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La mejor defensa de la amnistía
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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La mejor defensa de la amnistía

¿Si el que piensa diferente es independentista, sí es importante respetar su visión y si no está contra la amnistía, no? ¿O es que la discrepancia merece respeto en función de cuántos votos aporta a la investidura?

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/J.J. Guillén)
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/J.J. Guillén)
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Cuántas dudas podrá resolver Pedro Sánchez cuando suba a la tribuna para explicar la amnistía ante el Congreso de los Diputados. Además de servir para cambiar siete votos por una investidura, Sánchez podrá aprovechar su discurso de investidura para explicar en el Congreso para qué más sirve esta ley. Qué gran momento para aclarar con detalle por qué si de verdad es lo que Cataluña y España necesitan tanto, si tan necesaria es incluso a riesgo de soliviantar a buena parte del resto del país, cómo es que no supo darse cuenta de ello antes de las elecciones. Es decir, antes de necesitar los votos independentistas para salir investido tres días después de presentarla, que ya es casualidad.

Podrá también explicar ante la sede de la soberanía popular, antes de ser reelegido presidente, por qué la parte beneficiada por la amnistía (la parte impune, no la parte investida), si verdaderamente se hace por el bien del consenso y la convivencia, no ha tenido que comprometerse a respetar la Constitución y renunciar a la vía unilateral, con lo bueno que podría ser eso para el consenso y la convivencia. A lo mejor es que estaban esperando al debate de investidura para aclarárnoslo.

Como los de Junts también hablarán en el Congreso, a lo mejor lo explican ellos. De momento, desde Junts ya han comentado que el lawfare está incluido de forma implícita en la ley de amnistía, algo que el Gobierno niega. Qué buen momento la investidura para sacarnos de dudas también en esto. ¿A qué renuncia Junts exactamente? La idea de que los líderes del procés se sacrifican a ser amnistiados por el bien de todos y, además, hacen el enorme esfuerzo de condicionar toda la legislatura para ganar poder de presión no parece muy convincente ni siquiera para Junts, al que el PSOE está convencido de haber metido en la vereda de la Constitución. Sería interesante que el presidente presumiera de ello delante de sus socios en la tribuna, a ver qué le replican.

Otra duda: ¿cómo de izquierdas es dar más dinero a la comunidad más rica? El PP también lo ha hecho cuando ha necesitado el apoyo de los nacionalistas, es verdad. Pero es la izquierda la que necesita explicar cómo de progresista es esto si quiere que su Gobierno sea considerado como tal. Qué buen momento la investidura para aclarar cómo con la amnistía y el resto de cesiones se contribuye a la igualdad de los españoles.

Claro, que también puede pasar que Sánchez no explique nada de esto. Puede que el Gobierno haya entendido que la mejor defensa que tenga la amnistía para el votante socialista sea, precisamente, tratar de ignorarla y pasar página cuanto antes. Lo notaremos en seguida si Sánchez hace algún anuncio potente y dedica más tiempo a hablar de políticas sociales que a explicar la amnistía. Si la pasa por alto con un par de tópicos sobre la convivencia, quedará claro que es tan difícil de defender que lo más parecido a defender la amnistía será no hablar de ella.

También le ayuda a no tener que explicarse mejor tener a una parte de la oposición hablando ya de dictadura. Eso facilita a Sánchez caricaturizar las protestas contra la amnistía por sus ejemplos más excéntricos. Criticar las críticas, sobre todo las más exageradas, es mucho más cómodo para el futuro Gobierno que reconocer que hay una ola creciente de malestar generalizado por la amnistía, también entre votantes socialistas.

Foto: Félix Bolaños, en Bruselas, en una reunión con Didier Reynders. (Cedida/La Moncloa)

Así que Sánchez puede tratar de convencer a la opinión pública durante su discurso de investidura de que esta ley traerá en toda España más convivencia que conflicto, pero no resultará muy creíble si se centra en criticar a los que critican la medida más que en explicarla bien. ¿Si el que piensa diferente es independentista, sí es importante respetar su visión y si no es proamnistía no? ¿O es que la discrepancia merece respeto en función de cuántos votos aporta a la investidura? Eso también puede explicarlo Sánchez en su discurso, aprovechando que no tiene límite de tiempo.

Esta ley puede ser constitucional, ya lo veremos, y seguir siendo una mala idea política. Lo será si abre más heridas de las que cierra. Y un debate de investidura no aclarará su constitucionalidad, pero sí podría servir para despejar muchas de estas dudas. A no ser que la amnistía sea exactamente lo que parece, un peaje por siete votos, y entonces todas estas contradicciones no tengan aclaración posible. Entonces, claro, mejor ignorarlas y cambiar de tema.

Cuántas dudas podrá resolver Pedro Sánchez cuando suba a la tribuna para explicar la amnistía ante el Congreso de los Diputados. Además de servir para cambiar siete votos por una investidura, Sánchez podrá aprovechar su discurso de investidura para explicar en el Congreso para qué más sirve esta ley. Qué gran momento para aclarar con detalle por qué si de verdad es lo que Cataluña y España necesitan tanto, si tan necesaria es incluso a riesgo de soliviantar a buena parte del resto del país, cómo es que no supo darse cuenta de ello antes de las elecciones. Es decir, antes de necesitar los votos independentistas para salir investido tres días después de presentarla, que ya es casualidad.

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