Segundo Párrafo
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Cerrar fronteras no arregla el problema: Europa se hace vieja
Restringir la política de asilo es precisamente lo que aboca a jugarse la vida al que prefiere arriesgarse a perderla que quedarse donde está
La declaración de Granada de Sánchez ha sido la de pronunciar por fin la palabra amnistía, aprovechando que estaba al ladito de Ursula von der Leyen y Charles Michel. Romper el tabú delante de la presidenta de la Comisión y el presidente del Consejo Europeo hace flaco favor a poner el foco en los problemas europeos, pero le sirve al presidente en funciones para darle un halo de institucionalidad. Después de todas las contradicciones en las que Sánchez está dispuesto a entrar en las negociaciones de su propia investidura, no le iba a preocupar ahora que este Gobierno viniera defendiendo que no deben tratarse asuntos nacionales en la rueda de prensa como presidente de turno de la UE al final de la cumbre de la que España era anfitriona.
En realidad, la cumbre informal de la UE en Granada iba a tratar de centrarse en la ampliación de la UE a los Balcanes. Pero el tema que ha acabado acaparando los titulares, con permiso de la amnistía, ha sido la tensión por la inmigración. Ese es el verdadero foco de tensión en el continente. La otra ampliación pendiente que tiene que ver con las fronteras de la UE, pero no con cambiarlas de sitio, que es lo que supondría incluir a los Balcanes o a Ucrania, sino con cómo de entreabiertas a la inmigración debe dejarlas.
La UE está avanzando en dirección a cerrarlas más, pero ni en eso se han terminado de poner del todo de acuerdo por el veto de Hungría y Polonia. No porque no estuvieran de acuerdo en reducir las llegadas irregulares, sino porque reclaman que todo lo que concierna a la inmigración se tome por unanimidad. Ya antes de reunirse en Granada, los veintisiete habían acordado un reglamento para un pacto migratorio que restringe aún más las posibilidades de entrada y solicitud de asilo. Al final de la cumbre, acordaron en el último momento eliminar un párrafo de 119 palabras relacionado con las políticas de migración. Pero la tendencia está clara.
Las presiones de Meloni, Orban y compañía están consiguiendo que en Europa la migración se siga viendo solo como un problema y un foco de divisiones, que es lo que mejor les viene para conseguir votantes. El éxito en las urnas del populista filoruso Robert Fico en Eslovaquia es el último ejemplo, que ha basado su éxito en las elecciones legislativas en convencer a los eslovacos que ellos tienen "mayores problemas que los ucranianos". Eso les dijo para convencerles de que sería mejor cerrar las fronteras a los vecinos que huyen de la guerra.
El problema de fondo que Europa no ve
Mientras avanza el populismo antiinmigración, en el continente europeo la esperanza de vida no para de crecer y la natalidad de caer. Vivimos un cambio demográfico acelerado que cada vez estrecha más la cantidad de europeos en edad de trabajar. Los mayores cada vez viven más años y los jóvenes cada vez tienen menos hijos, si los llegan a tener. Europa está estancada, necesita más juventud y más talento. Y buena parte del que intenta llegar al continente se ahoga en cayucos.
La inmigración puede ser la solución, el envejecimiento, el problema. Es común en todo el continente, pero más evidente en España, que va camino de ser uno de los tres países más envejecidos del mundo. Necesitamos más inmigrantes para hacer sostenible el sistema de pensiones, pero también para impulsar la economía. Lo dicen los estudios del FMI, el Banco de España, Fedea y los demógrafos cuando se ponen a echar cuentas.
Mientras los 27 son incapaces de ponerse de acuerdo en cómo restringir los jóvenes que quieren venir a Europa, se les siguen poniendo muchas trabas. A juzgar por lo que hemos visto en la cumbre de Granada, cada vez más. La UE sigue siendo incapaz de ofrecer vías legales a las personas que quieren llegar a Europa a trabajar huyendo de guerras, tiranos y miserias. El camino legal para entrar en el país es un laberinto imposible. No tiene sentido económico ni social, ni mucho menos humanitario.
En vez de sentarse a discutir de qué manera se puede gestionar mejor el flujo migratorio para que deje de tener sentido jugarse la vida con mafias que trafican con la desesperación de los migrantes, la UE discute cómo cerrar más eficazmente las fronteras y restringir el asilo. Dicen querer mano dura contra la inmigración ilegal, pero no mueven un dedo para facilitar la legal.
En realidad, las mafias ganan dinero gracias a la ausencia de canales de acogida realistas y bien gestionados. El populismo está normalizando que se cierren cada vez más las fronteras con la excusa de luchar contra los traficantes de la desesperación, pero es cerrar las fronteras lo que precisamente enriquece a las mafias. Restringir la política de asilo es justo lo que aboca a jugarse la vida al que prefiere arriesgarse a perderla que quedarse donde está.
La declaración de Granada de Sánchez ha sido la de pronunciar por fin la palabra amnistía, aprovechando que estaba al ladito de Ursula von der Leyen y Charles Michel. Romper el tabú delante de la presidenta de la Comisión y el presidente del Consejo Europeo hace flaco favor a poner el foco en los problemas europeos, pero le sirve al presidente en funciones para darle un halo de institucionalidad. Después de todas las contradicciones en las que Sánchez está dispuesto a entrar en las negociaciones de su propia investidura, no le iba a preocupar ahora que este Gobierno viniera defendiendo que no deben tratarse asuntos nacionales en la rueda de prensa como presidente de turno de la UE al final de la cumbre de la que España era anfitriona.
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