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¿Es peor mentir o no tener ni idea?
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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¿Es peor mentir o no tener ni idea?

Peor incluso que los políticos mientan es que se crean sus propias mentiras. Eso no arregla la falsedad, solo le suma ignorancia

Foto: Alberto Núñez Feijóo, candidato del PP. (EFE/Andreu Dalmau)
Alberto Núñez Feijóo, candidato del PP. (EFE/Andreu Dalmau)
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Ya que las mentiras están siendo el asunto central de esta campaña, conviene definirlas. Para considerar algo como mentira, no basta con que algo no sea cierto. Solemos echar mano de la intención del sujeto que habla. Además de una falta de correspondencia entre lo que se dice y los hechos, decimos que alguien miente si esa falsedad es deliberada. Sin embargo, la intención no tiene nada que ver con la verdad. Un dato falso va a seguir siéndolo se diga aposta o sin querer. Veamos qué es peor.

Cuando Feijóo dijo en el debate con Sánchez que el PP había revalorizado las pensiones conforme al IPC, ese dato era mentira. Lo seguía siendo cuando el viernes pasado Alsina le preguntó en Más de uno por qué mentía y le repreguntó por el factor de sostenibilidad, pero el candidato siguió insistiendo en ello. Y, como la realidad es tozuda, cuando Feijóo volvió a repetir la misma falsedad en TVE a Silvia Intxaurrondo, la periodista volvió a recordarle que ese dato era incorrecto. Él se ha defendido luego diciendo que no miente nunca, que si acaso fue una incorrección. Bueno, varias.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Pepe Zamora)

Puede que el posible futuro presidente del Gobierno no mintiera. Puede que simplemente no entendiera cómo se han revalorizado las pensiones en los últimos años, hasta el punto de tardar más de una semana en salir del error. ¿Pero no es esto más preocupante incluso que la hipótesis de que haya querido colar un dato falso?

Las mentiras son nocivas e inmorales, desde luego. Pero pueden ser útiles en política para conseguir un objetivo. Acabamos una legislatura llena de ejemplos de ello. A lo que es más difícil encontrarle utilidad alguna políticamente es a la ignorancia. No tener ni idea solo sirve para eximirse de la responsabilidad moral al decir una falsedad, pero políticamente no es menos preocupante.

Intxaurrondo no acusó a Feijóo de mentir, porque para eso tendría que saber si lo estaba haciendo deliberadamente o no y la intención de engañar es más difícil de comprobar que los datos del INE. La periodista se limitó prudentemente a decirle al candidato que no era correcto que el PP hubiera revalorizado las pensiones según el IPC. Y no lo era: por más que se empeñara Feijóo en exigir rectificación y disculpas a la periodista de TVE, el dato real no iba a cambiar.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante un acto en Alicante. (EFE/Morell)

Es probable que el revuelo creado por esta entrevista de Intxaurrondo tenga menos que ver con la mentira de Feijóo que con la actitud soberbia con la que la repetía, insistiendo en el error desafiante y altivo. No lo arregló la posterior tibieza con la que rectificó en un tuit a regañadientes y menos aún que su partido cargara contra la cadena y la periodista. En la entrevista, Feijóo exigía disculpas a Intxaurrondo, pero una vez confirmado que el que se equivocaba era él, no fue capaz de dárselas.

Seguramente este sea su mayor error en la campaña. Pero el mayor error de Feijóo no ha sido la inexactitud, sino la actitud. La novedad no era dar ese dato falso, que ya lo había repetido más veces. Y mentiras se han ido amontonando esta campaña. La diferencia es que esta es la primera vez en la campaña en la que vemos al candidato siendo altivo e incapaz de reconocer que podría estarse equivocando por enésima vez y en el mismo sitio.

Es la primera vez en la campaña en la que vemos al candidato siendo altivo e incapaz de reconocer que podría estarse equivocando por enésima vez

Feijóo podía haber insistido en que Zapatero es el único que congeló las pensiones, pero no se limitó a decir eso. Dijo que el PP siempre revalorizó las pensiones conforme al IPC, y es falso. No podemos saber si Feijóo lo hizo a posta o sin saber lo que decía, pero sí sabemos que desde que lo dijo por primera vez en el cara a cara había pasado una semana. Es decir, tiempo de sobra para salir de su error. Así que sea o no una mentira deliberada, lo que seguro muestra es un desprecio reincidente por la verdad.

O le daba igual o no lo entendía. Y si lo entendía, es extraño que volviera a repetir el mismo error una semana después. También puede ser que su equipo le pasara mal los datos y el candidato se limitara a repetirlos sin saber bien lo que decía, de ahí la incorrección repetida. Pero peor incluso que los políticos mientan es que se crean sus propias mentiras. Eso no arregla la falsedad, solo le suma ignorancia.

Ya que las mentiras están siendo el asunto central de esta campaña, conviene definirlas. Para considerar algo como mentira, no basta con que algo no sea cierto. Solemos echar mano de la intención del sujeto que habla. Además de una falta de correspondencia entre lo que se dice y los hechos, decimos que alguien miente si esa falsedad es deliberada. Sin embargo, la intención no tiene nada que ver con la verdad. Un dato falso va a seguir siéndolo se diga aposta o sin querer. Veamos qué es peor.

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