Segundo Párrafo
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La amnistía, las pizzas y el secuestro exprés de Puigdemont
De lunático 'in pectore' al frente de un partido que se desplomaba en votos, a autoproclamarse dueño y señor del futuro Gobierno de España. No se ha visto en otra desde que huyó de España en aquel maletero
A Puigdemont le faltó pedir un helicóptero y un par de pizzas junto a su exigencia de una amnistía exprés. Y, ya puestos, los 70.000 millones de la deuda del FLA en billetes no marcados. Hubiera pegado más con la puesta en escena de sus exigencias en la rueda de prensa que montó en Bruselas, que al fin y al cabo era la del secuestro de la legislatura por el expresident de la Generalitat huido de la Justicia española.
Aprovechando los focos que le regaló Yolanda Díaz tras visitarle unas horas antes en el Parlamento Europeo, ungiendo al fugado como interlocutor estrella en las negociaciones para formar Gobierno, Puigdemont aprovechó bien la gran expectación con una lista de peticiones al mejor postor. Hacía años que no tenía tanto protagonismo. Y viendo lo subidito que salió a dejar claro que la investidura depende de él, lo más inquietante ya no es si Yolanda Díaz acudió la víspera a verle como vicepresidenta del Gobierno o como líder de Sumar, sino de qué parte estaba.
Más que facilitar a Sánchez la investidura, parece que la visita de Díaz y Asens le ha subido el precio. Al menos, el de Puigdemont. De lunático in pectore al frente de un partido que se desplomaba en votos, clamando cada vez más solo en nombre del pueblo de Cataluña por una independencia que perdía apoyos a raudales, de pronto Puigdemont resurge y puede permitirse autoproclamarse dueño y señor del futuro Gobierno de España. No se ha visto en otra desde que huyó de España en aquel maletero.
En la lista de exigencias, solo para empezar a negociar, incluye la amnistía, un mediador internacional y el abandono de la vía judicial. Y pide todos esos compromisos rapidito y por adelantado para sentarse a hablar. Luego ya vendrían el referéndum de autodeterminación y, claro, la independencia de Cataluña, que en ningún momento el expresident oculta que sigue siendo su objetivo principal y a cualquier precio.
Más que facilitar a Sánchez la investidura, parece que la visita de Díaz y Asens le ha subido el precio. Al menos, el de Puigdemont
Así que Puigdemont no solo no exige una amnistía exprés en cuestión de días para él y para todos sus compañeros, pero para él primero. Además, se vanagloria de no renunciar a cambio a la vía unilateral ni mucho menos de arrepentirse por el referéndum ilegal del 1-O. Lo que ahora exige Puigdemont no es solo que le perdonen todos los delitos, por los que sigue sin rendir cuentas ante la Justicia española, sino que sea el Estado el que se disculpe por haberle abocado a cometerlos. Puigdemont no busca el perdón del Gobierno, sino que exige al Gobierno que le pida perdón.
Entre tanto, Sánchez no aclara si aceptará las condiciones de JxCAT para sentarse a negociar. Es decir, si acepta que un prófugo fije las condiciones para que siga siendo presidente, aunque el coste sea deslegitimar las resoluciones de la Justicia española y, con ello, la separación de poderes. Desde la Moncloa, se limitan a insistir en que la Constitución será el marco de cualquier negociación, pero de qué sirve esto teniendo al otro lado al Puigdemont de "ho tornarem a fer", que sigue sin reconocer la Constitución como un marco válido de negociación.
La duda que más debería preocupar a Gobierno en funciones, más allá de si la amnistía cabe o no en la Constitución, es si de verdad a Sánchez le compensa dejar la disyuntiva entre investidura o repetición electoral en manos de un sujeto tan irracional e impredecible como Puigdemont. Si transigiera a tramitar la amnistía exprés, nada garantiza que Puigdemont parase ahí sus exigencias. Ni con el helicóptero y las pizzas.
A Puigdemont le faltó pedir un helicóptero y un par de pizzas junto a su exigencia de una amnistía exprés. Y, ya puestos, los 70.000 millones de la deuda del FLA en billetes no marcados. Hubiera pegado más con la puesta en escena de sus exigencias en la rueda de prensa que montó en Bruselas, que al fin y al cabo era la del secuestro de la legislatura por el expresident de la Generalitat huido de la Justicia española.
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