para Vox en el mejor escaparate de su incompetencia.

Foto: Impugnan la votación presupuestaria al negar pollán llamamiento sobre ela

Apenas unas horas más tarde de anunciar este protocolo antiabortista se sucedieron un jaleo de rectificaciones. El Gobierno castellanoleonés negaba al día siguiente de anunciarlo que exista un protocolo antiabortista y desautoriza lo que García-Gallardo había presentado en rueda de prensa junto al portavoz del Gobierno, con nota de prensa oficial y todo. Las medidas que el jueves se habían hecho públicas tras pactarlas en el Consejo de Gobierno, el viernes no servían para nada, según la propia Consejería de Sanidad, en manos del PP, desde la que luego aseguraban que "todo sigue igual". Es decir, igual que antes del anuncio de Gallardo, que según el PP se queda en nada.

No es solo achacable a una descoordinación de los dos partidos en el Gobierno de coalición. Tras la rueda de prensa en la que anunciaba las medidas, el propio
vicepresidente de Vox era incapaz de explicar en qué consistían exactamente las medidas, en qué semana serían las ecografías en 4D que estaba anunciando —"yo es que no sé mucho de embarazos", alegó con media sonrisa—. Tampoco sabía el vicepresidente Gallardo cuánto costaría la puesta en marcha del nuevo protocolo. Si no estuviéramos hablando de un retroceso en los derechos de las mujeres tan flagrante, sería hasta cómico.

Toda esta incapacidad de Gallardo para explicarse es más difícil achacarla a la improvisación que a la incompetencia, teniendo en cuenta que es una medida que está en el pacto de Gobierno y forma parte de los postulados más representativos de Vox. Presumir de no saber de embarazos al tiempo que se trata de legislar sobre ellos es tan bochornoso como estremecedor.

Presumir de no saber de embarazos es tan bochornoso como estremecedor

Está por ver en qué se queda y si existe o no ese nuevo protocolo que busca obligar a los médicos a ofrecer a las mujeres embarazadas la posibilidad de escuchar el latido del feto y que contradice la ley de Salud Sexual recién aprobada por el Gobierno, en la que se impide ningún tipo de coacción a las mujeres que desean interrumpir su embarazo en las primeras semanas.

Entre tanto, la dirección nacional del PP asegura que no respaldan las medidas aprobadas por Vox y niegan que se vaya a reformar nada. Sin embargo, no todos los dirigentes populares han sido tan contundentes contra estas medidas como su nuevo portavoz, Borja Sémper, que aclaró sin tapujos que no está de acuerdo con el anuncio de Vox para desincentivar el aborto en Castilla y León ni a "tragar con cualquier cosa".

Otros dirigentes son más ambiguos. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, anunciaba la futura creación de un teléfono "a favor de la vida, no en contra de nadie" para las embarazadas. Puede verse una contradicción o un reparto de tareas. Sémper le habla al centro, Ayuso busca atraer al PP los votos de Vox.

Isabel Díaz Ayuso anunciaba la creación de un teléfono "a favor de la vida"

Cuanta mayor sea la falta de profesionalidad que transmite el vicepresidente de la Junta de Castilla y León en su gestión del único gobierno de coalición en el que Vox participa, mayor es la oportunidad del PP de disuadir a los votantes conservadores más indecisos de dejar un hipotético futuro gobierno de la derecha en manos de una coalición con Santiago Abascal.

Esta polémica le da al PP la oportunidad de desautorizar a Vox de forma contundente y distanciarse del desbarajuste de su Gobierno en Castilla y León, donde su presidente Fernández Mañueco se ha puesto de perfil en toda la polémica. Al fin y al cabo, aquel adelanto electoral que acabó en la coalición con Vox fue idea de la anterior dirección del PP. Génova tiene ahora la oportunidad de demostrar cómo de en serio va su apuesta por el centro.

Quitarle importancia sería un error, porque mostrar a las embarazadas que quieren abortar el latido del feto no es una medida cualquiera. Es el primer paso del manual ultraconservador hacia la prohibición del aborto que ya ha funcionado en otros países. En septiembre, la implantó Hungría. Y hace diez años, antes de implantar la prohibición total de abortar, Texas también empezó por ahí. En España, el laboratorio es Castilla y León. Es el escaparate de lo que Vox es capaz. También de su incapacidad.

Vox necesita que el Gobierno de Castilla y León se convierta en su escaparate para demostrar cuánto puede influir cuando entra en un Gobierno con el PP. Por eso, la misma semana que Feijóo apuesta por mostrar el perfil más moderado del PP para atraer al votante centrista, se ha puesto a hacer ruido en el Gobierno de Castilla y León, el único en el que está presente, agitando unas medidas antiaborto. Incluyen obligar a los médicos a ofrecerles a las embarazadas escuchar el latido del feto o una ecografía en 4D para disuadirlas de esta decisión que la ley española permite tomar en libertad.

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