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Las ayudas no llegan a todos, el bochorno sí
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Las ayudas no llegan a todos, el bochorno sí

El mayor problema no es que las ayudas lleguen a los que no las necesitan, es que a los que las necesitan no les están llegando

Foto: Enrique Ossorio, vicepresidente de la Comunidad de Madrid. (EFE/Daniel González)
Enrique Ossorio, vicepresidente de la Comunidad de Madrid. (EFE/Daniel González)
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A Enrique Ossorio le pasa con los pobres lo que a Mónica García con las ayudas sociales que recibe, que no las ve. Menudo bochorno el de la última semana con estos dos políticos a cuenta del bono térmico para familias vulnerables. Bien podríamos aprovecharlo para repensar la distribución de las ayudas públicas en un país a la cola de Europa en inversión de protección social a la infancia y la crianza, mientras aumenta peligrosamente la desigualdad.

Enrique Ossorio, vicepresidente de la Comunidad de Madrid, es el que ironizaba hace un año sobre un informe de Cáritas que alertaba de la pobreza en la región que gobierna. En una rueda de prensa, se puso a mirar al suelo diciendo que dónde estaban tantos pobres, que no los veía. Supimos de aquel bochorno, lo que no sabíamos es que entonces ya estaba cobrando el bono social térmico, una ayuda de 200 euros para "consumidores vulnerables". Y Mónica García salió hace unos días a pedirle la dimisión a Ossorio al conocerse que la cobraba, por ser el diputado autonómico con más patrimonio personal y un sueldo de más de 100.000 euros. Lo que no sabíamos, y por lo visto la candidata de Más Madrid tampoco, es que ella también cobraba esa ayuda y dado su patrimonio tampoco la necesitaba. Otro bochorno.

La cuestión de fondo es lo mal diseñadas que están las ayudas a las familias en España

Tal y como está diseñada esa ayuda, tanto el uno como la otra tienen todo el derecho a la ayuda por ser familia numerosa. Ella lo considera un error y cree que debería devolverla y él, sin embargo, reclama que tiene todo el derecho por tener cuatro hijos, sea cual sea su patrimonio. Es un debate interesante, pero no el fundamental.

Más que perdernos en el debate ético de recibir una ayuda que ninguno de ellos necesita por cuestión de renta, por más que sea totalmente legal, la cuestión de fondo es lo mal diseñadas que están las ayudas a las familias en España. Y muy especialmente a la crianza.

En España se invierte poco en infancia y familia: un 1,3% del PIB frente al 2,3% de media de la UE. Además, la ayuda llega de manera muy desigual dejando desasistidos precisamente a las familias más vulnerables de todas. Como la mayor parte de las ayudas a la infancia (cerca del 60%) se organizan por la vía fiscal y a través de deducciones, estas solo llegan a las familias que hacen declaración de la renta. Las más pobres ni siquiera llegan a tributar y, por tanto, los hogares más vulnerables quedan desprotegidos, según alerta la Plataforma de Infancia junto a Save the Children y Unicef.

Cerca de un millón de hogares que podrían beneficiarse del bono no lo solicitan porque desconocen su existencia

Además, están los problemas burocráticos para pedir ciertas ayudas, incluido este bono social energético. De hecho, casi la mitad de las familias vulnerables no lo reciben porque no llegan a solicitarlo. Está teóricamente pensado para ayudar a las familias con menos recursos para pagar el agua y la luz, pero tan teóricamente que en la práctica cerca de un millón de hogares que podrían beneficiarse de él no lo solicitan porque desconocen su existencia o no saben cómo pedirlo. Hace una década que existe esta cobertura y ese problema sigue sin solucionarse, ni siquiera en medio de una crisis energética y de inflación. Lo mismo pasa con el Ingreso Mínimo Vital, según Save the Children, el 73% de las familias en extrema pobreza no lo recibe.

Así que mientras discutimos si es conveniente o no que dos políticos con altos patrimonios y muchos hijos reciban una ayuda social o no, sigue sin discutirse la gran anomalía española: ser a la vez la cuarta economía de la Unión Europea y la segunda tasa de fecundidad más baja, pero tener unas de las ayudas más bajas de apoyo a la crianza y unas tasas de pobreza infantil solo superadas por Rumanía.

El verdadero problema no es la universalidad o no de las ayudas. Es lo escasas que son y lo mal repartidas que están

El verdadero problema que deberíamos estar discutiendo no es la universalidad o no de las ayudas. Es lo escasas que son y lo mal repartidas que están. De hecho, en la mayoría de países de nuestro entorno se dan más ayudas a las familias con hijos de alcance universal. No solo a las familias numerosas ni vulnerables, sino a todos los niños por el hecho de serlo para garantizar una crianza adecuada.

Es decir, que dos políticos con muchos hijos y mucho patrimonio reciban ayudas no sería un debate si las familias con menos recursos también lo estuvieran recibiendo. El verdadero problema del sistema no es hacer llegar las ayudas a los que no las necesitan, es que a los que las necesitan no les llegan.

A Enrique Ossorio le pasa con los pobres lo que a Mónica García con las ayudas sociales que recibe, que no las ve. Menudo bochorno el de la última semana con estos dos políticos a cuenta del bono térmico para familias vulnerables. Bien podríamos aprovecharlo para repensar la distribución de las ayudas públicas en un país a la cola de Europa en inversión de protección social a la infancia y la crianza, mientras aumenta peligrosamente la desigualdad.

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