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Ni demasiado lejos ni demasiado rápido, demasiado incómodo
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Ni demasiado lejos ni demasiado rápido, demasiado incómodo

Tan habituados a tomar como referencia lo masculino, no es extraño que el protagonismo del estudio del CIS sobre igualdad en España haya girado en torno a cómo la ven una minoría de los hombres

Foto: Manifestación convocada por la Comisión 8M, por el Día Internacional de la Mujer. (Europa Press/Fernando Sánchez)
Manifestación convocada por la Comisión 8M, por el Día Internacional de la Mujer. (Europa Press/Fernando Sánchez)
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Lo normal, lo que tradicionalmente se ha considerado normal a lo largo de la historia, es lo que a los hombres les parecía normal. Ellos pintaban los cuadros, empezaban las guerras y cerraban los bares. Lo masculino ha sido el punto de referencia universal. Por eso decía la gran Gloria Steinem que si fueran los hombres los que menstruasen, lo normal habría sido andar presumiendo de quién tiene la regla más larga. A ver, que hasta el siglo XXI, ¡siglo XXI!, no se terminó de cartografiar el clítoris, como si en vez de una parte del cuerpo humano hubiera sido un planeta lejano.

Lo masculino era lo universal. Así ha sido durante milenios. Y tan habituados estamos a tomar como referencia lo masculino que no es extraño que el protagonismo del estudio del CIS sobre igualdad en España haya girado en torno a cómo la ven los hombres. Más que el barómetro, parecía el varónmetro. La mayoría de titulares ha sido para esa minoría nada desdeñable, pero minoría al fin y al cabo, del 44,1%, que cree que en España se ha llegado demasiado lejos en la promoción de la igualdad. Sin embargo, más de un 60% de la gente se declara en contra de esa afirmación, por más que sea la idea que más ruido ha hecho.

En realidad, una lectura más completa de los datos no refleja que el feminismo se haya pasado de frenada, sino todo lo contrario. El 84% de españoles y españolas considera que las mujeres aún sufren desigualdad respecto a los hombres. Y el 70% considera que ese problema ha mejorado en los últimos años, así que en general la sociedad percibe como útiles las políticas de igualdad. El 80% aprueba que un hombre se defina como feminista y casi nueve de cada 10 dicen que recriminarían comportamientos machistas.

La mayoría de la gente en España no cree que el feminismo haya llegado demasiado lejos ni vaya demasiado rápido. Al menos, según el CIS, hombres y mujeres siguen detectando desigualdad. Desde en cómo se juzga a las mujeres por una vida sexual activa: el 87,2% de mujeres y un 76,2% de hombres están de acuerdo en que a ellas se las critica más que a un hombre por ello (de nuevo, el hombre como punto de referencia); hasta en la cantidad de horas que ellas y ellos dedican a tareas del hogar y los cuidados; también en lo laboral: casi ocho de cada 10 mujeres coinciden en que las mujeres tienen que esforzarse más que los hombres para demostrar que pueden desempeñar el mismo puesto de trabajo. Cómo va a ir esto demasiado rápido si todavía andamos así.

Que haya un 44,1% de hombres que se sienta discriminado por ser varón es relevante, sin duda. Y que sean sobre todo jóvenes entre 14 y 24 años, más inquietante todavía. Es importante visibilizarlo y entenderlo, porque el machismo moderno no es como el de siempre. El machismo de ahora, el remasterizado, no es el que dice que el hombre sea superior a la mujer. Eso caducó, afortunadamente, en el siglo XX, tras siglos permeándolo todo. El machismo de ahora es el que se niega a ver lo que pasa. Niega que haya ninguna discriminación sistémica, niega la violencia de género y niega que las mujeres lo tengan más difícil para llegar a puestos de responsabilidad o lograr un buen salario, cuando es lo que reflejan tozudamente datos.

Es interesante conocer la autopercepción de esa minoría de hombres a los que tanto incomoda el feminismo para hilar más fino en las políticas de igualdad. Sin embargo, si tuviéramos que quedarnos con un dato, no parece que fuera ese el que define cómo se ve en España el feminismo, ni siquiera cómo lo ven los hombres. Un 60% de ellos no cree que las mujeres tengan las mismas posibilidades que los hombres, y la cantidad de hombres en España que dicen no sentir ninguna simpatía por el movimiento feminista es del 15%. No parecen muchos, frente al 73% que sí declara simpatía.

Foto: Imagen: EC Diseño.

O sea, que poco a poco el feminismo se ha ido convirtiendo en lo normal. De repente, llevamos unos añitos que todo el rato se habla de mujeres, de lo femenino y de la igualdad. Menudo tostón, ¿no?, dicen algunos, ante la falta de costumbre. Se les está haciendo largo el siglo XXI. Y anda que no le queda trabajo por delante para la igualdad. Ni demasiado lejos ni demasiado rápido, demasiado incómodo.

Lo normal, lo que tradicionalmente se ha considerado normal a lo largo de la historia, es lo que a los hombres les parecía normal. Ellos pintaban los cuadros, empezaban las guerras y cerraban los bares. Lo masculino ha sido el punto de referencia universal. Por eso decía la gran Gloria Steinem que si fueran los hombres los que menstruasen, lo normal habría sido andar presumiendo de quién tiene la regla más larga. A ver, que hasta el siglo XXI, ¡siglo XXI!, no se terminó de cartografiar el clítoris, como si en vez de una parte del cuerpo humano hubiera sido un planeta lejano.

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