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Sánchez, único presidente a salvo de los 'deep fakes'
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Marta García Aller

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Sánchez, único presidente a salvo de los 'deep fakes'

¿Qué va a inventar la inteligencia artificial en boca del presidente que las negociaciones con Junts no le hayan forzado a decir ya?

Foto: El presidente Sánchez, en Fitur. (Europa Press/Eduardo Parra)
El presidente Sánchez, en Fitur. (Europa Press/Eduardo Parra)
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En los comicios eslovacos, un audio falsificado del candidato pro-occidental hablando de duplicar el precio de la cerveza pudo ser lo que le costó las elecciones, que tuvieron un resultado muy reñido. Era un audio falso. Uno de los mayores peligros en la política del momento son los deep fakes o vídeos falsos ultrarrealistas, que pueden hacer que parezca que un dirigente diga algo que no ha dicho y viralizar la confusión para confundir así a los votantes. Hacer deep fakes con declaraciones de vídeos y audios falsificados es cada vez más barato, por lo que cada vez van a ser más frecuentes y, por tanto, más difícil distinguir qué es cierto y qué no. Las mentiras circulan mucho más rápido que los desmentidos.

Mientras tanto, en España, el debate sobre la confianza va por otro lado. Hay tantas grabaciones del presidente Sánchez diciendo una cosa y la contraria, que va a ser muy difícil encontrar deep fakes del presidente del Gobierno que puedan comprometerle. Lo que parece mentira es lo que dijo de verdad. Y con la naturalidad con la que se van metabolizando en la opinión pública decir una cosa y su contraria, es difícil temer las falsificaciones de sus palabras. ¿Qué va a inventar la inteligencia artificial en boca del presidente que las negociaciones con Junts no le hayan forzado a decir ya?

Hay videos del presidente negando los indultos y presumiendo de ellos, asegurando que la amnistía es inconstitucional y diciendo que claro que lo es. Hay declaraciones en las que dirigentes de su partido aseguran que la línea roja es la violencia y otras en las que ya no la ven para tanto. O en las que el presidente aparece criticando duramente a los CDR por la violencia en las algaradas de 2019 y pidiendo a la Generalitat que no banalice el concepto del terrorismo; para esta semana decir que el que banaliza el terrorismo es quien habla ahora de aquella violencia. Ya no le parece para tanto. Así no hay quien haga deep fakes de este Gobierno. Bastante confuso es ya lo que dijeron de verdad.

En octubre, uno de los principales flecos que retrasaban el acuerdo de investidura era la negativa del PSOE a aceptar que la amnistía que entonces negociaba con Junts incluyera a los detenidos en la Operación Judas, porque sobre ellos pesaban delitos de terrorismo y posesión de explosivos. Aquello era la línea roja. También había dudas con los organizadores del Tsunami Democratic que bloquearon la frontera con Francia y el aeropuerto del Prat, en protesta por la sentencia del Tribunal Supremo.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saludando a los médicos que atendían a los policías heridos en octubre de 2019. (Foto: Moncloa / Fernando Calvo)

Apenas tres meses después, ya no hay dudas. Es más, ni siquiera se acepta que las hubiera alguna vez. ¿Dudas, qué dudas? El Gobierno en pleno está defendiendo que qué locura eso de llamar terrorismo a lo que hacían los CDR, como si nunca se lo hubiera parecido, como si fuera nuevo y no una causa de hace cinco años. Lo que hace unos meses era un debate delicadísimo, que tuvo el preámbulo de la ley empantanado durante semanas en otoño, ahora son pelillos a la mar de la tramitación de la amnistía.

Cada vez va a ser más difícil saber qué es cierto y qué no en la era de la inteligencia artificial, que pone patas arriba la confianza en cualquier declaración de un político. La ventaja que tenemos en España con esta revolución es que nos va a pillar muy entrenados.

En los comicios eslovacos, un audio falsificado del candidato pro-occidental hablando de duplicar el precio de la cerveza pudo ser lo que le costó las elecciones, que tuvieron un resultado muy reñido. Era un audio falso. Uno de los mayores peligros en la política del momento son los deep fakes o vídeos falsos ultrarrealistas, que pueden hacer que parezca que un dirigente diga algo que no ha dicho y viralizar la confusión para confundir así a los votantes. Hacer deep fakes con declaraciones de vídeos y audios falsificados es cada vez más barato, por lo que cada vez van a ser más frecuentes y, por tanto, más difícil distinguir qué es cierto y qué no. Las mentiras circulan mucho más rápido que los desmentidos.

Pedro Sánchez Amnistía
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