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Bolaños no sabe qué amnistía
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Marta García Aller

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Bolaños no sabe qué amnistía

Tras mucho resistirse, el Gobierno ha conseguido que Puigdemont se deje amnistiar. No ha sido fácil conseguirlo, pero más difícil va a ser explicarlo. Sobre todo si se trata de convencernos de que es por el bien de todos

Foto: Félix Bolaños, ministro de Justicia, Presidencia y Relaciones con Las Cortes, en un acto de la Cumbre de Mujeres Juristas. (Europa Press/Eduardo Parra)
Félix Bolaños, ministro de Justicia, Presidencia y Relaciones con Las Cortes, en un acto de la Cumbre de Mujeres Juristas. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Tras mucho resistirse, el Gobierno ha conseguido que Puigdemont se deje amnistiar. No ha sido fácil conseguirlo, pero más difícil va a ser explicarlo. Sobre todo si se trata de convencernos de que es por el bien de todos y no por siete escaños. Pero el presidente, que es más de felicitarse que de explicarse, se da la enhorabuena a sí mismo por ello, aun sabiendo que la sociedad española a la que dice beneficiar no quiere esa ley de amnistía. Y no es lo más desconcertante que Félix Bolaños le ha reconocido tan pancho a Carlos Alsina en una entrevista que habría que enmarcar junto a aquella en la que Rajoy se preguntó a sí mismo lo de "¿Y la europea?".

En aquella, de hace casi una década, el presidente del Gobierno de entonces dejaba claro en Onda Cero no saber qué pasaría con la nacionalidad española si los independentistas se atrevieran a llevar a cabo el procès. En esta última, el ministro de la Presidencia de ahora ha venido a reconocerle a Alsina que no sabe qué es lo que está amnistiando exactamente a los que lo intentaron. Es un buen resumen de los desbarajustes del procès desde La Moncloa.

"¿Qué pasó en noviembre de 2011 que requiera ser amnistiado?", le ha preguntado Alsina a Bolaños este viernes, un día después de que la Comisión de Justicia del Congreso apruebe la amnistía. Quiere aclarar por qué, en la última reforma del texto, Junts exigió al Gobierno adelantar dos meses la norma. Bolaños ha dado a entender que no tiene ni idea de si hay algún hecho concreto que lo justifique ni quién va a beneficiarse.

Alsina, que es muy de insistir, ha insistido: "¿Pero qué hechos se produjeron?" "No son cuestiones concretas. Al menos que yo conozca", responde el padre de la criatura, dando a entender que, como el cambio de fecha se lo han puesto como condición los independentistas, pues qué iba a hacer, sino ceder sin preguntar demasiado quién andaba malversando qué en aquellos meses. Los que sí tienen un interés muy concreto en esa fecha son los beneficiados. "No hay problema en adelantar unos meses la norma", ha añadido Bolaños. Estamos de oferta, oiga.

Foto: Carles Puigdemont en un acto del Consell de la República. (EFE/David Borrat)

No es lo único que ha aclarado Bolaños en esta entrevista de Alsina. Y es de agradecer, porque así, a base de repreguntas incómodas, a lo mejor por fin entendemos un poco mejor las claves de la tramitación más opaca de la democracia. Porque si esta ha sido, a juicio de la grandilocuencia del Gobierno, una de las leyes más importantes de nuestra historia, no escatimemos entonces la relevancia de su opacidad.

Tras la entrevista de Alsina, además, es posible que se enfaden con el señor Bolaños los senadores, y quién sabe si también la Complutense, donde le expidieron el título de Derecho. Porque el ministro de la Presidencia ha dejado claro que es consciente de que la mayoría de la opinión pública es contraria a la amnistía, pero apela a que bueno, que lo que importa es que la soberanía popular está representada en la mayoría del Congreso. ¿Y el Senado, con mayoría absoluta del PP? El ministro de la Presidencia ha optado entonces por negarle a la Cámara Alta la representatividad del pueblo español, que no es poco negar para un ministro de la Presidencia de España. Así que la amnistía está ungida de soberanía nacional, salvo alguna cosa.

Ya sabíamos que este Gobierno celebra por todo lo alto cada cesión al independentismo, como si fuera una gran victoria para el conjunto de España, en su incansable afán por confundir sus intereses con los del país, que sospechosamente por mucho que cambien siempre coinciden. Va a tener razón Bolaños cuando afirma que la amnistía es el paso definitivo. Lo que no sabemos todavía es para qué. Él, tampoco.

Tras mucho resistirse, el Gobierno ha conseguido que Puigdemont se deje amnistiar. No ha sido fácil conseguirlo, pero más difícil va a ser explicarlo. Sobre todo si se trata de convencernos de que es por el bien de todos y no por siete escaños. Pero el presidente, que es más de felicitarse que de explicarse, se da la enhorabuena a sí mismo por ello, aun sabiendo que la sociedad española a la que dice beneficiar no quiere esa ley de amnistía. Y no es lo más desconcertante que Félix Bolaños le ha reconocido tan pancho a Carlos Alsina en una entrevista que habría que enmarcar junto a aquella en la que Rajoy se preguntó a sí mismo lo de "¿Y la europea?".

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