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Cómo convertir a Sánchez en un meme
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Marta García Aller

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Cómo convertir a Sánchez en un meme

Obama metió un fotógrafo en su día a día, Sánchez parece que es él el empotrado en un equipo de grabación. Sin fotógrafo no habría 'running', ni café en Parla, ni petanca

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), acompañado por el ministro de Cultura, Miquel Iceta. (EFE/Javier Lizón)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), acompañado por el ministro de Cultura, Miquel Iceta. (EFE/Javier Lizón)
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Todas las semanas sale una nueva entrega de Pedro Sánchez haciendo algo que le ayude a parecer normal. Lo vemos en su Instagram haciendo running, yendo al cine, jugando al baloncesto... La última puesta en escena ha sido colarse en la sala de estar de unos jóvenes de Parla a tomar café coincidiendo con la subida del salario mínimo. Pero si la idea era humanizar a Sánchez, algo no está funcionando. Lo están convirtiendo en un meme.

¿Qué es lo que falla? Es verdad que Sánchez no cae bien. Según el último CIS, al 67% de los encuestados el presidente les ofrece poca o ninguna confianza. Pero ese es el problema a resolver, no la causa de que el antídoto no funcione. Tampoco tomar café en Parla tiene nada malo de por sí.

Mejorar la imagen de un político mostrándolo en su día a día, ya sea trabajando o en un momento de ocio, es un truco frecuente. ¿Por qué está resultando entonces tan desastroso este intento con el presidente Sánchez? En realidad, todos los políticos son un producto de marketing. Los hay buenos y malos. Y un buen producto de marketing siempre es el que no lo parece.

Hay, lo primero, un problema de puesta en escena. A Rajoy lo vimos muchas veces saliendo a dar una caminata y no se criticaba tanto el artificio. No hay nada extraño en ver a un presidente del Gobierno saliendo a correr por la mañana. La diferencia es que a su predecesor se lo vimos hacer muchas veces. Era creíble como rutina porque era, de hecho, una rutina. Y es más creíble instrumentalizar una rutina existente que inventarse una nueva cada semana. Si cada semana es una nueva, obviamente, no es una rutina.

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Jorge Zapata)

Por eso ver a Sánchez jugando un día a la petanca y otro "empezar el día haciendo un poco de deporte" saliendo a correr por Los Cancajos, en su visita a La Palma, no parece que ayude a humanizarlo demasiado. Tampoco la realización de estos vídeos ayuda a la espontaneidad. Entre las cámaras que grababan a Sánchez corriendo había un dron, que no es que sea un artilugio especialmente cotidiano.

Parece que la Moncloa se ha querido inspirar otra vez en Obama, algo que Sánchez lleva intentando desde 2015. Fue el primero de los presidentes estadounidenses que convirtieron la fotografía en redes sociales en una herramienta fundamental de su comunicación política y tenía como arma secreta a Peter Souza. Este fotógrafo le hacía unas 20.000 fotos por semana. A veces salía riendo a carcajadas, rodeado de asesores, de niños o de espaldas, mirando por la ventana del despacho oval. Para muchos expertos en comunicación política, esas fotos fueron clave para que el presidente de EEUU pareciera sincero y espontáneo.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Olivier Hoslet) Opinión

La idea central para hacer de Obama un presidente cercano fue captar su vida cotidiana. Y las fotos eran tan frecuentes que se convirtieron a su vez en algo cotidiano. Souza logró romper esa cuarta pared. ¿Pero cómo van a conseguir en la Moncloa que olvidemos que hay un fotógrafo de testigo en el café del presidente en Parla si se oyen más los flashes que la cucharilla del café?

A diferencia de lo que pasaba con Obama, que metió un fotógrafo en su día a día, en el caso de Sánchez parece que es él el empotrado en el equipo de grabación. Se hace demasiado obvio que si no hubiera fotógrafo no habría running, ni café en Parla, ni petanca. Y así es imposible que el fotógrafo nos acerque un momento íntimo del presidente. Con esta puesta en escena, no hay quien resulte espontáneo. Ni siquiera alguien que supiera serlo.

Con esta puesta en escena, no hay quien resulte espontáneo. Ni siquiera alguien que supiera serlo

Si encima la actividad presuntamente humanizadora coincide con la entrada en vigor de una medida, se complica que sirva para darle al presidente un atributo de proximidad. Ver al presidente jugar a la petanca ya es forzado de por sí, pero si encima es para hablar de la subida de pensiones es más obvio aún que no es un acto cotidiano, sino un spot. Igual que ver al presidente Sánchez jugando en silla de ruedas con el dorsal 49, en referencia al artículo de la Constitución reformado para incluir la expresión "personas con discapacidad". Otro spot.

¿Pero es que no hace cosas normales el presidente que tienen que prefabricarle escenas para que lo parezca? A veces sí. Ir al cine, por ejemplo, es una cosa normal. Sin embargo, tampoco funcionó ver a Pedro Sánchez yendo a los Renoir a ver As bestas. Hubiera colado si en los últimos tres meses hubiera ido cuatro domingos al cine. Pero si solo va la víspera de los Goya, otra vez canta el artificio.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Juan Carlos Hidalgo) Opinión

Un buen fotógrafo también ayudaría a suplir la falta de pericia del modelo. Obama eligió uno que había trabajado para Life y National Geographic, había cubierto la guerra en Afganistán y ya antes había sido fotógrafo de la Casa Blanca para Ronald Reagan. Y le dio acceso prácticamente sin restricciones a fotografiarlo durante su presidencia para tener un testigo más del día a día. Lo mismo lo mostraba corriendo con su perro Bo por el Ala Oeste o en la Situation Room mientras se iniciaba la misión contra Osama Bin Laden. Y el presidente no salía posando para la foto. O no lo parecía, que es lo importante.

De los años de Obama, sin embargo, hay otra lección que puede ser de inspiración para la Moncloa. Cuando la popularidad de Obama empezó a decaer, una idea recurrente que caló entre los asesores fue que las políticas del presidente eran todas extraordinarias y si algo fallaba no era culpa suya, sino un problema de comunicación.

Todas las semanas sale una nueva entrega de Pedro Sánchez haciendo algo que le ayude a parecer normal. Lo vemos en su Instagram haciendo running, yendo al cine, jugando al baloncesto... La última puesta en escena ha sido colarse en la sala de estar de unos jóvenes de Parla a tomar café coincidiendo con la subida del salario mínimo. Pero si la idea era humanizar a Sánchez, algo no está funcionando. Lo están convirtiendo en un meme.

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