De Almendralejo a Hal 9000

Los riesgos de la inteligencia artificial se entienden mejor con lo que está pasando en Almendralejo que con Hal 9000. Llevamos varias cartas de expertos alertando de que la inteligencia artificial pueda acabar con la humanidad que daban un poco miedo, es verdad. Pero qué es el riesgo de extinción humana comparado con que cualquier imbécil, sin conocimiento previo ninguno, pueda desnudar a tu hija adolescente con esta tecnología de manipulación hiperrealista y circular esas fotos por su colegio. Eso es más aterrador que el fin del mundo. Que se lo digan a las familias extremeñas que han denunciado que circulan fotos trucadas de sus hijas, menores de edad, totalmente desnudas, para humillarlas y extorsionarlas.

Hace tiempo que expertos en IA y empresarios detrás de su desarrollo advierten de que la inteligencia artificial puede llevarnos a la extinción. Pero, entre tanto, eso lo sobrellevamos bien doblando al inglés a Chiquito de la Calzada con la última app de moda. La ventaja de creer que la IA amenaza con la extinción, además, es que hace que todos los demás riesgos parezcan poquita cosa. Si cada vez que se debate el futuro de la inteligencia artificial llevamos las amenazas a lo existencial, es más fácil para las empresas desarrolladoras de estas tecnologías asegurar que están superconcienciadas con los peligros futuros en vez de asumir sus responsabilidades del presente.

Mientras hablemos de la rebelión de las máquinas, no hablamos de cómo prevenir los usos más mundanos de inteligencia artificial que ya vulneran la privacidad, el derecho al honor y el copyright. Los algoritmos con sesgos machistas, racistas o capaces de esparcir desinformación de forma masiva ya están creando muchos problemas. No son problemas nuevos, pero la dimensión y la facilidad con que se extienden sí. La inteligencia artificial, igual que amplifica la productividad en muchos trabajos, también multiplica exponencialmente el daño que puede hacerse con un mal uso, ya sea deliberado o inconsciente.

Lo que estamos viendo en Almendralejo deja claro que muchos de los riesgos de la inteligencia artificial no son desafíos de futuro, sino de un presente a los que ya estamos llegando tarde. Vivir en un mundo en que los deep fakes amenazan con un colapso geopolítico porque alguna potencia los utilice para una amenaza global o que en el futuro las máquinas puedan llegar a tener conciencia de sí mismas es una amenaza con la que nos hemos ido acostumbrando a vivir. Pero cuando son niñas de 12 años las que sufren la manipulación espuria de su imagen, por fin entendemos la urgencia de empezar a debatirlo en serio.

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R. Badillo

Son muchos los riesgos de una tecnología que cada vez va a hacer más difícil diferenciar lo que es verdad de lo que no. No solo en lo que leemos, también en lo que vemos con nuestros propios ojos. El catedrático Julio Gonzalo, director del grupo de investigación en procesamiento del lenguaje natural de la UNED, explicaba en este episodio de Pausa por qué el riesgo del caos es mayor, más inminente y más mundano de lo que parece.

La pornografía no consentida no es una de las amenazas existenciales que suelen aparecer en los manifiestos que piden regular o frenar la inteligencia artificial, pero es de las que ayudan a entenderlo mejor. Si la mayor parte de las imágenes creadas por inteligencia artificial generativa son exclusivamente para este fin, ¿cómo es que no se está debatiendo más sobre las responsabilidades de las empresas que lo desarrollan y los mecanismos de prevención y protección para ayudar a las víctimas y disuadir a los delincuentes?

Hace falta mucho debate y mucha educación en los riesgos de esta tecnología en los colegios. No solo por el riesgo de que haya menores víctimas, también por el riesgo de un menor de cometer un delito creyendo que solo era una gamberrada. Urge explicar en casa y en las escuelas que cualquiera que sea víctima de algo así tiene el derecho y el apoyo para denunciarlo, pero también que cualquiera que haga algo así puede acabar en la cárcel o en un reformatorio por no haber entendido que manipular y difundir con apps imágenes de gente desnuda sin su consentimiento es mucho más que una broma pesada. Eso no va a salir de ningún laboratorio de IA. Tiene que surgir del debate educativo, político y social.

La IA está avanzando cada vez más deprisa, pero no lo hacen la regulación ni el análisis de los cambios que trae consigo en el debate público. Y con la IA al alcance de todos, en vez de preguntarnos qué pasa si las máquinas se vuelven realmente inteligentes, lo más urgente es preguntarse qué riesgos corremos cuando cae en manos de imbéciles, energúmenos y demás humanos de poco fiar. No es la inteligencia artificial la que amenaza con sembrar el caos en la humanidad, los humanos somos perfectamente capaces de hacer ese trabajo nosotros solitos.