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Guterres tiene razón: la importancia del contexto entre Israel y Palestina
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Marta García Aller

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Guterres tiene razón: la importancia del contexto entre Israel y Palestina

Pedir contexto no es una traición a las víctimas ni da razones a los terroristas. No es una enmienda a la condena de los atentados

Foto: Ataques israelíes en el norte de la franja de Gaza. (Reuters/Anas al-Shareef)
Ataques israelíes en el norte de la franja de Gaza. (Reuters/Anas al-Shareef)
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El 7 de octubre Hamás mató al menos a 1.400 israelíes y secuestró a doscientos civiles que siguen retenidos. La semana siguiente, Israel lanzó más de 6.000 bombas sobre Gaza. El final de este conflicto está lejos, pero también el comienzo. Porque lo que está pasando entre Israel y Palestina no empezó el 7 de octubre.

Tampoco hace falta retrotraerse a los persas y a los romanos, ni a bizantinos, mamelucos y cruzados, que ya se disputaban esas tierras milenios atrás, según detalla el libro del profesor francés Jean-Pierre Filiu, Gaza: A History. Pero la historia importa. Sin embargo, decir, como ha dicho Antonio Guterres, secretario general de la ONU, que los ataques de Hamás no vienen de la nada, sino tras 56 años de ocupación asfixiante y la desaparición de la esperanza de una solución política, ha resultado una ofensa intolerable para el Gobierno de Israel.

Foto: El secretario general de la ONU, Antonio Guterres. (EFE/EPA/Eduardo Munoz)

El Gobierno de Netanyahu acusa a la ONU de justificar a Hamás y ha pedido la dimisión de Guterres. Pero no fue eso lo que dijo el secretario general de la ONU, que sí ha condenado inequívocamente los ataques del 7 de octubre. De hecho, en las mismas declaraciones que ofendieron a al gobierno israelí, Guterres advertía de que sus comentarios no deberían tomarse como justificación alguna de los atentados terroristas. El ministro de Exteriores de Israel, sin embargo, lo acusó de culpar a las víctimas.

Pedir contexto no es una traición a las víctimas ni da razones a los terroristas. No es una enmienda a la condena de los atentados. El contexto es, de hecho, la única llave a una posible solución, que tan lejana parece ahora, porque sin contexto es imposible entender tanta ira y tanto horror entrelazados a lo largo de la historia. Y tratar de entender las cosas no es una forma de justificarlas, sino más bien de prevenirlas.

Recordar la opresión diaria bajo la que viven los palestinos desde hace tantos años es tan importante para entender lo que pasa entre Israel y Palestina como recordar que los israelíes viven bajo amenaza diaria de atentados de Hamás y acaban de sufrir el mayor shock de su historia reciente. Eso tampoco les da carta blanca para cualquier tipo de represalia. Sin recordar los horrores vividos por los judíos, tampoco se entenderían los miramientos de la comunidad internacional para condenar los posibles excesos en su respuesta.

Pedir contexto es también recordar que la ONU se fundó precisamente tras las cenizas de los horrores de la Segunda Guerra Mundial

Recordar los bloqueos bajo los que viven los palestinos no socava la firmeza de la condena ni justifica de ningún modo los asesinatos de Hamás. Sí ayuda a explicar la fuerza de Hamás, que se basa en la desesperación palestina, como recordaba esta semana Ezra Klein en The New York Times.

Este columnista neoyorquino de origen judío, autor de Por qué estamos polarizados, confesaba después de los atentados del día 7 en Israel que su madre le pidió que no escribiera del tema para evitar convertirse en objetivo de los antisemitas. Lo cuenta para recordar que no es fácil ser judío, ni siquiera a miles de kilómetros de Palestina, y menos tras una barbarie como la del día 7, pero también para reivindicar que es más importante dar contexto que elegir bando.

Pedir contexto es también recordar que la ONU se fundó precisamente tras las cenizas de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. El primer tratado, de hecho, fue la convención sobre la prevención y el castigo del genocidio. Es su misión fundacional. Y si la ONU tiene indicios de que la respuesta de Israel a los ataques terroristas de Hamás se está convirtiendo en un castigo colectivo a toda una población, con una ayuda humanitaria que llega a cuentagotas, está en obligación de interceder.

Foto: Se levanta humo tras los ataques aéreos israelíes sobre la ciudad de Gaza. (EFE/Mohammed Saber)

Israel ha de cumplir los tratados internacionales y dejar sin agua, luz, combustible ni comida a cientos de miles de personas que esquivan bombas no se le parece. Entre llamamientos al alto al fuego, lo menos que se puede pedir a Israel es que permita la entrada de ayuda humanitaria. Se lo están pidiendo también muchos israelíes al Gobierno de Netanyahu. Según las últimas encuestas en la prensa israelí, casi la mitad de la población está en contra de una invasión inmediata a gran escala.

El israelí Yuval Harari, el famoso autor de Homo Sapiens, defendía esta semana que la única solución no solo llegará cuando se desarme a Hamás, también cuando el pueblo palestino tenga algún tipo de futuro. Y para entender esto hace falta echar la vista más atrás del 7 de octubre.

Por eso, pedir contexto no pone ningún pero a la condena de los atentados de Hamás, pero sí ayuda a entender mejor por qué una organización terrorista está tan imbricada en una sociedad. Igual que denunciar el riesgo del negocio de las armas en EEUU no justifica la última matanza. Entender lo que está pasando es la única manera de empezar a ponerle remedio.

El 7 de octubre Hamás mató al menos a 1.400 israelíes y secuestró a doscientos civiles que siguen retenidos. La semana siguiente, Israel lanzó más de 6.000 bombas sobre Gaza. El final de este conflicto está lejos, pero también el comienzo. Porque lo que está pasando entre Israel y Palestina no empezó el 7 de octubre.

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