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La moción de Tamames, Sánchez Dragó y lo políticamente correcto
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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La moción de Tamames, Sánchez Dragó y lo políticamente correcto

Tiene su gracia que sea precisamente la moción de censura de Vox, que tanto reniega de lo políticamente correcto, la que requiera este esfuerzo por no decir algo ofensivo

Foto: El economista y exdiputado Ramón Tamames. (EFE/Mariscal)
El economista y exdiputado Ramón Tamames. (EFE/Mariscal)
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Con la moción de censura de Tamames está pasando como con las visitas a ARCO, las autoridades tienen mucho cuidado antes de decir en alto lo que piensan de ello para no quedar mal. Pueden estar viendo un jarrón o un pene gigante, pero la mayoría opta por poner cara de circunstancias. En la política contemporánea, como pasa con el arte, cada vez es más difícil diferenciar lo serio de la patochada.

No hay más que ver la moción de censura que está preparando Vox con el profesor Ramón Tamames de candidato, sin posibilidad alguna de salir adelante en el Congreso, que tiene más de performance que de alternativa real. Muchos políticos reconocen en privado que les parece ridículo que Vox presente como candidato a presidente del Gobierno a un economista de 90 años, por muy referente comunista de la Transición que sea.

Foto: El economista y exdiputado Ramón Tamames. (Alejandro Martínez Vélez)

Qué mejor que en ARCO para que Yolanda Díaz, militante ella misma del Partido Comunista, explique qué le parece que Tamames haya pasado de ser un icono del PCE a representar a Vox. "Respeto absoluto", ha manifestado la vicepresidenta. Seguro que habría dicho lo mismo al preguntarle por la escultura hiperrealista de Eduardo Merino expuesta en la Feria que simula una capilla ardiente con Pablo Picasso amortajado y que cuesta 45.000 euros. Más oportuno todavía es el stand de que un poco más adelante exhibe una pieza de neón con el lema "Emosido engañado".

Feijóo, lo más que ha dicho en público es que le parece un "show parlamentario" y que "la política hay que tomársela más en serio". En Moncloa, sin embargo, están encantados con el show en cuestión porque les ayuda a cambiar el tema del momento cuando las divisiones en la coalición por la ley del sí es sí les estaba haciendo pasar el momento más delicado de la legislatura.

Además, para sacarle el máximo partido, en Ferraz han empezado una carrera no menos esperpéntica por ver quién se porta mejor con el candidato nonagenario. La orden es no hacer sangre y cargar contra el PP. La edad, mejor obviarla. De ahí que los socialistas, en vez de atacarle a él o a Vox, presuman ya de que van a tratar a Tamames con más respeto del que expresó Feijóo cuando le dijo que si fuese su padre no le dejaría presentarse.

Y tiene su gracia que sea precisamente la moción de censura de Vox la que requiera este esfuerzo general por evitar decir en alto nada ofensivo

En privado, sin embargo, los políticos a los que se les pregunta por la moción de censura que se registrará el próximo lunes 27 son menos prudentes. Lo califican de esperpento para arriba y no faltan bromas de mal gusto sobre si el candidato tendrá fuerzas para aguantar una jornada tan larga dada su edad. "Pero es que en alto no se puede decir nada", se quejaba entre risas un dirigente del Partido Popular. También en el PSOE y Podemos hacen en privado chistes similares que luego se censuran en público. Lo mismo nos pasa a los periodistas.

Hay un temor generalizado a sonar gerontofóbicos por expresar en alto dudas de si una persona de esa edad esté en condiciones de aguantar el desgaste físico y mental de una sesión tan larga en el Congreso. De ahí que toda crítica a la candidatura de Tamames a menudo vaya precedida de un disclaimer de respeto total a la tercera edad, sirva este párrafo a tal efecto, para que no se nos malinterpreten sus dudas sobre la idoneidad del candidato como ofensiva.

Y tiene su gracia que sea precisamente la moción de censura de Vox, un partido que tantas veces ha renegado de lo políticamente correcto, la que requiera este esfuerzo general por evitar decir en alto nada ofensivo.

No confundamos el respeto con la censura. Ni las patochadas con el arte. Y la política

El escritor Fernando Sánchez Dragó, amigo de Tamames y Abascal, a quien se le atribuye la idea de hacer del exdirigente del PCE el candidato independiente que encabece la moción, lleva muchos años quejándose de que en España ya nadie se expresa con libertad y que en este país vivimos poco menos que amordazados sin poder decir lo que pensamos para no ofender a nadie.

Si la cantidad de críticas a Tamames por su edad que afortunadamente no se están publicando le dan la razón o se la quitan dependerá del respeto que Tamames reciba en la moción de censura. Tal vez incluso sirva para que los más críticos con lo políticamente correcto reconozcan que a menudo la autocensura no es más que un gesto de buena educación. Y qué menos que hacer un esfuerzo en política por no ofender ni discriminar a nadie, tenga la edad, el género, o la orientación sexual que tenga. No confundamos el respeto con la censura. Ni las patochadas con el arte. Y la política.

Con la moción de censura de Tamames está pasando como con las visitas a ARCO, las autoridades tienen mucho cuidado antes de decir en alto lo que piensan de ello para no quedar mal. Pueden estar viendo un jarrón o un pene gigante, pero la mayoría opta por poner cara de circunstancias. En la política contemporánea, como pasa con el arte, cada vez es más difícil diferenciar lo serio de la patochada.

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