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Los bandazos de Feijóo
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Los bandazos de Feijóo

Un acto contra las negociaciones de la investidura de Sánchez en vísperas de su propia investidura, más que para la amnistía, sirve para frenar las dudas sobre su liderazgo interno

Foto: Rueda de prensa Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Zipi)
Rueda de prensa Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Zipi)
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Qué largo se le debe de estar haciendo septiembre a Feijóo. Este mes le ha dado tiempo a insistir en que había ganado las elecciones y confiaba en salir investido, luego a reconocer que no. A decir que hay que hablar con Junts, luego no; a buscar encaje a Cataluña en España, espera, que tampoco, que no era eso. Solo en la última semana ha afirmado en una entrevista que prefiere las discusiones sean en el Parlamento y no en la calle, para dos días más tarde, justo después de que el expresidente Aznar lo reclamara, convocar un gran acto en la calle. Pero no lo llame manifestación. Bueno, sí. Mejor no. Es un acto abierto al que quiera y en la plaza de España. No, no, espera, es un mitin. Un momento, que al final en la plaza Felipe II. Y todo así.

No será que no se lo estaba poniendo fácil el Gobierno en funciones a Feijóo para brillar. O, al menos, para dejar que brillaran las contradicciones del propio Gobierno. Tanto por la negociación de una amnistía como moneda de cambio con Puigdemont para la investidura del líder socialista, visita al prófugo de la vicepresidenta Yolanda Díaz incluida, como por las últimas salidas de tono institucionales desde Moncloa.

Foto: El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, (d) y Carles Puigdemont, se reúnen este viernes en Waterloo (Bélgica). (EFE)

Después de que la ministra portavoz calificase a Aznar de "golpista" solo por llamar a la movilización contra la amnistía, qué sencillo hubiera sido para Feijóo salir fortalecido. Bastaba con callarse y dejar que el Gobierno se siguiera poniendo solo en evidencia, presumiendo de dialogante, al tiempo que trata de silenciar cualquier crítica tanto interna como externa (purgas incluidas). En el Gobierno andan presumiendo de que la democracia necesita soluciones dialogadas, pero se niegan a escuchar las críticas de sus propias filas socialistas.

El PP podría haber aprovechado ese malestar interno en el PSOE para presentarse en su investidura, la que en agosto le pidió al rey para salir investido, como el líder conciliador que España necesita. Sin embargo, se ve que septiembre se está alargando más de la cuenta. Y con las prisas de ver a Aznar llamando a las calles y Ayuso sumándose, de pronto Feijóo convoca un acto-mitin-concentración contra las negociaciones para la investidura de Sánchez, a dos días de la suya propia.

No es que no sea pertinente organizar un acto que canalice el malestar de aquellos que se oponen a una posible amnistía de los presos del procés, que son muchos, por más que el Gobierno se niegue de momento a dar explicaciones de qué está dispuesto a ceder y qué no a los independentistas. Es de hecho, mientras se producen esas negociaciones que tiene sentido tratar de influir en el proceso, que es lo que buscan estas movilizaciones, del mismo modo que las voces críticas tratan de exponer los riesgos que cesiones así pueden suponer.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Fernando Villar)

Más difícil de entender son los tiempos elegidos por Feijóo. Organizar un acto contra las negociaciones de la investidura de Sánchez en vísperas de su propia investidura está claro que la termina de descafeinar. Deja claro que lo de candidato a la presidencia del Gobierno no se lo cree ni él.

Solo queda la duda entonces de si Feijóo se presentará al Congreso el día 26 para ser investido como líder de la oposición o como líder de su partido. La confirmación de que irán a arroparlo Aznar y Rajoy, los dos expresidentes del Gobierno del PP, hacen pensar que se trata más de esto último. Más que para la amnistía, sirve para frenar las dudas sobre su liderazgo interno.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto al expresidente del Gobierno, José María Aznar. (EFE/Fernando Villar)

Reducir la llamada a la movilización a un acto de partido, además, evidencia que ese acto tiene más que ver con el partido que con la amnistía. Porque estar en contra de la amnistía no quiere decir estar a favor de Feijóo. Es buena idea si lo que se trata a toda costa es de evitar una foto con Vox como la de Colón y de paso recuperar alguno de los votantes que se fueron con Abascal. Pero dificulta mucho que puedan sumarse al acto los socialistas desencantados.

En el mejor de los casos, la manifestación, perdón, el acto, o sea, el mitin del día 23 puede ayudar a Feijóo a fortalecer su liderazgo interno. En el peor, se va a notar mucho que necesita afianzarse como líder de su propio partido. Y, pase lo que pase, servirá para consagrarlo como líder de la oposición, es decir, para que Sánchez ya parezca el próximo presidente antes incluso de su propia investidura.

Qué largo se le debe de estar haciendo septiembre a Feijóo. Este mes le ha dado tiempo a insistir en que había ganado las elecciones y confiaba en salir investido, luego a reconocer que no. A decir que hay que hablar con Junts, luego no; a buscar encaje a Cataluña en España, espera, que tampoco, que no era eso. Solo en la última semana ha afirmado en una entrevista que prefiere las discusiones sean en el Parlamento y no en la calle, para dos días más tarde, justo después de que el expresidente Aznar lo reclamara, convocar un gran acto en la calle. Pero no lo llame manifestación. Bueno, sí. Mejor no. Es un acto abierto al que quiera y en la plaza de España. No, no, espera, es un mitin. Un momento, que al final en la plaza Felipe II. Y todo así.

Alberto Núñez Feijóo Partido Popular (PP)
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