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Para qué sirve una investidura fallida
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Marta García Aller

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Para qué sirve una investidura fallida

Si para algo sirve esta investidura fallida es para que, una vez terminada, Sánchez ya no tenga más remedio que explicar qué es lo que está negociando y hasta dónde está dispuesto a ceder para mantenerse en el poder

Foto: El presidente del PP y candidato a la investidura, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Daniel González)
El presidente del PP y candidato a la investidura, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Daniel González)
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Alberto Núñez Feijóo se esmeró en recordar en el Congreso de los Diputados que es una anomalía democrática que sea de Carles Puigdemont de quien depende si Pedro Sánchez es investido de nuevo presidente del Gobierno. Pero si el objetivo de Feijóo al presentarse a una investidura fallida era poner en evidencia los pactos de Sánchez con el independentismo, no fue él quien mejor lo logró. A Feijóo le salió un duro competidor el día de su primera comparecencia en la tribuna del Congreso de los Diputados. Bueno, dos o tres.

Quien más puso en evidencia los riesgos de la investidura que negocia Sánchez no fue el líder del PP con su discurso, porque el mayor desafío al argumentario socialista no fue en la carrera de San Jerónimo. El mérito habría que atribuírselo, sobre todo, a lo que estaba pasando mientras tanto en otra tribuna de otro Parlamento. Porque en paralelo al debate de la investidura fallida de Feijóo, el president Pere Aragonès comparecía en Barcelona exigiendo a Sánchez sin tapujos un referéndum para Cataluña en 2027 “si quiere ser presidente”. Rufián no quiso ser menos y luego repitió la idea al final de la jornada en el Congreso, por si en Madrid no se habían dado por aludidos.

No hay réplica más convincente a la idea de que una amnistía pondrá fin al conflicto independentista que la que hacen los propios independentistas. La amnistía es una idea todavía implícita que aún no se ha defendido en el Congreso abiertamente por la otra parte negociadora, porque el PSOE prefiere no hablar todavía de amnistía. Tuvo que ser el president de la Generalitat el que confirmara desde Barcelona lo que Puigdemont ya viene diciendo desde Waterloo. Una amnistía al procés no es el final de la negociación con Sánchez, sino el nuevo punto de partida. Es la vuelta a empezar. "Una amnistía para el 1-O debe poner las bases para un nuevo 1-O", sentenció Rufián en su discurso.

El PSOE intentó por todos los medios no hablar de la amnistía durante la sesión de investidura de Feijóo. Hoy no toca, que decía Pujol. Con tal de no hablar de investidura, Sánchez ni habló. Fue Óscar Puente el encargado de dar la réplica al candidato popular. Este fue el otro de los competidores que deslucieron el protagonismo de Feijóo.

Foto: El secretario general del PSOE de Valladolid, Óscar Puente, se dirige a la tribuna del Congreso de los Diputados. (Europa Press/Eduardo Parra)

El candidato popular quiso denunciar el riesgo de desgaste institucional, pero ya se encargó el PSOE de poner ante el espejo su propia descortesía parlamentaria mandando a un diputado raso a darle la réplica al candidato en plena investidura. Puede que el objetivo de Sánchez al no comparecer fuera ningunear a Feijóo, deslucir el debate o simplemente ahorrarse tener que dar explicación alguna sobre la amnistía que aún no se atreve a pronunciar pero sí a negociar. Consiguió las tres cosas él solito, con ayuda del exalcalde de Valladolid. También quedó claro lo poco que le preocupa el desgaste institucional.

Así que, para poner en aprietos a Sánchez, de poco sirve que Feijóo en sus dos horas de discurso hablara de bajar impuestos, de la gratuidad del transporte público y de las familias que no llegan a fin de mes, como si en vez de en su investidura siguiera en campaña. O que hablara de la vivienda en Ceuta, del campo en Castilla y León y de los trenes riojanos. Les habló al ala dura de la oposición y a la moderada, quiso sonar liberal y conservador, centralista y autonomista. A los suyos parece que les gustó, pero a Sánchez no le hizo un rasguño.

Feijóo andaba tan centrado en complacer a todos los sectores del PP para asentarse como líder de la oposición que lo de poner en aprietos a Sánchez antes de su investidura, la que de verdad puede salir adelante, ya se encargaron Aragonès y Rufián. Nada como pedir un nuevo 1-O para recordar aquello que Sánchez prefiere no debatir en el Congreso. Así que si para algo va a servir esta investidura previsiblemente fallida es para que, una vez terminada, Sánchez ya no tenga más remedio que explicar qué es lo que está negociando y hasta dónde está dispuesto a ceder para mantenerse en el poder. Sánchez puede permitirse ignorar a Feijóo, pero no a ERC y Junts. Se le acaban las excusas.

Alberto Núñez Feijóo se esmeró en recordar en el Congreso de los Diputados que es una anomalía democrática que sea de Carles Puigdemont de quien depende si Pedro Sánchez es investido de nuevo presidente del Gobierno. Pero si el objetivo de Feijóo al presentarse a una investidura fallida era poner en evidencia los pactos de Sánchez con el independentismo, no fue él quien mejor lo logró. A Feijóo le salió un duro competidor el día de su primera comparecencia en la tribuna del Congreso de los Diputados. Bueno, dos o tres.

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