Segundo Párrafo
Por
Promesas a todo tren
Las últimas propuestas para atraer el voto de los jóvenes dan más sensación de improvisación desesperada a golpe de encuestas que de plan serio para resolver sus problemas
La puja de última hora por el voto joven, más que de campaña electoral, empieza a parecer una de esas disputas impúdicas entre padres mal divorciados. ¿Que papá PP te promete las vacaciones con un Interrail por España? Pues toma, eso, y el 50% del Interrail europeo. ¿Que en sus comunidades garantiza el 15% del crédito para la compra de vivienda? Pues aquí el 20%. ¿A quién quieres más ahora?
Una y otra medida, la del Interrail y la del aval a la vivienda, tienen más que ver entre sí de lo que parece. Puede parecer antitético, animar a los jóvenes a que se endeuden hasta la jubilación con que se peguen el verano de su vida, pero en realidad se basan en la misma idea. No hace falta que hagan ni una cosa ni otra, solo que se imaginen haciéndola. De eso va una campaña electoral. Por eso el repentino interés por el voto joven da una idea de lo ajustadas que deben ir las encuestas.
En realidad, en el país con una de las tasas de paro juvenil más altas de la UE y en el que los menores de 30 tienen el doble de riesgo de pobreza que los mayores de 60, no son tantos los jóvenes que pueden permitirse viajar un mes entero y muchos menos los que podrán pasar el calvario burocrático de un crédito de estos para comprarse una casa. Pero un verano viajando o un aval para comprarse una casa es verdad que mal no suena. Lo importante es que suene factible.
¿Y quiénes pueden imaginarse endeudándose de por vida o haciendo el Interrail por Europa? Desde luego, no los más precarios. No los que ni estudian ni trabajan. Tampoco son ellos los jóvenes que votan. Será que no está en disputa el cariño del hijo descarriado ni del que pasa de todo, sino el del indeciso.
Los menores de 30 años son un grupo difícil de atraer a las urnas, su voto también es mucho más volátil, pero para quien logre sacarlos de la abstención pueden resultar determinantes. Y aunque normalmente los jóvenes votan menos en las elecciones que los adultos, una alta competitividad de las elecciones reduce las probabilidades de que se abstengan, siempre y cuando se los consiga ilusionar.
¿Y quiénes son los jóvenes que más votan? Los universitarios y las universitarias (ellas más que ellos) y quienes ya tienen un trabajo, según el último informe del Injuve. Los jóvenes desempleados son, en realidad, los que más necesitarían una respuesta política, pero son los que más se abstienen. Será por eso que no van a ellos, sino a los de clase media más acomodada, estas últimas propuestas de la subasta electoral.
Los menores de 30 años son un grupo difícil de atraer a las urnas, pero para quien logre sacarlos de la abstención pueden resultar determinantes
Sin embargo, teniendo las cotas de desigualdad intergeneracional sin precedentes que tenemos, cabría esperar de un Gobierno progresista propuestas más serias, y más redistributivas, que ocurrencias de última hora como la del Interrail y el crédito ICO para hipotecarse (solo una semana después de sacar una ley de vivienda que insiste en dar preferencia al alquiler social). A no ser, claro, que lo que preocupe no sea solucionar los problemas de la juventud, sino movilizar su voto.
Otra cosa es que funcione. Los intereses de la juventud son mucho más maduros de lo que parecen interpretar los gabinetes electorales. El trabajo, la educación, la vivienda, el medioambiente y la igualdad son los temas que más les interesan. Además, están mucho más interesados en política que las generaciones anteriores (el doble que hace una década).
¿No tendría más sentido insistir en los últimos datos de bajada del paro, la inversión en Formación Profesional y una ley de vivienda que apuesta por el alquiler social? ¿O en la lucha contra el cambio climático? Estas serían banderas electorales que se toman más en serio a los jóvenes que la subvención de un tren a Ámsterdam y un crédito ICO que ya está vigente en comunidades gobernadas por el PP sin que se haya demostrado particularmente útil.
Aunque está por ver el 28-M si propuestas como estas serán útiles o no en campaña, lo que está bastante claro es que dan más sensación de improvisación desesperada a golpe de encuestas que de plan serio para la resolución de los problemas de los jóvenes. Y eso tiene sus riesgos. Para ayudar a la juventud, convendría tomársela en serio. Y para atraer su voto, que lo parezca.
La puja de última hora por el voto joven, más que de campaña electoral, empieza a parecer una de esas disputas impúdicas entre padres mal divorciados. ¿Que papá PP te promete las vacaciones con un Interrail por España? Pues toma, eso, y el 50% del Interrail europeo. ¿Que en sus comunidades garantiza el 15% del crédito para la compra de vivienda? Pues aquí el 20%. ¿A quién quieres más ahora?
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