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Lo que esconden los últimos sketches de la campaña: de la playa del PP a los chistes de Sánchez
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Marta García Aller

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Lo que esconden los últimos sketches de la campaña: de la playa del PP a los chistes de Sánchez

Pues qué mejor para hacerse notar desde Madrid y recuperar algo de centralismo que con una playa artificial. Nada más madrileño que la falta de mar

Foto: Borja Sémper en la "playa" de Madrid. (EFE/Daniel González)
Borja Sémper en la "playa" de Madrid. (EFE/Daniel González)
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En vez de actos de campaña, para el 23-J los partidos están ofreciendo sketches. Lo mismo vemos al presidente del Gobierno soltando chistes mientras se entrevista a sí mismo desde un plató de Ferraz que al portavoz del PP, Borja Sémper, paseándose descalzo por una playa artificial reivindicando Verano azul. Por ridículos que parezcan, que lo son, no dejan de ser más reveladores de lo que parecen.

Se ha criticado mucho al PP por hacer su acto de presentación de campaña en una playa madrileña. Los memes se hacían solos. Anda que no habrá playas en España, dicen los críticos, como para que un donostiarra como Sémper tenga que posar entre sombrillas azules ante un mar de plasma sobre arena take away y en un polideportivo madrileño.

Foto: El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Fernando Villar)

A lo mejor, los críticos no han entendido la genialidad de la metáfora. ¿Acaso no se está acusando a Feijóo de desgobierno en Génova? ¿No se está cuestionando interna y externamente que en cada región los barones populares tomen decisiones opuestas en los pactos con Vox? Pues qué mejor para hacerse notar desde Madrid y recuperar algo de centralismo que con una playa artificial. Nada más madrileño que la falta de mar.

En realidad, visibilizar que algo se hace desde Madrid no es nada fácil. La capital es tan omnipresente que a menudo se vuelve invisible para los políticos, como el agua a los peces. Para los partidos es muy difícil hacer notar que algo se hace desde donde pasa casi todo. Hay tantas rueda de prensa en la capital, tantos políticos buscando casito y tantos corrillos adivinando ministrables que ya no saben qué inventar. A ver cómo te haces escuchar cuando hay más micrófonos que orejas. Así que en plena confrontación con Vox por el poder en Extremadura, en medio de todas las contradicciones, llega Génova con un golpe de efecto. Madrid ha hablado. Da igual qué dijera, pero fijo ha sido desde Madrid. Cómo no va a ser desde Madrid si la playa es artificial. Si Sémper hubiera lanzado el eslogan "azul tranquilidad, azul confianza, azul seguridad" desde una playa andaluza habría llamado menos la atención. Y las playas alicantinas mejor descartarlas ahora que Génova quiere distanciarse de Valencia.

Cuando Feijóo ha intentado explicar el lío interno a raíz del pacto exprés con Vox en Valencia y el riesgo de repetición electoral en Extremadura echándole la culpa a los números, mientras María Guardiola alega que lo importante son los principios, quedaban en evidencia las contradicciones. Así que a lo mejor tiene más sentido del que parece haber organizado un sketch. Así dan un poco igual las versiones que Sémper ha intentado aclarar, porque todo de lo que se puede hablar ya es de lo absurda que se ve una playa madrileña.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Juan Medina) Opinión
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También es más revelador de lo que parece tener al presidente Sánchez, en los ratos libres que le van quedando entre las visitas al Gran Wyoming y al Hormiguero, entrevistándose con sus ministros en Ferraz. Después de haber culpado a los medios de su derrota en las anteriores elecciones, ha optado por enmendarse a sí mismo con una sobreexposición mediática. Será que de pronto ha entendido lo que las encuestas llevan tiempo diciendo: Sánchez cae mal. Y para remediarlo a toda prisa, lo mismo habla de su ropa interior en El Intermedio que intenta hacer divertida nada menos que una entrevista con Luis Planas.

"Para Feijóo los debates son como los gimnasios en enero, uno se apunta, pero nunca va", dijo Sánchez esta semana en uno de estos actos de precampaña en Ferraz con el ministro de Agricultura. Que la frase haya eclipsado cualquier discusión sobre la política agraria de aquel acto no será sorpresa para el equipo de campaña porque el objetivo de esa frase no puede ser otro que convertirse en el titular de la jornada. ¿Para qué? No solo se trata de poner en evidencia al líder del PP por su resistencia a debatir. Para insistir en esto no hace falta tener a un cómico escribiéndole gags al presidente.

Lo más revelador de ese momento son las risas que suenan de fondo. Tener a sus ministros y demás cargos del PSOE presentes en Ferraz aplaudiendo a demanda durante la grabación, igual que en los platós hace el público a cambio de un bocadillo. La escena dice mucho de para qué está sirviendo esta campaña internamente, porque en el fondo lo que estamos viendo es a un montón de subalternos riéndole los chistes malos a un jefe. El mensaje más importante son esas risas obedientes. Al fin y al cabo, el adelanto electoral se decidió en un momento en que el presidente y secretario general del PSOE temía una rebelión interna tras la derrota del 28-M. Cuanto más ridículo parece todo, más serio es lo que esconde.

En vez de actos de campaña, para el 23-J los partidos están ofreciendo sketches. Lo mismo vemos al presidente del Gobierno soltando chistes mientras se entrevista a sí mismo desde un plató de Ferraz que al portavoz del PP, Borja Sémper, paseándose descalzo por una playa artificial reivindicando Verano azul. Por ridículos que parezcan, que lo son, no dejan de ser más reveladores de lo que parecen.

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