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El país de los propietarios menguantes
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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El país de los propietarios menguantes

La propiedad de la vivienda va teniendo más de mito cultural que de realidad comercial para cada vez más generaciones

Foto: Un bloque de viviendas en El Puerto de Santa María. (EFE)
Un bloque de viviendas en El Puerto de Santa María. (EFE)
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España ya no es un país de propietarios. Al menos, no para los menores de 40 años. Poco a poco este va convirtiéndose, sobre todo, en un país de inquilinos que no pueden aspirar a dejar de serlo (a no ser que hereden o reciban ayuda económica). Y no, no siempre fue así. En 2002, un 65% de los jóvenes entre 23 y 28 años tenía una vivienda en propiedad. Esa cifra se ha desplomado un 40% y ahora es prácticamente al revés. Actualmente, los jóvenes emancipados que viven de alquiler rondan el 70%. Así lo retrata un estudio del centro de estudios Future Policy Lab que alerta de la polarización del mercado de la vivienda en España.

Entender los cambios en la estructura de la propiedad es importante para entender dónde están las soluciones y su urgencia. Y tener un mayor porcentaje de inquilinos no tendría por qué ser una mala noticia (nuestros países vecinos lo tienen), de no ser porque cada vez es más inaccesible y va parejo a una mayor precariedad. En España, los inquilinos son más pobres. Destinan de media más del 41% de su sueldo, mientras en la UE ha bajado al 26% de media. Alquilar ya no es una fase previa a la propiedad ni una elección voluntaria. Es la única salida, y una muy cara, para cada vez más gente.

Foto: Las viviendas privadas solo son distinguibles, en muchos casos, por la garita de seguridad. (M. McLoughlin)

Si lo comparamos con la gente que pudo comprar su vivienda en los años 80 y 90, en este siglo no solo las viviendas son mucho más caras, también los empleos jóvenes son mucho más precarios e inestables. Y la brecha se va agrandando también entre los no tan jóvenes: se ha duplicado la proporción de gente entre 38 y 58 años que vive de alquiler.

La única franja de edad en el que todavía hay más propietarios que inquilinos es entre los mayores de 43. Es decir, España sigue siendo un país de propietarios en términos globales. Pero las tasas de propiedad de la vivienda solo alcanzan el 75% entre los mayores de 48 años. Cada vez hay menos propietarios y son más mayores. Somos el país de los propietarios menguantes.

Además, la brecha entre mayores y jóvenes con la vivienda es la más evidente, pero no la única. También es cada vez mayor entre quienes son propietarios y quienes no. La mayor parte de casas las compran, actualmente, quienes ya tienen una o varias viviendas. Es decir, cada vez hay más gente con varias casas y más gente que no tiene ninguna. Y la práctica inexistencia de vivienda social en España agrava el problema, de tal modo que los únicos jóvenes que pueden comprar una casa son los que tienen una familia que les puede ayudar. La solidaridad intrafamiliar es la única esperanza, una muy poco meritocrática.

La propiedad de la vivienda va teniendo más de mito cultural que de realidad comercial para cada vez más generaciones

El estudio de Future Policy Lab deja otra cifra para la reflexión: en los últimos 15 años se ha triplicado la cantidad de los hogares españoles que cobran ingresos por arrendamiento. Es decir, son más los que viven de las rentas. La crisis de 2008 complicó mucho endeudarse para adquirir una primera vivienda, pero aumentó el porcentaje de hogares que desde entonces ha podido invertir en pisos para destinarlos al alquiler. Sí hay créditos, pero para los ya propietarios.

La gran paradoja es que la estructura de la propiedad está cambiando más rápidamente que la mentalidad. Mengua la cantidad de propietarios, pero no la sensación de que todo el mundo lo es. De ahí que buscar la manera de abaratar los alquileres pueda sonarle a mala noticia financiera, no solo al porcentaje de la población de caseros para los que el alquiler supone un ingreso, que en realidad son una minoría, creciente, pero minoría del 7%. También para los que se imaginan siéndolo.

La propiedad de la vivienda va teniendo más de mito cultural que de realidad comercial para cada vez más generaciones. De ahí que plantear la urgencia de ayudas al alquiler social y la limitación del precio de los alquileres como una controversia entre el libre mercado y la intervención pública tiene poco sentido. Podemos discutir cuál será la medida más útil y cómo canalizarla mejor, pero la tensión no es la defensa del mercado libre de propietarios frente al intervencionismo, porque la gran mayoría de propietarios de este país, los que accedieron a la propiedad en el siglo pasado, no lo son por un mercado tan libre como les gusta recordar.

Los propietarios de varias casas pertenecen a las generaciones que más se han beneficiado de las exenciones fiscales en la compra de viviendas

Los propietarios de varias casas pertenecen a las generaciones que más se ha beneficiado de las exenciones fiscales en los créditos para la compra de viviendas, ventajas a las que los jóvenes cotizantes de hoy ya no se pueden sumar. Quienes accedieron a su primera vivienda antes de la crisis de 2008 se beneficiaron también de la facilidad de acceso a la multitud de viviendas VPO que muchos luego han podido revender privatizando esa inversión pública. Y la construcción a mansalva de VPO no solo facilitó el acceso a la propiedad de quienes las compraban, también de quienes encontraban menos demanda y mejores precios en el mercado libre. Esto también eran subvenciones, directas o indirectas, solo que las equivocadas. De hecho, son aquellas políticas de vivienda las que han generado en buena medida las desigualdades generacionales actuales.

Si las viviendas de protección oficial no se hubieran destinado a la compra, sino al alquiler y no se hubieran podido vender pasados unos años en el mercado libre, España tendría más de cuatro millones de viviendas sociales en vez de un parque residual que nos pone a la cola de Europa en acceso a la vivienda social.

Así que aumentar la cantidad de alquileres sociales es urgente, sí. Pero también entender que los que ahora no tienen acceso a una vivienda no es porque no se estén esforzando, sino en buena medida por cuándo han nacido. La velocidad a la que está cambiando la estructura de la propiedad en España requiere un poco más de solidaridad intergeneracional, además de intrafamiliar. Hace falta mucho más que una legislatura y mucha cooperación entre administraciones para construir los cientos de miles de viviendas de alquiler social que no se han construido en las últimas décadas. Faltan casas, sí. También un cambio de mentalidad.

España ya no es un país de propietarios. Al menos, no para los menores de 40 años. Poco a poco este va convirtiéndose, sobre todo, en un país de inquilinos que no pueden aspirar a dejar de serlo (a no ser que hereden o reciban ayuda económica). Y no, no siempre fue así. En 2002, un 65% de los jóvenes entre 23 y 28 años tenía una vivienda en propiedad. Esa cifra se ha desplomado un 40% y ahora es prácticamente al revés. Actualmente, los jóvenes emancipados que viven de alquiler rondan el 70%. Así lo retrata un estudio del centro de estudios Future Policy Lab que alerta de la polarización del mercado de la vivienda en España.

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